Nunca me he alegrado del dolor ajeno, incluido el que sufren aquellos que un día me quisieron mal. Creo que si sintiera alivio o placer viéndolos padecer, me convertiría en mala gente como ellos.
Sin embargo, no voy a negar que esta mañana, cuando he puesto la radio y los noticiarios abrían sus boletines con una determinada información de última hora, inevitablemente, al escucharla, algunas mariposas han revoloteado en mi vientre:
"Agentes especiales de la unidad de delitos económicos del Cuerpo Nacional de Policía han detenido en Málaga a Manuel Terrén, presidente de la empresa andorrana Orfund, por su presunta implicación en una trama internacional que habría facilitado la circulación y el blanqueo de diamantes obtenidos en condiciones esclavistas por una milicia paramilitar de Sierra leona.
Alejandro Abascal, magistrado del Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional, ha ordenado que se practiquen diligencias para esclarecer estos hechos después de que un ciudadano sierraleonés, A.N., presentara una denuncia en su país asegurando haber sido víctima de las prácticas delictivas de un grupo de traficantes de diamantes de sangre vinculados con la empresa andorrana".
Terrén, un empresario del lobby andorrano auspiciado por el estatus quo y la omertá que protege a las familias poderosas del principado, y amparado por el paraguas del Gobierno (primero, el presidido por Toni Martí y ahora por el que lidera Xavier Espot), ha ingresado en la cárcel. Los delitos que le atribuye la Audiencia Nacional son gravísimos. Ni más ni menos que haber traficado y haberse enriquecido con diamantes de sangre.
Este medio, ya lo dijo. Crónica Global ya lo publicó hace seis años. Lo hicimos como siempre, a pesar del runrún mediático oficialista andorrano que nos calificaba de irreverentes y poco rigurosos. Quien suscribe, responsable entonces (2018) del área de sucesos de este digital, publicó datos sumariales y empresariales inequívocos de las prácticas aparentemente delictivas de Orfund y, en concreto, de su presidente, Manuel Terrén, y de su director general en el momento de los hechos, un tal Jordi Cinca, que poco después fue ministro de finanzas y, a la postre, creador y ejecutor político de la destrucción de la BPA, un contencioso pendiente de sentencia que, hasta donde se puede saber, va a acabar provocando escoceduras y llagas en el trasero del poder gubernamental del país.
De la mano de Crónica Global y con el apoyo incondicional de su director, Xavier Salvador, publiqué el libro Diamantes Sucios, donde condensé todo lo publicado y además aporté las nuevas pruebas que este medio digital había acumulado de fuentes solventes y acreditadas.
Por entonces (2018), Terrén y Cinca se sentían aún impunes e intocables y, derrochando soberbia, denunciaron por delitos contra el honor a Crónica Global, a su director y a quien suscribe. En la demanda pedían 30.000 euros de indemnización y la retirada del libro Diamantes sucios.
Una vez más, matar al mensajero. No news, good news. Pero les salió mal la jugada. Tanto Terrén como Cinca, recibieron una sonora bofetada por parte de la justicia española. Los tribunales de Barcelona estaban muy lejos de las murallas que protegen su cortijo del principado.
Así, el Juzgado de Primera Instancia número 20 nos absolvió a todos, Salvador, Crónica Global y a un servidor, y condenó a Cinca y a Terrén al pago de las costas. Aún recuerdo a Cinca durante el juicio reconociendo con una sonrisa absurda y una chulería poco disimulada, cómo por sus manos, efectivamente, habían pasado lingotes de oro mientras trabajó para Orfund e incluso que estuvo en varias ocasiones en las minas africanas de diamantes de sangre. No olvidaré nunca su sonrisa que imagino borró de su cara cuando nos absolvieron.
Seis años más tarde, una nota oficial de la Policía nos informa de que uno de esos tipos que trataron de humillarnos mientras escondían la verdad ha ingresado en la cárcel y lo ha hecho por aquellos hechos que, desde Crónica Global, denunciamos seis años atrás.
La Audiencia Nacional es un trasatlántico que parece que no se mueve cuando en realidad lo que sucede es que no se para. Fuentes próximas a la investigación han confirmado a Crónica Global que el nombre de Jordi Cinca retumba cada vez más fuerte en la oficina judicial de la Audiencia. Diversos testigos han sido interrogados de forma expresa y ampliamente sobre este personaje que un día movió oro y diamantes de lúgubre procedencia, más tarde fue ministro con tiempo suficiente para cargarse un banco y actualmente dirige el fondo de pensiones de la seguridad social andorrana, es decir, es el encargado de guardar y custodiar los ahorros de la población.
Cinca tiene todos los números de ser el protagonista del próximo capítulo de la instrucción judicial. Estaremos ahí para escribirlo, con o sin mariposas en el vientre.