Decían que Presidencia del Gobierno había preparado a conciencia el semestre de presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea. Nos toca cada 11 años y, al paso que vamos con las continuas ampliaciones, la siguiente no será antes de 2035. Se han apartado del presupuesto al menos 160 millones, se han organizado reuniones de todo tipo y condición en 22 ciudades –siendo espectacular la puesta en escena de la reunión en la Alhambra–, se ha organizado una reunión entre la UE y los presidentes latinoamericanos, se aspira a resucitar la Conferencia por la Unión del Mediterráneo… pero casi todo ha quedado más en puesta en escena que en contenido.
La agenda personal de nuestro presidente en funciones se ha puesto por delante tanto de la agenda europea como de la española. La convocatoria por sorpresa de elecciones en julio tras el batacazo de mayo la han catalogado varios politólogos de genial, y tal vez lo sea desde el punto de vista de supervivencia electoral, pero no desde luego para potenciar los intereses nacionales. Es una pena ver cómo se ha malgastado una oportunidad para mejorar nuestra posición en Europa en un momento crucial por temas que nos afectan muy directamente como la crisis migratoria y los fondos europeos.
Solo como alucinante puede catalogarse el plantón que dio nuestro presidente en funciones en la cena y en la rueda de prensa final de uno de los eventos más singulares, el encuentro de presidentes europeos y latinoamericanos, por acudir a un mitin en Huesca, cena, y a otro en San Sebastián, rueda de prensa. De increíble pueden calificarse las prisas por hacer oficial en Europa el aranés, el vasco, el gallego, el valenciano y el catalán para lograr los votos en su investidura de nacionalistas e independentistas. Pero en realidad solo son anécdotas. Toda esta presidencia ha sido, es, un sinsentido que, muy probablemente, cierre las puertas de nuestro candidato a renovar la presidencia del Gobierno a cualquier cargo europeo porque sus colegas se han caído del caballo. Si la imagen de España ha caído por los suelos, la imagen europea de Sánchez, más.
Probablemente la actual crisis en Oriente Medio dé la puntilla a las aspiraciones multilaterales de su Sanchidad, salvo para la cada vez más devaluada ONU, donde cabe todo el mundo. Ni está donde tiene que estar ni tiene ordenado a su Gobierno. Las declaraciones primero de la vicepresidenta Díaz y luego de la ministra Belarra son incompatibles con formar parte de un Gobierno de la Unión Europea o de la OTAN. Pero solo son el aperitivo de lo que nos espera si sigue adelante la investidura con tantos instrumentos imposibles de afinar. Pero todo sea por retener el poder un día más. Desde luego ya puede decir adiós a la secretaría general de la OTAN si algún día pensó en ella. Los americanos no entienden que una ministra de un Gobierno europeo apoye las tesis de Irán, pida romper relaciones diplomáticas con Israel y siga siendo ministra.
Francia y Alemania ya van por libre, sin disimulo. La conexión con Von der Leyen parece rota y veremos si España logra alguna posición global tras perder la sede de la Agencia del Medicamento, la presidencia del Eurogrupo, la presidencia de la Organización Mundial del Comercio, la dirección general de la Agencia Espacial Europea, la presidencia del Consejo de Supervisión del BCE… está por ver qué ocurre con la sede de la Agencia Antiblanqueo de la UE y con la presidencia del BEI. Se supone que Calviño será elegida para este cargo. Si no lo es, el fracaso europeo de este Gobierno será mayúsculo. Y si lo es… también.
Las aspiraciones a un cargo internacional de nuestro actual presidente en funciones, la verdad, no son de gran interés general, ojalá tenga suerte, pero es muy triste ver que los presidentes de Estados Unido, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia hacen un comunicado en un momento histórico y España, que podía haber aparecido gracias a esta presidencia rotatoria, no quiso o no quisieron que estuviese. Fueron a Israel la presidenta del Parlamento y la de la Comisión Europea, faltó nuestro presidente. Han estado Biden, Scholz y Sunak, irá Macron y, posiblemente, Meloni. ¿Qué hará Sánchez? Sus ganas de contentar a todos hacen que en ocasiones complicadas como la actual deje a todos descontentos. El mito de su buena imagen internacional, que la tenía, se ha hecho añicos en estos seis meses.