Desde el retorno de la democracia, el principal problema estructural de la economía española ha sido un elevado número de parados. En noviembre de 2023, en nuestro país la tasa de desempleo se situó en el 11,9% y superó con holgura a la media de la zona euro (6,4%) y la Unión Europea (5,8%).
A pesar de dichos datos, en los próximos años, el anterior problema puede dejar de ser importante y convertirse en secundario. Así sucederá si se cumplen tres condiciones: una elevada creación de empleo anual, una reforma exitosa de los servicios públicos de ocupación y un aumento de la empleabilidad de determinados colectivos, tales como los menores de 25 años, los mayores de 50 y los trabajadores escasamente cualificados.
En 2023, el mercado laboral ha tenido un gran vigor y obtenido algunos de los mejores registros de su historia. Desde mi perspectiva, los principales son los siguientes:
1) la mayor creación de ocupación con relación al aumento de la producción. En el último período, por cada décima de incremento del PIB, el número de empleos creados ascendió a 31.230. Una ratio incluso superior a la observada en los años 2005, 2014 y 2021, tres ejercicios muy fructíferos en materia de ocupación por distintos motivos.
En el primero, hubo una gran regularización de inmigrantes; en el segundo, el país salió de una larga y profunda crisis, y en el tercero, la actividad se recuperó después de la pandemia originada por el Covid-19. A pesar de ello, el número de empleos creados por décima de incremento del PIB solo llegó a 27.524, 30.993 y 13.134, respectivamente.
2) un récord de ocupación. En el tercer trimestre, el número de puestos de trabajo creados ascendió a 21.265.900. Después de 16 años, superó el nivel de ocupación logrado en septiembre de 2007 (20.753.400). La última cifra constituyó un espejismo, alcanzada por el impulso proporcionado por una burbuja inmobiliaria y financiera al crecimiento del PIB y la ocupación. A diferencia del anterior registro, el récord actual tardará muy poco tiempo en ser superado, muy probablemente se logre en junio de 2024.
3) la mayor creación de empleo en un ejercicio normal. En el último período, el mercado laboral generó 783.000 nuevos puestos de trabajo. A pesar de ser un gran número, no es la mayor cifra creada en un año, pues en 2005 y 2021 la creación de ocupación ascendió a 1.018.400 y 840.600 empleos, respectivamente.
No obstante, los dos últimos datos fueron impulsados por un factor estacional. El primero por la regularización de 578.375 inmigrantes; el segundo, por la recuperación de la actividad económica después de las limitaciones a la movilidad establecidas por el Gobierno para hacer frente a la pandemia.
4) un récord de empleados en el sector público. En el cuarto trimestre de 2023, la cifra de asalariados del sector público ascendió a 3.593.300 y superó en 603.000 la observada en el tercer período de 2007. Un número probablemente superior al verdadero, pues en la Encuesta de Población Activa algunos de los que trabajan para una empresa subcontratada por la Administración indican que esta es su empleador.
El anterior aumento es positivo, si la inmensa mayoría de los empleos creados han servido para mejorar las prestaciones públicas, especialmente en los ámbitos de educación, sanidad, asistencia social, seguridad y justicia. No obstante, dada la pérdida de calidad de las dos primeras actividades en los últimos 16 años, no me parece que haya sido así. Por tanto, creo que una excesiva parte de ellos ha ido a engrosar el aparato burocrático de la Administración.
A diferencia del sector público, en el último ejercicio en el privado no hubo un récord de ocupación. En el cuarto trimestre de 2023, con relación en el mismo período de 2007, el número de empleos disminuyó en 109.500. La principal explicación está en el sector de la construcción, a pesar de que en los últimos 16 años solo aumentó la ocupación en el de servicios, pues también disminuyó en la agricultura y la industria.
En 2007, la inversión en construcción representaba el 20,2% del PIB, casi el doble de lo que significaba en 2023. En el primer ejercicio, el sector estaba sobredimensionado y proporcionaba un empleo a 2.693.500 trabajadores. En el segundo, su participación estaba por debajo de la normal y generaba una ocupación a 1.409.100. Una de las claves está en la gran diferencia en el número de viviendas iniciadas. En la primera fecha, ascendió a 617.350 unidades y en la segunda, aproximadamente a 105.000.
5) la mayor cifra de trabajadores extranjeros. En 2023, el número de trabajadores foráneos y con doble nacionalidad se situó en un máximo histórico. En el cuarto trimestre, los primeros llegaron a 3.022.300 y, en el tercero, los segundos, a 1.001.100. No obstante, no alcanzaron un récord los empleos cubiertos por españoles. En diciembre, aún había 453.800 ocupados menos que en el mismo mes de 2007.
En el último ejercicio, los extranjeros, los que poseen doble nacionalidad y los españoles absorbieron el 45,2%, 17,4% y 40% del empleo generado. Para los tres anteriores colectivos, el crecimiento de la ocupación fue del 12,4%, 16,3% y 1,8%, respectivamente. Una gran diferencia entre los dos primeros colectivos y el tercero basada en la existencia de una elevada inmigración durante el pasado año y una mayor empleabilidad de los foráneos en relación con los nacionales.
En 2023, la población residente en España aumentó en 598.634 personas. Un incremento generado casi en su totalidad por los inmigrantes, pues estos aportaron el 97% del crecimiento del número de habitantes. No constituyó una novedad, sino la prolongación de una tendencia observada desde 2018 e interrumpida por la pandemia en 2020 y 2021.
La mayor empleabilidad de los extranjeros está esencialmente basada en una mayor necesidad de trabajar, debido a una situación económica más precaria que la de los españoles. Por eso, a veces observamos que un abogado, economista o psicólogo foráneo está ejerciendo en nuestro país de camarero, fontanero o carpintero. El escaso colchón monetario les obliga a trabajar en lo que sale y les impide esperar a que aparezca un empleo adecuado a su formación.
En definitiva, en el pasado ejercicio, la evolución del mercado laboral fue excepcional. En dicho año, se alcanzaron cinco récords: ocupación total, creación de empleo por décima de PIB y en un año normal, número de asalariados en el sector público y de extranjeros trabajando en nuestro país. A pesar de ello, la tasa de desempleo solo disminuyó en 1,1 puntos, pues pasó del 12,9% al 11,8%.
La combinación de una gran creación de ocupación y una moderada disminución del paro vino explicada por el gran aumento de la población activa, generado principalmente por la masiva llegada de foráneos. El incremento del número de personas que deseaba encontrar un empleo aumentó en 589.600 y comportó una disminución del desempleo de únicamente 193.400 trabajadores. Una miscelánea que probablemente se repita en años venideros, debido a la gran necesidad de asalariados que poseen distintas actividades económicas y lo escasamente atractivas que son para los españoles.
No obstante, si tuviera que elegir un dato, me quedaría con uno que hace referencia a la calidad en lugar de la cantidad de ocupación. En 2023, el número de empleos generados en actividades profesionales, científicas y técnicas aumentó en 165.300 y superó a la suma de los creados por el comercio y la hostelería (156.000). Una cifra que equivale a la cereza de un magnífico y gustoso pastel.