En el acuerdo entre PSOE y Junts se plantean algunas discrepancias que, presumiblemente, se irán limando en la mesa de negociación correspondiente. Sin embargo, la mayoría de las críticas se han centrado en las coincidencias entre ambos partidos y han pasado por alto el contenido del punto 2: “Antecedentes”, denominado también “relato sintético de hechos [que] acredita objetivamente” el conflicto que “sigue sin resolverse”.

Es decir, el PSOE hace suyas las mentiras y medias verdades de dicho relato. Luego no ha habido un chantaje de los separatistas a Sánchez, como se suele comentar. Al firmar este documento el PSOE se ha convertido en colaboracionista del nuevo procés, que se reinicia a partir de ahora, con todas sus mochilas y disparates identitarios.

Admitir que la movilización en favor de la independencia parte de la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010, “a raíz fundamentalmente de un recurso del PP”, es una media verdad. El mayor y definitivo impulso al proyecto independentista procede del Programa 2000, hecho público el 28 de octubre de 1990.

La puesta en marcha de aquellas “propuestas para aumentar la conciencia nacional” supuso una descarada “nacionalización”, que tuvo como efecto más inmediato la inmersión lingüística y, poco después, todos los incumplimientos de leyes que culminan con el procés.

En el acuerdo se inserta una versión nacionalista de la historia de Cataluña sobre la guerra de Sucesión y los Decretos de Nueva Planta, construida mediante manipulaciones y ocultaciones. Para aquellos socialistas que siguen sin entender este dato resulta muy esclarecedora la lectura del último libro de Óscar Uceda, Cataluña, la historia que no fue (Espasa, 2023).

Con un tono divulgativo y, en apenas 200 páginas, el lector despistado podrá comprender por qué “la Administración catalana es la única de Europa occidental que financia y respalda la historia conspirativa”. Además, este historiador ilerdense desvela de manera muy solvente el interés que tienen los nacionalistas por controlar la producción y difusión de su relato histórico.

A las mentiras y demás ficciones Junts y el PSOE las califican de una “complejidad histórica y política” de tal calibre que “ha conllevado que una parte relevante de la sociedad catalana no se haya sentido identificada con el sistema político vigente en España”. Nótese que el negociador Santos ha conseguido introducir “parte relevante” en lugar de todo “el pueblo catalán”.

En su libro, Uceda ofrece explicaciones claras sobre esas mentiras que los nacionalistas han incluido en el acuerdo sobre la prohibición del catalán o la pérdida de las “instituciones seculares”.

Después de tantas y tantas publicaciones de historiadores serios y rigurosos que, desde los años ochenta del pasado siglo, han demostrado cómo se ha construido el relato de los nacionalistas, es inadmisible que un partido de ámbito nacional asuma, sin reparo alguno, el discurso victimista y supremacista de esta ultraderecha catalana.

Puede que sea maldad, cinismo o engaño, o quizás sencillamente un desconocimiento profundo y severo de la historia de su país, que mantiene a los gobernantes socialistas y demás militancia en una eterna adolescencia, caprichosa e insensata. Ignorar lo sucedido antes de nacer tú, como advirtió Cicerón, es ser eternamente un niño. Y quien con infantes pernocta excrementado alborea.