Ha habido algún día de esta semana en que, leyendo la prensa, uno parecía retroceder en el tiempo. En Cataluña, el presidente del Parlament, Josep Rull, y el candidato socialista, Salvador Illa, aparecían sonrientes y amables. Los dos grandes partidos españoles se reunían en Bruselas para, también cordialmente, alcanzar el suspirado acuerdo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Y en la misma capital belga, tras unas negociaciones rápidas entre las tres grandes fuerzas políticas europeas, se acordaban los nombramientos de presidenta de la Comisión, presidente del Consejo y Alta representante de Política Exterior. 

Sorprenden las imágenes, en unos tiempos en que la escena pública viene dominada por los aspavientos vacuos y las actitudes pendencieras. La cuestión será si estamos ante flor de un día o podemos encontrarnos en el inicio de una nueva etapa de sensatez y acuerdo, favorecida por un hecho evidente: la voluntad ciudadana expresada en las urnas. En las recientes elecciones catalanas, españolas o europeas, se han premiado las propuestas sustentadas en la moderación y el acuerdo. Si los grandes partidos tradicionales atienden a la ciudadanía e incorporan este mensaje, podremos ir saliendo del enorme embrollo en que nos hemos sumido.

En contra de esta recuperación del buen hacer institucional, juega el que no estamos abordando de manera decidida los males de fondo que emergieron con toda crudeza con la crisis financiera de 2008: una economía que fractura y hunde en la precariedad a los más desfavorecidos y deteriora las expectativas de muchos que se hallaban confortables en su condición de clase media. Sólo reconduciremos la deriva si reforzamos los vínculos colectivos y las personas sienten que pueden acceder a un trabajo digno, el que, con una remuneración suficiente, arraiga a la persona y le permite proyectarse hacia un futuro de decencia. Mientras no sea así, iremos deambulando.

En cualquier caso, bienvenida sea esta cordialidad recobrada. A la espera de lo que suceda hoy en Francia, que tengan un domingo amable y sonriente.