Esta semana se daba a conocer el informe de la Unión Europea Evasión fiscal global 2024 que muestra la intensidad de la evasión y elusión fiscal de grandes fortunas y multinacionales. En el mismo se señala que España dejó de recaudar 4.500 millones de euros por el desvío de ganancias de grandes corporaciones y que la riqueza depositada en paraísos fiscales supera el 10% del PIB anual, una dinámica similar a la de los países occidentales más avanzados.
Es un análisis cargado de luces y sombras, de avances como el intercambio de información bancaria entre estados, que ha hecho aflorar muchas fortunas, y de retrocesos como la consolidación de una fiscalidad global que permite no pagar impuestos a los más ricos. El informe me sugiere tres consideraciones preocupantes.
El perfeccionamiento de la evasión fiscal, pues hemos transitado de tener que amagar la riqueza en paraísos fiscales, en su momento totalmente inaccesibles a las autoridades de los países democráticos, a ir conformando un marco jurídico que permite evitar el pago de impuestos sin cometer delito alguno. Así, se trata de aprovechar las diferentes legislaciones para situar el dinero global, que se mueve alegre y libremente, donde más convenga; y parece que no resulta demasiado complicado.
A su vez, la enorme capacidad de dichos ultraricos y grandes corporaciones para influir en la acción de los poderes públicos y, al mismo tiempo, para conformar un ideario socio económico que, atendiendo a sus intereses, arraiga en nuestras sociedades y alimenta ese profundo malestar cada vez más enquistado.
Y, finalmente, la desfachatez con que parte de esa élite pretende lavar su imagen patrocinando cátedras de ética y exhibiendo impúdicamente sus prácticas de responsabilidad social corporativa. Una actitud indignante para todos pero, especialmente, para esa enorme amalgama de pequeños empresarios que se juegan su patrimonio, generan riqueza y soportan una presión fiscal a menudo excesiva.
No estaría mal que esas pymes en vez de limitar sus críticas a los gobiernos, también señalaran a aquellas grandes fortunas y corporaciones que desprestigian y deslegitiman el modelo capitalista. Dudo que lo hagan.