Todo su gozo, en un pozo. Carles Puigdemont tenía puestas todas las esperanzas en la sentencia del Tribunal General de la UE (TGUE). Una sentencia a su favor hubiera roto la campaña -sobre todo la de ERC y la del PSOE- y le hubiera dado total protagonismo, y como consecuencia, diría que España no es un Estado de derecho y hubiera sido elevada al más alto altar del independentismo más radical. Todo ha quedado en nada, porque el tribunal europeo ha emitido una sentencia que no arroja dudas: es una derrota sin paliativos para Puigdemont y sus intereses. Ahora, volver a Cataluña se deja para cuando se derrote al Estado Español. O sea, que Puigdemont no vuelve y lo fía para largo. Su cabreo se resume en su denuncia sobre un supuesto pacto que le hicieron llegar desde el PSOE. ¿Ahora? Huele a mentira y revancha.

De hecho, pendiente del movimiento de Llarena, el eurodiputado Puigdemont se quedará en Bélgica una temporada, no vaya a ser que si es detenido se le extradite a España y sea juzgado. Los más beneficiados por la sentencia son PP y Vox, que no duden esgrimirán la sentencia para ensalzar a la justicia española y de paso atizar a Pedro Sánchez. Eso sí, pondrán sordina sobre un hecho nimio -entiendan la ironía-, que Puigdemont hizo lo que hizo sin que el PP hiciera nada por evitarlo porque simplemente el Gobierno de Rajoy ni se enteró. Ni del referéndum ni de que se las piró en el maletero de un coche. El culpable será Sánchez, sin duda, porque dijo que lo traería a España y no lo hizo. En estos días, desde el PP se desliza que Puigdemont será indultado si vuelve a España y gobierna Sánchez. Por tanto, primer acto: que el PSOE pierda las elecciones.

Los socialistas se las tendrán que ver en este escenario porque los populares lo utilizarán de punta de lanza para cambiar el argumentario de la campaña, demasiado centrado en los pactos de Feijóo con la ultraderecha, ultramontana, ultracatólica, ultramachista y ultraxenófoba que ensalza la dictadura de Franco sin demasiado pudor. Sin embargo, una sentencia favorable a Puigdemont hubiera puesto las cosas mucho peor. Al PSOE y a ERC, que respira con satisfacción porque los republicanos se ven con fuerzas para superar a los de Junts en estas generales, pero la cosa está muy enconada.

Enconada entre los dos partidos y enconada en general en el mundo independentista. Dolors Feliu, la flamante presidenta de la ANC, ha recibido otro revolcón. Por parte de los suyos, que le han dicho que nones a sus veleidades boicoteadoras. Derrotada sin paliativos, Feliu se ha quedado sin su “tesoro”, con el que pretendía poner en jaque a ERC y a Junts. A los militantes de la ANC les ha parecido una pasada de frenada y han frenado en seco sus aires de grandeza porque el 23J hay demasiadas cosas en juego.

La encuesta del CEO ha venido a dar la razón a los que quieren votar. ERC y Junts mantienen un duro pulso y la CUP se juega su presencia. Los datos dicen claramente que el independentismo perderá estas generales. Para colmo de males, el PSC arrasará el 23J y sigue en primera posición en autonómicas. Lo curioso del CEO es que ERC se la pega en generales -pierde un mínimo de tres escaños-, se la pegó en las municipales, pero sale airosa en autonómicas. Insisto, es curioso, o es simplemente un favor. Como Tezanos.

Por si fuera poco, los preparativos del 11-S son también motivo de bronca. La ANC de Feliu la protagonista. Esta vez porque, siguiendo el criterio de yo me lo guiso, yo me lo como, ha organizado la Diada dejando al lado a la Asociación de Municipios por la Independencia. La AMI tampoco pasa por un buen momento, pero eso de hacer solo de comparsa no ha gustado ni un pelo.

En definitiva, el 23J lo marcará todo. Si gana Feijóo en coalición con Vox, Puigdemont es posible que se encierre no en Bélgica, sino en la Casa de la República. Si Junts gana las generales, en ERC se producirá un profundo temblor y se impondrán los que quieren irse al monte, aunque no sepan para qué. Si gana ERC, Junts se radicalizará aún más. Y pase lo que pase, el Govern de Aragonés seguirá vagando por el desierto aguantando como sea hasta otoño del 24. Veremos. Mientras, los más hiperventilados exigirán más ímpetu contra el Estado y se reavivará la tesis de la confrontación, y si gobiernan PP y Vox los decibelios se dispararán, aunque con mucho griterío y poco más. Aunque en ese poco más, que coja cuerpo una candidatura contra los partidos, los indepes claro. Un mes y medio después la Diada. De lo que pase el 23J estaremos en el punto y final de la Diada independentista, o cogerá aire porque se identificará un nuevo enemigo: la derecha. A mí me sorprende porque hasta ahora siempre han dicho que el PSOE y el PP eran lo mismo. Cuando tomen su medicina se darán cuenta de la majadería en la que han vivido.