Es que ya no pueden ni enamorarse con tranquilidad. Por si no fuera suficiente con la cárcel, el exilio y las diferentes sentencias en forma de multa que van cayendo sin prisa pero sin pausa, los audaces soldados de las tropas catalanas, esos CDR que siempre van contra sus propios conciudadanos cortando carreteras y vías férreas, son seducidos por policías infiltradas. Vaya en favor de la agente de la Policía Nacional que, a la vista de Óscar, el CDR de Girona que cayó en sus redes, lo suyo fue un acto de heroicidad rayando la temeridad. No porque Óscar sea muy feo, que lo es, sino porque el hecho de salir en un video casi gimoteando porque la que creía mujer de su vida resultó ser en realidad una infiltrada, provoca vergüenza ajena.
¡Ten un poco de dignidad, Óscar! Di por lo menos que María -ese es el nombre de la policía, ignoro si real o inventado- no significó nada para ti, que te lo pasaste bien y eso es todo, que un CDR no tiene otro amor que Puigdemont, que te importa un rábano lo que sucedió entre vosotros. En lugar de eso, nuestro valiente Óscar se comporta como una doncella adolescente al descubrir que quien la sedujo y le prometió una vida en común, está casado y tiene tres hijos. Cómo iba Cataluña a conseguir la independencia con esta panda de niñatos de punta de lanza.
Un tipo como Óscar debe sospechar siempre de cualquier mujer que se le acerque con intenciones libidinosas. Si no busca dinero, busca información, lo que salta a la vista es que no se le acerca ni por su belleza ni por su personalidad. Esta vez ha tenido suerte y ha sido engañado por una honrada policía que se conformaba con sonsacarle algún secretillo que otro, pero la próxima quizás sea una buscona que le limpia la cuenta corriente, más alguna caja de resistencia que tenga guardada en casa. A ver si Óscar ha aprendido la lección, aunque me extrañaría, estos pelanas suelen tropezar con la misma piedra durante toda su vida.
Aguantar tres años a un tipo tan cursi e inútil no lo hacen muchas mujeres, ni siquiera como servicio al Estado. La mayoría de las que conozco, no tocarían a Óscar ni con un palo de escoba. "En las películas a las espías por lo menos les toca seducir a criminales atractivos y morbosos, y no a un pobre desgraciado sensiblero", se quejaría, y con razón, la agente María a sus superiores.
El infeliz de Óscar ni siquiera sospecharía de que su amada tuviera siempre libreta y bolígrafo junto al lecho conyugal para apuntar todo y no olvidar detalle ni nombre alguno, el muy iluso pensaría que puntuaba ahí sus dotes amatorias. Los hombres suelen ser muy locuaces en la cama.
-Eres el amor de mi vida, este fin de semana te voy a presentar a mi familia. ¿Cuántos hijos vamos a tener, cariño mío, luz de mis entrañas, cuchi cuchi?
-Huy, los que quieras. Por cierto, ¿quiénes fueron los amigos que te acompañaron a cortar la vía del tren?
Seguro que Óscar hubiera preferido ser engañado por motivos sexuales que políticos. Mucho mejor ser un cornudo que un chivato. Ahora es las dos cosas, con lo que las miradas de sus compañeros de aquí en adelante serán mitad sardónicas, mitad ofendidas. No debe de ser una mirada fácil de llevar a cabo, los CDR de Girona deberán ensayarla mucho antes de encontrarse de nuevo con Óscar, si no quieren parecer bizcos.
No es de extrañar que un CDR sea tan bobo. Si fueron engañados por unos políticos vividores que les prometieron lo imposible, es normal que lo sean también por cualquier otra persona. Los CDR son las víctimas ideales para estafadores de todo tipo, el "mirlo blanco" con el que sueña cualquier timador profesional. O cualquier cuerpo de policía.