El sábado 7 de octubre de 2023 empezó una guerra entre Israel y Gaza. No constituía un conflicto bélico más, sino uno especialmente pernicioso para la economía mundial, si provocaba una disminución de la oferta de petróleo. El peligro estaba en la extensión de la contienda a algunas naciones próximas, el cierre al tránsito de mercancías del Estrecho de Ormuz (circulan 18 millones de barriles de crudo diarios) o el endurecimiento de las sanciones a Irán por su apoyo a Hamas.

El lunes 9 de octubre, los especuladores lo tenían claro: la evolución del precio del petróleo les permitiría ganar mucho dinero en un escaso período de tiempo. Por eso, en el mercado de futuros del crudo, tomaron masivamente posiciones largas. En otras palabras, compraron la anterior materia prima, pues estaban convencidos que el importe del barril Brent se dispararía al alza y superaría ampliamente los 100 $.

Para la mayoría de ellos, el conflicto bélico constituía el espaldarazo final a una tendencia iniciada el 1 de noviembre de 2022. En dicha fecha, los países de la OPEP + empezaron a reducir su oferta de petróleo. Su propósito era el regreso del precio del crudo a los 100 $, un importe que no alcanzaba desde el 29 de agosto del mismo año.

El 7 de octubre de 2023, las naciones de la OPEP + producían 4,96 millones de barriles diarios menos que un año atrás. Un importe aproximadamente equivalente al 5,5% de la producción mundial. En la mayoría de las ocasiones, la anterior cuantía puede cambiar drásticamente la coyuntura del mercado y convertir un exceso de oferta en escasez.

De forma sorprendente, para numerosos analistas y la OPEP +, las anteriores predicciones no se han cumplido. En la actualidad, la oferta es superior a la demanda de crudo. Por eso, en los últimos tres meses, el precio del petróleo ha disminuido un 9,9%, al pasar de 84,6 a 76,2 $. Las principales causas han sido las siguientes:

1) Un incremento de la producción en EEUU. En la última década, en el país americano, la producción de petróleo mediante el fracking ha tenido un crecimiento muy elevado. Dicha técnica permite extraer crudo de un pozo de forma más rápida que los métodos convencionales. Debido a ello, las petroleras de EEUU tienen una mayor capacidad de reacción que antaño y pueden aprovechar en una superior medida un aumento súbito de la demanda internacional o una reducción de la oferta del resto del mundo.

El 24 de febrero de 2022, la invasión de Ucrania por Rusia supuso un gran incremento del precio del petróleo y un elevado incentivo para aumentar el número de plataformas destinadas a la extracción de crudo. En el pasado ejercicio, dicho incremento continuó y compensó parcialmente la reducción de la oferta por parte de la OPEP +. Así, por ejemplo, en octubre de 2023, EEUU produjo 900.000 barriles diarios más que en el mismo mes de 2022.

2) El aumento de la oferta de otros países.  Para contrarrestar los efectos de los recortes de producción de la OPEP +, EEUU ha suavizado las sanciones a Venezuela y no ha incrementado las establecidas a Irán. De ellos, también se han beneficiado otros productores como Canadá, Brasil y Guayana, logrando los dos últimos un récord de extracción de crudo en el último trimestre de 2023.

Además, es bastante probable que algunos países integrantes de la OPEP + no hayan cumplido los acuerdos alcanzados y estén suministrando al mercado más petróleo del previsto. Una organización que tiene mucha menos influencia que 50 años atrás, pues en 2023 su cuota de mercado ya era solo del 51%. Desde 2016, ha perdido siete puntos.

3) El cierre de las operaciones especulativas. En las últimas fechas, numerosos especuladores han sido conscientes del error cometido. Por tanto, han cambiado de opinión. Ya no creen que el precio del petróleo superará próximamente los 100 $, sino que estiman que en los próximos meses es probable que no llegue a 80 $. Por tanto, en el mercado de futuros han cerrado su posición y vendido los barriles de petróleo adquiridos en septiembre y octubre del pasado año.

4) Elevados inventarios por parte de países europeos y asiáticos. En 2022, la guerra entre Rusia y Ucrania provocó una demanda adicional de petróleo. Los gobiernos de los países europeos y asiáticos fueron precavidos e incrementaron notablemente sus compras para asegurarse el suministro de crudo. El stock acumulado por las anteriores naciones importadoras de la materia prima alcanzó niveles muy superiores a los habituales.

Hace dos años, dichos ejecutivos temían que no pudieran comprar los barriles necesarios para satisfacer las necesidades de familias y empresas, debido a una abrupta reducción de la oferta. En 2023, han descartado completamente la anterior opción. Por tanto, de manera paulatina, han reducido el nivel de su stock de seguridad y la demanda de crudo.

5) Un escaso crecimiento de la economía mundial. La débil demanda de bienes de China, derivada de una disminución de sus exportaciones y el estallido de la burbuja inmobiliaria, ha conducido a una sustancial reducción de su demanda de petróleo. Una coyuntura también observada en la Unión Europea debido a los negativos efectos sobre el PIB del elevado aumento de los tipos de interés del BCE y la crisis industrial que afecta a algunos países del área.

En 2019, un ejercicio normal, ambas zonas económicas supusieron casi un 25% del consumo global de petróleo. Por tanto, su impacto sobre la demanda internacional de crudo ha sido considerable e infravalorado por numerosos analistas y especuladores. Su negativa repercusión sobre su precio no se limitará a 2023, sino que continuará y se agudizará en 2024, pues el crecimiento del PIB mundial será inferior en el segundo año que en el primero.

En definitiva, en los últimos tres meses, el precio del barril Brent ha bajado un 9,9%. Las principales causas han sido una demanda inferior y una oferta superior a la prevista. Desde mi perspectiva, la anterior coyuntura se prolongará durante el actual ejercicio. Por tanto, en 2024 descarto un importe del crudo superior a 100 $ y considero más probable que se sitúe por debajo de 70 $ a que exceda los 80 $.

Si así sucede, numerosos países desarrollados lograrán una disminución de la inflación más rápida de la prevista y en el segundo semestre un impulso adicional a su nivel de crecimiento económico. Así pues, en 2024 el petróleo tendrá un papel muy diferente al inicialmente adjudicado, pues el supuesto villano hará de benefactor de la economía mundial.