Junts se carga su propia amnistía alineado con PP, Vox y el resto de la derecha dura de Manfred Weber. Sánchez y Bolaños no les han pasado una en la recta final de la negociación. El PSOE dice no a la enmienda 29 y al resto de enmiendas de los soberanistas. Resultado: no entra Puigdemont y tampoco lo hace Laura Borràs, la dame sans merci del nacionalismo, mujer de empeine alto, blonda y refajo. La ley se queda como está.
Boye, el letrado del expresidente fugado, tampoco cuela mientras siga estando inculpado por el blanqueo del narco Sito Miñanco. La sonada investigación del caso Volhov se pone también en el blanco de los mensajes y del dinero que llegó a Waterloo desde Rusia con amor. Putin está detrás de toda desestabilización posible en la UE, y el clan de Waterloo manejó medios e influencias en los cuarteles generales de la peligrosa ultraderecha alemana. Al final del nacionalismo, siempre alumbra la pureza de la raza.
La ley volverá a la Comisión de Justicia para un nuevo redactado. De momento, deja fuera los delitos “de traición y contra la paz o la independencia del Estado y relativos a la defensa nacional”. Puigdemont vuelve a la intemperie, después de un acto fallido en el Congreso con Oriol Junqueras en la zona de invitados. Sus huestes saben ahora que no pueden hacerle cosquillas en el vientre de la fiera cuando les viene en gana.
La mayoría parlamentaria está en entredicho, pero el PSOE puede seguir mandando sin amnistía y hasta sin los Presupuestos Generales, como demostró Rajoy varias veces consecutivas. Es muy distinto el futuro lamentable de Junts que mucho abarca y poco puede; algo parecido a la abstrusa oposición PP-Vox, la política-ruleta.
Es obvio que el magistrado García-Castellón y Feijóo obtienen una victoria sonada en el primer asalto; el magistrado, que emite un dictamen cada vez que sale humo del Congreso, se une al juez de instrucción de Barcelona que investiga el caso Volhov. Por su parte, Santiago Abascal se cae del guindo de la unidad total en el seno de su partido, cuando, pocas horas después de su congreso por aclamación, estalla Baleares.
La presidenta de Vox en las islas, Patricia de las Heras, que ha sido expulsada del Grupo Parlamentario regional, pidió ayer que los diputados que entraron en Vox por ambiciones personales devuelvan el acta. El caso es que la formación ultra no está tan entera como afirmó Santiago Abascal. El jefe, como le llama la España de Gárgoris y Habidis, ayer salió feliz de la Cámara, mientras Feijóo decía con cautela que no sabe si la legislatura de Sánchez será posible a partir de ahora. Todavía no ha entendido que en la calle hace más frío que en el palacete de Moncloa-Aravaca, aquel real sitio destruido durante la guerra.
En cualquier caso, va llegando la hora de Núñez Feijóo, si es capaz de modular su postura y dejar de insultar. El aparato socialista se desprende de su rémora, Puigdemont, y los sondeos ya anuncian una subida de la intención de voto del PSOE después de romper con Junts. Izquierda y derecha no son galgos ni podencos; en los próximos comicios generales ganará al fin quien sea más capaz de situarse en el centro, la predilección de la mayoría de los españoles.
Asistimos al estallido de la amnistía, a la caída abismal de Vox y al principio del fin de Junts. Y se acerca desde lejos la Semana Santa andaluza con el cartel de Cristo, figura ambigua de Jesús de Nazaret, con un paño de pureza en la cruz. El cartel de las ufanas cofradías y hermandades es un espacio en el que la tolerancia gana la partida al rancio itálico de la curia. Lo ha pintado Salustiano, el artista que hace del color su marca, el rojo Salustiano, como en otro tiempo fue el rosa Tiepolo.
Al alcalde de la antigua Híspalis, José Luis Sanz, se le ve feliz; le puede el encanto porque, al fin y al cabo, Andalucía es estética y marco de convivencia; la Bética es la consciencia del Sur; en ella se impone la didáctica de Estrabón. La celebración pictórica del cartelismo cobra especial sentido por el recién clausurado año del cincuentenario de la muerte de Picasso, el genio malagueño que transformó el “desnudo” en “cuerpo”, matando de envidia a Las señoritas de Avignon, su mejor tela, zaguán del arte contemporáneo.
Ayer, en la Puerta de los Leones de las Cortes en Madrid, después del frenazo de la amnistía, Oriol Junqueras, el líder de ERC, consideró que la ley revolcada por el plenario “es un redactado que ya lo contiene todo”. Sonríe y nadie diría que él también está personalmente concernido; claro que él, por lo menos, se gana el perdón. La intransigencia acabará con todo, frente a la paz que ya disfrutamos. La sangre simbólica del pintor Salustiano en Sevilla es la derramada simbólicamente por Junts, el partido niño. Nos conviene el símbolo y que llegue la brisa bética antes de carnaval.