Hoy lo veremos cuando se abran las urnas y veamos los resultados electorales en Galicia si fue una voladura controlada o un tiro en el pie. El candidato Rueda pinchó por los movimientos de su partido. Quiso hacer una campaña galleguista y todo se fue al carajo cuando se supo que Feijóo valoraba el indulto a Puigdemont para pacificar Cataluña y buscar una salida e incluso valoró la amnistía. No fue el azar, fue una planificación con reunión formal con 16 medios de comunicación. Desde El País a OK Diario pasando por La Sexta, Antena3 o ABC. Lugar: Lugo, alrededor de unos platillos de pulpo. Cuando los medios se referían a un alto cargo del PP, era el más alto, no se equivoquen.
La “reconciliación” lanzada por Núñez Feijóo pudo ser una voladura controlada tras las afirmaciones de Carles Puigdemont con su “todo se sabrá”. Eso fue el jueves 8. El viernes 9 una fuente de la alta dirección del PP se reunió con los periodistas y planteó su análisis, alejado de los furibundos ataques a la Ley de Amnistía. Nada que ver. No fue improvisado, sino que estaba perfectamente planificado desde la calle Génova. El sábado 10 se filtró la información por parte de los medios. El domingo, el caos y la perplejidad se dieron la mano en el PP. Nadie entendía el movimiento.
La salida en tromba del PP acusando de manipulación a los medios se convirtió en la prueba del algodón de que lo publicado no era falso. Por eso la pregunta es: ¿por qué? ¿Por qué Feijóo se mete en ese jardín? Todo apunta que la razón de esta voladura controlada es el miedo a lo que pueda decir Junts de lo que sucedió en verano en sus conversaciones con los populares. Los de Puigdemont se regocijaron y echaron más leña al fuego: “Si hemos de añadir algo más, lo haremos”. No rompieron puentes con Feijóo, pero lo dejaron a pies de los caballos mientras el candidato Rueda veía que su estrategia de campaña saltaba por los aires. Aquello de Bildu Nacionalista Gallego, una extravagante forma de descalificar al BNG, quedaba lejos y, peor, hecho trizas. Para colmo de males, ERC se sumó a las denuncias de los movimientos de Feijóo previos a su intento de investidura. No es grave que el PP quiera hablar con Junts y con ERC. Lo grave es que a esos partidos pretendía ilegalizarlos y durante meses han ocultado los encuentros. Dicen en el PP que no eran enviados de Génova, que Dani Sirera y Carlos Floriano iban por libre, dejando claro que el PP es un remake del ejército de Pancho Villa.
La voladura controlada, sin duda, se le ha ido de las manos a Feijóo, que lleva toda la semana intentando achicar agua y minimizar daños. Por tanto, no extraña que muchos señalen que todo lo que ha pasado es un tiro en el pie. No es la primera vez que el líder popular intenta deconstruir la posición de su partido en Cataluña y siempre ha fracasado. Sus formulaciones más sosegadas se han ido por el retrete, provocando crisis en el PP catalán y movimientos teutónicos en el “todo Madrid”. Las declaraciones de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, apuntalando al líder del partido, suenan como un réquiem. Si Galicia no sale bien, es decir, no gobierna el PP, Feijóo puede empezar a contar el fin de sus días. Las vascas no son unas elecciones cómodas para los populares, y lo debe fiar todo a las europeas sabiendo que PSOE y Vox le van a poner las cosas cuesta arriba. Feijóo se ha situado él solo ante un pronunciado cambio de rasante que recuerda mucho al fiasco de las elecciones generales, donde vendió la piel del oso antes de cazarlo.
El beneficiado de la “autocrisis” popular no es el PSOE, es el Bloque. Ana Pontón le birla en estas autonómicas a los socialistas más de un 20% del voto que les respalda en unas generales. Ramón Gómez Besteiro es un buen político, pero mal candidato. No se sale del guión ni hace aspavientos pero no tiene valor añadido. A los socialistas solo les queda aspirar a que los populares pierdan la mayoría absoluta y ser la muleta de un nuevo bipartito gallego. Digo bipartito, no tripartito, porque Sumar, Yolanda Díaz, puede comerse las hieles más amargas si no entra en el Parlamento.
Hoy lo sabremos todo, pero lo que resulta meridianamente claro es que Feijóo tiene un problema de equipo. De hecho, Rueda convocó elecciones para pillar a Sánchez, y el pilado puede ser Feijóo porque su mayoría absoluta pende de un hilo. Sus bandazos y estridencias están lastrando su futuro y siempre en periodo electoral. Me pregunto, con ironía, si Sánchez no tiene un topo en Génova. Si no lo tiene, lo parece. Para jugar en la Champions el equipo debe ser de Champions, y no un equipo segundón que sube a Primera división y se cree la reencarnación de Maquiavelo.