Barcelona descubrió hace un par de semanas un nuevo elemento que le permite acelerar para volver a ponerse en la órbita correcta. La elección del restaurante Disfrutar como el mejor local del mundo se ha convertido en un aliciente adicional para la Ciudad Condal. Lo que han conseguido los discípulos de Ferran Adrià es magnífico, después de que ese galardón ya lo conquistara en su día el gran maestro Adrià y el Celler de Can Roca, que sigue siendo un restaurante de auténtica referencia mundial bajo la dirección de los hermanos Roca en Girona.

Para la capital catalana la designación de Disfrutar en todo lo alto de la restauración mundial significará un incremento notable de ese turismo de calidad cuya principal misión es visitar los grandes establecimientos gastronómicos. Más allá de si Disfrutar es el mejor restaurante del mundo o no --eso depende de los gustos y por tanto de las filias y las fobias-- el caso es que Barcelona tiene colocados en su mapa dos alfileres de prestigio a menos de 300 metros de distancia. El mejor restaurante del mundo y la mejor coctelería del mundo, Sips, se hallan a dos manzanas de distancia entre sí transitando por la calle Mallorca. Y si ampliamos el círculo apenas a 100 metros más, el visitante podrá acceder a la mejor coctelería clásica de la ciudad, Ideal Cocktail Bar, un local nonagenario donde las maderas nobles y la distinción maridan al ritmo de las cocteleras. A pocos metros aparece Tándem, otro lugar de peregrinación para quienes buscan una bebida de calidad. Y a 150 metros más otros dos locales de referencia de la coctelería: Dry Martini y Solange. El mundo del cóctel se halla intrínsecamente unido a la gastronomía de calidad y no deja de ser curioso que la ciudad concentre en tan poco espacio tantos templos del placer y de la cultura de la buena mesa y del trago refinado.  

Para quienes deseen transitar por esa ruta gozarán de una ventaja: no se verán atrapados en el tráfico infernal que precisamente sacude a esas calles del centro del Eixample porque podrán ir a pie. Ese triángulo mágico por la noche se convierte en un contraste absoluto. El ciudadano puede pasar de tocar el cielo con un Vesper inmaculado a sucumbir a una gastritis aguda si se entrega con pasión en los garitos de chupitos para adolescentes que se hallan casi puerta con puerta. El paraíso y el infierno juntos, una excepción que no deja de ser curiosa en una ciudad cuya vida nocturna parece haber pedido la liquidación. 

Para el turismo de calidad, una de las aspiraciones de las administraciones, noticias como la de Disfrutar es aceite en un candil. Veremos si ello conlleva la llegada de visitantes con la cartera llena y Barcelona puede aprovecharse. Veremos también si todos esos visitantes pueden gozar de los hoteles y apartamentos turísticos de calidad para alojarse, pues los vientos en Cataluña soplan con una peligrosa intensidad hacia lo turismofóbico. Ni cortar el turismo es una solución a los problemas internos de los barceloneses ni éstos deben aceptar que sus gobernantes no les pongan en bandeja parte de las ganancias que genera el turismo. Las administraciones tienen la pelota en su tejado y más valdrá que rectifiquen si no queremos que los esfuerzos en situarnos en la élite sirvan de poco.