Las empresas hoteleras españolas están exultantes. El último verano fue ubérrimo en términos de ocupación y las previsiones para el resto del año son asimismo muy favorables. El grueso de las cadenas del ramo ya supera las cifras previas que registraba antes de la aparición del coronavirus. Los daños ocasionados por éste fueron muy cuantiosos y todavía algunas compañías sufren los coletazos.

Es el caso de la barcelonesa Hesperia, perteneciente a José Antonio Castro Sousa. Su cifra de negocio se triplicó en el último ejercicio hasta 135 millones. Esta suma prácticamente iguala la que lucía en 2019, tal como se echa de ver en la tabla adjunta.

Conviene señalar que una década atrás la facturación era de 160 millones. La merma ocurrida desde entonces se debe a la venta de varios edificios de su propiedad.

Hesperia dispone ahora de 17 establecimientos urbanos, siete de ellos sitos en la capital catalana, así como de 5 resorts ubicados en Baleares, Canarias y Venezuela.

Sus resultados económicos regresaron en 2022 a la senda de los beneficios, con unas ganancias de 3,9 millones. Contrastan con los de 2020 y 2021, que debido a los problemas de la pandemia arrojaron un mayúsculo quebranto de 74 millones.

GRUPO HESPERIA EN CIFRAS (en millones de €)

Año Ventas Resultado
2022 135 3,9
2021 48,6 -26,5
2020 30,2 -47,8
2019 136 14,5
2018 138 21,9
2017 140 7,2

La situación no era alarmante, porque la entidad todavía disponía de un mullido colchón patrimonial. Aun así, solicitó ayuda al Gobierno de Pedro Sánchez. Éste le facilitó 55 millones repartidos entre un préstamo ordinario y otro participativo, con vencimientos dentro de seis y siete años. El Ejecutivo se ha asegurado el cobro mediante garantías prestadas por las treinta firmas integrantes del conglomerado. Tales inyecciones engordan las deudas globales de Hesperia hasta 318 millones.

Su balance alberga unos activos de 867 millones, entre los que descuellan los edificios y terrenos por importe de 650 millones. El volumen de los recursos propios alcanza los 377 millones. La plantilla consta de 1.200 empleados.

El cuartel general del consorcio radica en Hospitalet de Llobregat, en el emblemático rascacielos coronado por una cúpula. Su presidente ejecutivo, José Antonio Castro Sousa, es un miembro relevante de la comunidad galaica asentada en Barcelona. Dirige su emporio con dos colaboradores directos, el consejero delegado Jorge Ferrer Graupera y el vocal José Antonio Linati de Puig.

Castro, de 67 años, es un hombre de negocios de largo recorrido. Nació de padres gallegos, en Caracas (Venezuela), donde gestionaban negocios relacionados con el turismo.

La familia regresó a España a finales de los años sesenta, se instaló en la Ciudad Condal y montó Construcciones José Castro. Entre otros trabajos se dedicó a erigir hoteles a destajo.

Hesperia se constituyó en 1971 con un racimo de siete socios. El promotor Aniceto Císcar, el abogado Pedro Cuatrecasas Sabata (padre de Emilio Cuatrecasas Figueras, precursor del despacho que lleva su apellido), Juan Gaspart (Husa), Luis Mora (Pastelerías Mora), Andrés Iráculis, Jaime Sagué y el notario Gerardo Salvador Merino. El punto de arranque fue un hospedaje abierto en la Cosa Brava.

La entrada de Castro en el accionariado es más reciente. Acaeció en 1989, mediante la aportación de un alojamiento que poseía en Sant Just Desvern, al pie de la autopista.

Por aquellas fechas estallan disensiones internas y salen del capital Cuatrecasas y Gaspart. Los problemas continúan. Salvador también se marcha, pero se lleva bajo el brazo algunos bienes con los que lanza la red Silken. A finales de los noventa abandona Iráculis, quien pone en marcha por su cuenta Abba.

Castro controla hoy una abrumadora mayoría de Hesperia y empuña la batuta de mando. En tiempos pretéritos desarrolló varias iniciativas paralelas, algunas de las cuales acabaron como el rosario de la aurora. Es el caso de la inmobiliaria Habitat, que lideraba Bruno Figueras. Esta sociedad adquirió en 2007 la división ladrillera del gigante Ferrovial, por 2.200 millones. Figueras buscó socios para participar en la compra. Además de Castro, mordieron el anzuelo prebostes como el citado Emilio Cuatrecasas; Leopoldo Rodés, del grupo publicitario Mediaplanning; y Dolores Ortega, sobrina de Amancio, el coloso de Inditex.

Entre todos aportaron 150 millones. Pocos meses después estalló la crisis y Habitat se desplomó en una quiebra estruendosa. Diez años más tarde, tras la liquidación de los despojos de Habitat, los potentados solo pudieron recuperar el 0,7% de su dinero.

Castro también colocó fondos en el sector financiero, mediante la compra del principal paquete de acciones del Banco de la Pequeña y Mediana Empresa, conocido como Bankpyme y presidido a la sazón por Fèlix Millet, el saqueador del Palau de la Música. Tras muchas vicisitudes y luchas intestinas, Castro hubo de malvender la entidad a La Caixa.

Desde entonces, el empresario galaico-catalán centra su atención en Grupo Hesperia. Pese a los duros avatares del Covid, su obra magna sigue en pie, mantiene activos muy potentes y prevé para el año en curso una rentabilidad sustanciosa.