La nueva cita con las urnas, ahora para elegir a nuestros representantes en Europa, se saldó con más incógnitas de las previstas. El pulso entre populares y socialistas en el conjunto de España se decantó por la opción azul, al contrario de lo que se registró en Cataluña, donde el rojo de Illa dominó ampliamente el panorama electoral. De todos modos, la diferencia entre el bloque independentista y el constitucionalista se agrandó respecto a los datos que arrojaron las pasadas elecciones autonómicas.

En la lucha de los bloques existía curiosidad por ver el comportamiento del PP en la nueva cita electoral, con una participación tan baja. La lista encabezada por Dolors Montserrat mantuvo el tono que ya exhibió la formación popular con Alejandro Fernández en las autonómicas. Fue el cuarto partido más votado, a muy poca distancia de ERC, contribuyendo al giro a la derecha que el escrutinio volvió a demostrar a nivel nacional. Buen rédito para una candidata que ha hablado poco.

Otro dato importante en el análisis de las votaciones celebradas ayer es que en Cataluña el PP ha logrado contener el brío de Vox que, si bien ya tuvo un comportamiento alcista en las autonómicas, en la cita europea se esperaba que tuviera mayor protagonismo, atendiendo la inercia ultraderechista que ha teñido a importantes países de la Unión Europea.

El voto conservador en Cataluña le ha dado al PP una oportunidad con vistas a futuros retos electorales. De todos modos, ese guarismo esperanzador para sus intereses es notable pero insuficiente. El PP tiene que seguir convenciendo a una parte importante de la sociedad de orden de Cataluña que no está abducida por las opciones independentistas de derechas para que dé un salto considerable en los resultados que siga obteniendo en el futuro en la demarcación autonómica.

Si Feijóo pretende algún día asaltar el fortín de Sánchez no lo podrá hacer con un resultado mediocre en Cataluña. Las dos últimas citas en las urnas les animan a obtener logros más esperanzadores pero creer que el trabajo realizado ya es suficiente sería un craso error para los intereses populares. Nunca se sabe por dónde aparece un posible nuevo caladero de votos. Los socialistas lo han conseguido con un fortalecimiento en Cataluña. Y la extrema derecha también. Y si no que se lo pregunten a la nueva formación Se acabó la fiesta, que ha obtenido un magnífico resultado para no haber tenido ninguna trascendencia mediática convencional. O quizás por ello.

Sin Cataluña no hay Moncloa. Y para conseguir ese billete deberá el PP redoblar esfuerzos en una comunidad autónoma donde, por lo general, siempre le ha costado horrores mantener el tipo. Trabajo y mano izquierda --a veces la izquierda sirve a la derecha-- se antojan cualidades imprescindibles para seguir moldeando su proyecto.