Las actividades económicas comportan ventajas e inconvenientes, pues no existe ninguna que no genere efectos secundarios. Las beneficiosas son aquellas en que las primeras superan a los segundos. No obstante, nunca ambas repercusiones deben ser observadas desde una perspectiva personal, sino en relación con el conjunto de la población.

En los últimos meses, tengo la impresión de que hay una excepción a la anterior regla: las viviendas de uso turístico (VUT). En dicho período, sus virtudes han sido olvidadas y sus defectos exagerados, siendo a veces los últimos inventados. Así, por ejemplo, en el barrio del Poblenou de Barcelona, cada vez hay más personas a las que les parece irresistible el ruido de las ruedas de las maletas de los turistas. Un lugar donde antaño había una gran concentración de fábricas y empresas de transporte y nadie se quejaba de su existencia.

Las claves del rechazo a la VUT por parte de algunos ciudadanos las ofrece su descripción: son viviendas destinadas al alojamiento de turistas. Por un lado, por la creciente carestía de los pisos de alquiler. En el barómetro del CIS de junio, la vivienda constituía el segundo problema más importante para los españoles. Por el otro, debido al aumento de la población contraria al turismo, a pesar de que muchos de los que protestan contra dicha actividad obtienen directa o indirectamente de ella una sustancial parte de sus ingresos.

El ataque a los propietarios y explotadores de VUT procede de tres principales colectivos: políticos, hoteleros y asociaciones favorables al decrecimiento económico. Los primeros los culpabilizan del elevado aumento del precio de los alquileres. Para abaratar el importe del arrendamiento, de manera más o menos explícita, algunos se declaran partidarios de la reducción de licencias. Incluso, otros abogan por su desaparición en algunas de las principales metrópolis del país.

Los segundos pretenden disminuir su competencia. Si consiguieran su propósito, sus ingresos aumentarían por dos vías: una tasa de ocupación más elevada y un mayor ingreso por habitación. Además, la anterior repercusión haría viable la construcción de hoteles en algunas ubicaciones descartadas en la actualidad por su escasa o nula rentabilidad. En ellas, los hoteleros consideran que lo que hoy no es rentable, mañana podría serlo si desaparecieran numerosas VUT.

Los terceros buscan que las ciudades retrocedan medio siglo, un período donde había un número inferior de turistas, extranjeros y universitarios desplazados desde su residencia habitual. Por tanto, una inferior afluencia de público en las calles, un transporte público menos masificado y la ausencia de colas en los comercios más destacados del centro de la ciudad. No obstante, también menos servicios, actividad económica y oportunidades para lograr un empleo.

Para contrarrestar y desacreditar su ataque a las VUT, en las próximas líneas voy a enumerar y desmentir los principales bulos que los tres anteriores colectivos han lanzado sobre dichas viviendas. En concreto, son los siguientes:

1) Un gran crecimiento de las VUT ha generado un elevado aumento del importe del alquiler. Una afirmación claramente desmentida por los datos. En primer lugar, debido al moderado incemento de su oferta en los últimos años. En segundo, por el escaso porcentaje del parque de viviendas destinado a la explotación turística. En tercero, por la gran alza del precio del alquiler en municipios con una reducida presencia de VUT.

En febrero de 2021, según el INE, había en España 294.268 VUT. Una estimación cuya fuente son tres plataformas comercializadoras de dichas viviendas. Entre las anteriores, están las legales, pero solo una parte de las ilegales. Contra las últimas, ningún consistorio, excepto el Ayuntamiento de Barcelona de Ada Colau, ha adoptado medida alguna.

En febrero de 2024, después de un gran boom del turismo y el regreso a la explotación turística de viviendas destinadas durante la pandemia al alquiler convencional o de temporada, el número de VUT ascendía a 351.389. A pesar de las excepciones circunstancias descritas, en los tres últimos ejercicios el incremento anual medio de VUT solo fue del 6,1%.

Según el último Censo de Edificación y Viviendas, en 2021 había en España 26.626.315 viviendas familiares. De ellas, 18.536.315 eran residencias principales convencionales y 8.087.092 tenían la catalogación de ocasionales o pisos vacíos. Por tanto, en febrero de 2024, las VUT únicamente representaban el 1,3% del parque de viviendas y el 1,9% de los inmuebles donde habitualmente se reside.

En la última década, el precio de la vivienda de alquiler ha aumentado de manera considerable debido a un incremento de la demanda de arrendamientos sustancialmente superior al de la oferta. Lo ha hecho en las grandes capitales y en los municipios turísticos, pero también en pequeñas y medianas urbes donde la afluencia de turistas es escasa.

Así, por ejemplo, entre julio de 2014 y junio de 2024, el importe mensual de una vivienda de alquiler aumentó en Castellón un 88,4%, en Lugo un 69,8% y en Huesca y Teruel un 56,6%. En las cuatro anteriores ciudades, el porcentaje de VUT sobre viviendas principales se situó entre el 0,29% (Huesca) y el 0,67% (Castellón y Soria). En relación con los pisos de alquiler, la menor proporción la tenía la ciudad alto-aragonesa (1,5%) y la mayor, la de Castilla y León (5,5%).

2) En las principales ciudades del país, una gran reducción de las VUT aumentaría sustancialmente la oferta de viviendas de alquiler. Es el mensaje subliminal que recientemente ha enviado a los barceloneses el alcalde de la ciudad, Jaume Collboni, al anunciar en 2029 la desaparición de las VUT de la capital catalana. Un mensaje populista y falso claramente perjudicial para la imagen que desea proyectar de político serio y responsable. Una declaración que Ada Colau jamás se atrevió a realizar durante sus dos mandatos.

En primer lugar, en la última década, la oferta de VUT ha descendido en la ciudad. En diciembre de 2014, según el ayuntamiento, había 9.606 unidades con licencia turística. En febrero de 2024, el INE solo encontró 8.842 viviendas disponibles en las plataformas comercializadoras. Un descenso derivado de la suspensión de nuevas concesiones decretada en julio de 2015 por Ada Colau y de la persecución de las VUT ilegales. Entre ambas fechas, el importe del alquiler en la ciudad aumentó el 76,3%.

En segundo, si el alcalde consiguiera eliminar dichas viviendas, un deseo muy difícil de conseguir al no poseer fecha de caducidad las actuales licencias de VUT, el destino de la mayoría de ellas no sería el arrendamiento convencional, sino la venta. Por un lado, por la escasa rentabilidad obtenida por su alquiler debido al control de precios existente. Por el otro, por el traslado de la inversión a otra ciudad donde continúe habiendo VUT.

En tercero, en Barcelona hay muchas más viviendas vacías que VUT. Según el INE, las primeras equivalen a 213.464 unidades; las segundas, solo a 8.842. Una reducción a la mitad de las desocupadas y su traslado al mercado de alquiler podría comportar una bajada temporal de su importe, pues provocaría un gran aumento de la disponibilidad de viviendas destinadas al arrendamiento.

En concreto, la oferta pasaría de 208.468 a 315.200 unidades, siendo el incremento obtenido del 52%. No obstante, es mucho más fácil efectuar un anuncio (la eliminación de las VUT) que tener éxito en una complicada gestión (la entrada en el mercado de alquiler de la mitad de las viviendas vacías), pues una sustancial parte de ellas debería mejorar significativamente su habitabilidad.

3) La mayoría de las VUT son propiedad de unos pocos inversores. Es la excusa más utilizada por los políticos, antes de la adopción de medidas perjudiciales para los tenedores de un determinado activo. Con la utilización del anterior argumento, esperan evitar cualquier posible rechazo social a las nuevas normas que afectan a sus propietarios.

No obstante, dista mucho de ser cierta. Así, por ejemplo, en Cataluña el 86% de los propietarios de VUT solo posee una unidad. Para la clase media, la inversión en dichas viviendas constituye una magnífica opción para obtener réditos del turismo, siendo esta la principal actividad económica existente en nuestro país. Una alternativa que combina tres magníficas características, pues es sencilla, rentable y posee un escaso riesgo.

Por tanto, me resulta incomprensible que un alcalde como Jaume Collboni diga que no hay sitio en Barcelona para ninguna VUT, pero en cambio sí para un mayor número de hoteles. A diferencia de las VUT, nadie de la clase media es propietaria de los anteriores establecimientos, pues sus principales tenedores son fondos de inversión, grandes fortunas y cadenas hoteleras.

4) La mayor parte de las VUT están en las grandes ciudades del país. Una afirmación que no tiene ningún sentido, dado que las VUT se sitúan donde hay turismo y la modalidad predominante en España es la de sol y playa. Una especialidad en la que somos la primera potencia mundial. Así, por ejemplo, en 2019 el PIB generado por el turismo en Baleares era superior al obtenido por dicha actividad en Croacia y el logrado en Cataluña más elevado que la suma del de Chipre y Egipto.

En 2019, según un estudio de Solytur, el 70,5% del PIB turístico, el 62,5% del empleo creado por el sector y el 63% de la oferta hotelera era generado por las Comunidades Autónomas insulares y las bañadas por el Mediterráneo. En febrero de 2024, las diez principales ciudades del país sumaban solo el 13,5% de la oferta de VUT (47.329 unidades). En cambio, en ellas residía el 19,2% de la población (9.369.422 habitantes).

5) Una gran parte de sus clientes son jóvenes con escaso poder adquisitivo. Una falsedad que pretende menospreciar el impacto económico de las VUT. En otras palabras, busca diferenciar los alojamientos supuestamente generadores de un elevado valor añadido (los hoteles) de los que aportan uno escaso (las VUT).

En 2022, según un estudio del Observatorio de la Vivienda Turística, el 74,6% de los viajeros alojados en ellas fueron familias y parejas, un porcentaje que multiplica por más de tres la proporción de los amigos (20,4%). Por tramos de edad, la mayor preferencia por las VUT la muestran los jubilados, pues el 64,5% de los clientes entre 65 y 74 años solo querían alojarse en dichas viviendas. Por eso, renunciaron a buscar un hospedaje en un establecimiento alternativo.

Una de las principales ventajas de las VUT son los ingresos que sus clientes generan a numerosas empresas de distintos sectores. Entre ellas, destacan los restaurantes, supermercados, comercios de distintas características y establecimientos de ocio. En 2022, por persona y día, los inquilinos gastaron en alojamiento un promedio de 45,7 euros, pero algo más del triple (139,5 euros) en bienes y servicios proporcionados por otras compañías.

6) Las VUT realizan competencia desleal a los hoteles. Es la queja repetida, una y otra vez, por los hoteleros. No obstante, discrepo completamente de ella, pues estimo que cada uno de ellos tiene su público. En otras palabras, ambos tipos de alojamiento son más complementarios que sustitutivos. Por dicho motivo, en los últimos años, numerosas empresas hoteleras han entrado en la gestión de edificios de apartamentos turísticos, unos establecimientos situados en la mayoría de las ocasiones a una escasa distancia de algunos de sus hoteles.

Las VUT son idóneas para las familias con cuatro o más integrantes, los que pretenden cocinar su comida y los que buscan en ellas únicamente hospedaje. En cambio, los hoteles son una magnífica alternativa para los viajeros por trabajo, las parejas, los que quieren que se lo hagan todo y los que pretenden obtener del establecimiento servicios adicionales al alojamiento.

En definitiva, las VUT legales tienen muchas más ventajas que inconvenientes. En primer lugar, porque constituyen la mejor opción de hospedaje para una parte de los turistas. En segundo, debido a que el tejido comercial y de ocio de la ciudad obtiene más ingresos de sus clientes que los propietarios y explotadores de dichas viviendas.

En tercero, es imposible que sean las principales culpables del elevado incremento del alquiler en la última década, pues su importe ha aumentado sustancialmente en numerosas urbes donde su oferta es residual. A pesar de ello, en los últimos meses la campaña efectuada contra ellas ha sido espectacular y ha estado repleta de medias verdades, exageraciones y mentiras.

Los principales implicados, políticos, hoteleros y distintas asociaciones contrarias al turismo, poseen un gran poder mediático difícil de contrarrestar. Si los principales representantes de las VUT no espabilan e invierten recursos en desmentir sus bulos, sus propietarios y explotadores deberán hacer frente a una regulación mucho más estricta y a un aumento de los impuestos sufragados. Por eso, no me extrañaría nada que en un futuro próximo una sustancial parte de los primeros decidiera vender sus viviendas.