Hemos entrado en alarma por sequía. Restricciones y más restricciones, pero lo más duro vendrá después de Navidad. Nuestro Gobierno nos dice que estamos sin agua, pero, como siempre, le tiemblan las piernas a la hora de tomar decisiones, retrasa las medidas paliativas y se olvida de las estructurales. Siempre lo ha hecho. El Gobierno Aragonès se caracteriza por no tomar decisiones y, en política, lo grave no es equivocarse, lo grave es inhibirse.

Corría el mes de noviembre de 2022. Hace un año. El presidente de Agbar, Ángel Simón, en una entrevista se quejaba por los retrasos en los proyectos de reutilización del agua, que hubieran significado más reservas, y confirmó la existencia de un macroproyecto de 1.300 millones de euros, acordado con la Agencia Catalana del Agua, para reutilizar el agua para consumo doméstico.

“Eso significa incrementar el tratamiento en las depuradoras, devolverlo al río y luego volverla a usar. Es decir, darle una nueva vida a esta agua. Eso haría que esta fuera la última sequía en términos de reservas y consumo de agua. Estaríamos desvinculando el consumo de la necesidad que hoy tenemos de que llueva o de tener que acordar restricciones con el mundo agrícola. Y ese proyecto ya está”, decía el principal ejecutivo de Agbar.

Ponía fechas para tramitar el proyecto, para marzo de 2023, y hacía una previsión para finalizar las obras. Fue tanto como predicar en el desierto. El proyecto es solo eso, un proyecto, porque sigue durmiendo el sueño de los justos y las obras, les adelanto, no acabarán en 2025. La entonces consellera de Agricultura, Teresa Jordà, fue desdeñosa con la propuesta y muy sobrada ella dijo que teníamos el agua garantizada durante un año.

Se equivocó, es evidente, y no hizo nada por evitarlo. El Govern, su president, tampoco. Durante este año, restricciones en muchas poblaciones, y en sectores clave como el agroalimentario se ha recortado el suministro. Ahora, como gran plan se prohibirá regar jardines o limpiar calles con agua potable, nos planteamos traer barcos, y se reducirá la presión en los grifos. Ya de paso se le dirá al personal que sea prudente en el consumo y se sugerirá que es el culpable de la escasez.

El actual conseller, David Mascort, abogó por “administrar bien los recursos de los que disponemos”. Lo que no dijo es que no tenemos los recursos que deberíamos tener porque la Generalitat no hace “el huevo” desde el 2008, cuando el presidente José Montilla hizo las últimas inversiones e incluso se estudiaron posibilidades de trasvases que sulfuraron al territorio; saltaron a la yugular al grito de “el agua es mía”.

La interconexión de cuencas es un tema tabú en Cataluña, y en España no digamos, lo que la elimina como solución, pero en algún momento se debería plantear. No lo hará este Govern, eso seguro, porque ni siquiera ha tenido coraje para iniciar las restricciones de forma inmediata y menos afrontar inversiones, que hubieran estado amparadas por fondos europeos, que hubieran puesto una pica en Flandes ante una sequía que será constante e irá a más por el cambio climático, que, por cierto, algunos todavía niegan.

Al Govern solo les queda prometer que irán a Montserrat de rodillas a pedir que llueva. Francesc Baltasar lo prometió y no tuvo que cumplir la promesa porque llovió a mares. Como llovió, todos los planes volvieron al cajón. En 2010, cambió el Govern y llegaron los recortes. Todos los proyectos relacionados con el agua durmieron profundamente. Luego el procés lo acaparó todo y no se movió ni un dedo para elaborar un plan para afrontar una nueva sequía que iba a ser segura.

El Govern sigue sin plan de infraestructuras de carácter estructural y se conforma con medidas paliativas donde los culpables serán los ayuntamientos y usted. El Govern se pondrá a salvo y continuará sin hacer nada. El horizonte que nos espera es muy poco halagüeño porque la ambición es solo salir del paso y no tenemos un plan hídrico de futuro. No les extrañe que se apunten a una romería a Montserrat para pedir que llueva. O una cosa mejor, para la próxima vez escuchen a los que saben.