La cadena Golden Hotels & Experiences, compuesta por ocho grandes complejos en la costa catalana, pertenece al padre y los tíos de Pere Aragonès, presidente de la Generalitat. Su árbol genealógico es una caja de sorpresas morrocotudas.
Por ejemplo, el abuelo José Aragonés ocupó cargos de confianza tanto durante el franquismo como después con Alianza Popular. A la vez, montó un espectacular emporio hospedero en el litoral mediterráneo.
De paso, practicó a fondo el deporte de la evasión monetaria, pues se llevó sus dineros a un remoto paraíso fiscal del Caribe. Sus hijos blanquearon la pasta gracias a una amnistía del Gobierno del Partido Popular.
Pero no nos precipitemos y vayamos por partes. Ocurre que la dinastía citada acaba de publicar el balance de sus albergues en 2022. Revela una notable mejoría. El giro agregado subió de 19 a 46 millones, al esfumarse las secuelas del Covid. Los resultados cambiaron de signo y arrojaron 5 millones de beneficio. Los activos ascienden a 100 millones. Y los recursos propios rondan los 50.
Los alojamientos de marras tienen el cuartel general en Pineda de Mar. Incluyen el Taurus Aquapark Resort, en Pineda; Bahía de Tossa y Mar Menuda, ambos en Tossa de Mar; más Acqua Salou, el Port Salou, el Donaire Beach, el Costa Salou y el Avenida Family Suites, en Salou. En conjunto reúnen 2.120 habitaciones y una plantilla de 400 trabajadores.
Sus respectivos consejos de administración están poblados de integrantes de la saga titular. Figuran, en particular, el padre del president, Pere; sus tíos Enric, Josep y Eva Aragonès Poch; su hermano Xavier; y su primo Javier Iscla Aragonès.
En algunos paradores del consorcio hay accionistas externos, viejos amigos de la casa. Se trata de Juan Pascual Comas, Joaquín Casas Soler, Eva Liso Barberana y Arnau Vallès Ballano.
El origen de la fortuna familiar no arranca de los hostales, sino del textil. El pionero fue el agricultor Enrique Aragonés Montsant, quien en 1953 abandonó el campo y montó un pequeño taller de género de punto en Pineda de Mar, equipado con solo un par de máquinas.
Poco después se le asoció su hermano José. De esta forma nació Industrial Aragonés SA, conocida como Inar, productora de calcetines, bañadores y pijamas de las marcas Gamelli, Antorcha, Tucho y Anoa.
Inar arrojó beneficios a espuertas durante muchos lustros. Corriendo el tiempo, la liberalización de los mercados provocó el derrumbe de numerosos renglones manufactureros y arrastró a Inar, que sucumbió en 2002, tras un decenio de pérdidas.
El desastre significó el cierre de sus cuatro factorías, ubicadas en Pineda, La Selva, Sant Feliu de Pellerols y Amer (el pueblo natal de Puigdemont), con extinción de medio millar de puestos de trabajo.
Si de los negocios pasamos al plano político, el linaje del actual mandamás de Cataluña es todo un poema. Así, el “avi” José fue alcalde de Pineda durante un dilatado intervalo que va desde 1966 hasta 1987, a caballo del régimen franquista y de la democracia.
En la primera etapa, el patriarca era un cacique regional de la dictadura. En la segunda, un ultraconservador militante de Alianza Popular, predecesora del PP, bajo el liderazgo del exministro fascista Manuel Fraga.
José era un personaje muy despierto que amalgamó diestramente el papel de servidor de la plebe con el desempeño fabril.
Una de sus felices ocurrencias consistió en emplear los excedentes acopiados con el textil y el estraperlo, para diversificar los negocios y entrar de lleno en el turístico. Con tal finalidad erigió, uno tras otro, varios bloques para hosterías de vacaciones playeras.
Además, con un singular instinto previsor, evacuó el grueso de sus caudales al lejano territorio “offshore” de Curazao, en las Antillas Holandesas.
Allá fundó la instrumental Phedra Hotels Holding, que se nutrió de los fajos de billetes hurtados a Hacienda y pasó a ser la cabecera última de la red de aposentos del grupo.
Se desconoce el dato de si perpetró la formidable evasión de capitales a aquel opaco enclave americano cuando todavía lucía la camisa azul, o más tarde al vestir la chaqueta facha de Alianza Popular.
El prócer falleció en 1992 en un accidente de tráfico. Sus vástagos, los antedichos Pere, Enric, Josep y Eva, heredaron el fraudulento montaje y lo mantuvieron intacto hasta 2012. Por esas fechas, gracias a la amnistía tributaria decretada por el Gobierno de Mariano Rajoy, repatriaron su exótica corporación caribeña y la inscribieron en el Registro Mercantil de Barcelona. Afloraron de ese modo, tan campantes, un parque de bienes raíces contabilizado al coste histórico de 40 millones. Su valor real rebasa hoy con largueza los 100 millones.
Por cierto, olvidaba citar que el padre del president también hizo sus pinitos en el mundo de la política. Pero no como miembro de Esquerra Republicana, o de Alianza Popular, o del régimen dictatorial del caudillo. En los 90 fue concejal del Ayuntamiento de Pineda de Mar, en representación de la Convergència de Jordi Pujol.
De las peripecias descritas se desprende que la estirpe de los Aragonès posee una cualidad camaleónica, transmitida de generación en generación. Consiste en la pasmosa flexibilidad de sus tragaderas ideológicas, con tal de medrar a la sombra de los poderes públicos y seguir acumulando riquezas.