La CUP es ese partido antisistema que siempre dice que no concurrirá a las elecciones generales porque son cosa de España, pero siempre acaba presentándose. El próximo 23J no va a ser distinto. Como siempre que este partido toma alguna decisión, así sea el menú que van a degustar en el descanso de la asamblea y la marca de la ginebra para el gintónic final, lo ha consultado a las bases. Consultar a las bases no significa nada, porque nadie sabe qué se vota ni por qué se vota, pero queda la mar de bien. Por tanto, y como era de esperar, esta vez “las bases” han dicho que sí, que vayan a las elecciones, y es que las bases de la CUP están tan bien adiestradas que dicen siempre lo que conviene a sus dirigentes, que son los que viven de ello.
La CUP tiene unos estatutos, claro, pero son unos estatutos tan flexibles que se los pueden pasar por la entrepierna siempre que la ocasión lo requiera. Un ejemplo: un candidato de la CUP no puede presentarse más de dos veces a las elecciones, pero no pasa nada, porque cuando alguno quiere hacerlo (ya se sabe que el poder es muy goloso y en cuanto uno lo prueba, no quiere soltarlo), basta con presentarse bajo otras siglas creadas para la ocasión, es decir, cambiar el collar, pero mantener al perro. En las últimas elecciones municipales ha habido ejemplos en toda la geografía catalana.
-Oigan, pero todos ustedes son de la CUP y ya es la tercera vez que se presentan a las elecciones.
-Sí, pero en las dos anteriores nos llamábamos CUP, y ahora nos llamamos Vull Ser Alcalde.
Pasadas las municipales, llegan las generales, y el problema es otro, aunque nada que no pueda solucionarse. Para concurrir a las elecciones de un Estado, el español, al que no reconocen, esta vez debían buscar un argumento de peso, un motivo para estar en misa y repicando, algo que por lo menos les permitiera disimular un poco, tampoco demasiado, ya hemos dicho que los militantes de la CUP son unos crédulos de cuidado. Aun así, imagino que estarían horas reunidos para dar con la clave, y como se les antojaba difícil seguir engañando a unos militantes que algún día van a empezar a sospechar de tanto jeta disfrazado de revolucionario, esta vez optaron por la verdad: el motivo esgrimido es "aportar recursos económicos para nutrir las apuestas de la organización y el movimiento también en lo que se refiere a la apuesta de desarrollar estructuras del movimiento como elemento clave para la apuesta estratégica". Lo que, traducido al cristiano, significa por dinero.
Es de agradecer que la CUP haya aparcado retóricas vacías que no hacen más que confundir al personal, y reconozca que participan en las elecciones españolas por la pasta, como todo hijo de vecino. Lo de pedir dinero aprovechando cualquier acto, reunión o acampada dio resultado durante un tiempo, y lo de llamarlo caja de resistencia estuvo muy bien pensado, mucho mejor que llamarlo limosna, aunque ese fuera su nombre real. Apelar a la épica de los revolucionarios es una buena idea, uno ve el rótulo de caja de resistencia y se rasca el bolsillo con muchas más ganas que si fuera para dar una simple limosna. Pero hasta de eso se cansaron los donantes, con lo que el truco de las cajas de resistencia ha ido a menos con el tiempo. Puesto que los dirigentes de la CUP también necesitan comer, la solución es ir al Congreso para aportar recursos económicos para nutrir las apuestas de la organización, etcétera. Por la pasta.
Y los sufridos militantes seguirán tragando, creyendo de buena fe que sus líderes van a Madrid a luchar contra el Estado español. O tal vez con la esperanza de que algún día les toque a ellos lo de llenarse el bolsillo "como elemento clave en la apuesta estratégica", porque más triste es de robar.