Alégrense y disfruten, que hoy es el Día Internacional de la Felicidad, empieza la primavera y los días son apreciablemente más largos, sobre todo cuando se cambie la hora el próximo domingo. ¿Qué más podemos pedir en esta semana del mes ventoso del calendario jacobino? Días hay para todos los gustos, pero esto de la felicidad lo instituyó Naciones Unidas hace diez años como reconocimiento del importante papel que desempeña en la vida de las personas de todo el mundo. Si alguien quiere darle a la jornada una dimensión más ontológica, les recuerdo que una cerveza se promocionaba con la máxima de que "la felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace". Genial motivo de reflexión mientras se toman unas cañas con los amigos en tan señalada fecha. ¡Todos contentos y felices!

Quien no se ríe es porque no quiere en estos tiempos de esperpento. Temas no faltan para la risa fácil. Por ejemplo, habrá que esperar a ver qué balance realiza Pere Aragonès a su regreso del pretendido viaje de estado de nueve días por Latinoamérica. A primera vista, parece un fracaso absoluto, con un punto de ridículo, un espectacular pinchazo, a juzgar por las expectativas anunciadas. Sus grandes entrevistas se han visto anuladas, incluso en Colombia, pese a la influencia en aquel país de su correligionario Xavier Vendrell, exsecretario de organización de ERC, breve consejero de Gobernación, supuesto máximo dirigente del Tsunami Democràtic que puso patas arriba las calles de Barcelona tras la sentencia del 1-O e imputado en la Operación Voloh. En Chile, donde acababa el periplo, "Bío-Bío", considerada la red de prensa más importante del país, anunciaba su visita hace unos días llamándole "el presidente regional de Cataluña". Dudo que la denominación le haya producido un especial entusiasmo al president y a ver si a la vuelta culpa a los servicios exteriores del Estado de su antológico fiasco relacional.

Xavier Arzallus, el histórico líder del PNV, recomendaba a sus paisanos "pasar de Pancorbo", la pequeña localidad burgalesa lugar de acceso natural entre Castilla y el País Vasco, para entender que el mundo es mucho más que Euskadi y ampliar miras. Aunque quizá debería mirar más hacia Europa, el adjunto a El Líder (Oriol Junqueras), un republicano salido de Pineda de Mar, habrá conocido algo de mundo y expandido su mente más allá de Cataluña. Pero la imagen final resulta patética. Lo único claro es la inauguración de la sede de una embajada catalana en Buenos Aires. Por más que venda este viaje de nueve días como una vía de ayuda al desarrollo y búsqueda de nuevas complicidades internacionales, el hecho de que no haya logrado mantener reunión alguna de máximo nivel es relevante del descalabro diplomático. De hecho, su intención, o más ampliamente la del Govern, es consolidar la red de 20 embajadas ya existentes, asunto al que se destinarán 15 millones de euros. Exactamente el doble que lo destinado al Plan de equidad menstrual y climaterio 2023-2025 que incluye la lucha contra la pobreza menstrual.

Por más que lo tomemos a chirigota, la cosa provoca cierta sensación de vergüenza ajena. Si recordamos La escopeta nacional, aquella película que tan bien retrató los últimos años del franquismo, podemos concluir que daría para otra comedia de Luis García Berlanga y Rafael Azcona. Si una imagen vale más que mil palabras, el problema es que, puestos a echar imaginación al asunto, puede llegarse a contemplar la escapada como propia de una republiquilla bananera.

Solo faltaría que a la UEFA se le cruce algún cable o se ponga empoderada y deje fuera de las competiciones europeas al Barça. Y mejor no pensar que la Federación Española de Futbol, o quien corresponda, decida descender al equipo a segunda división, como le pasó en su día a la Juventus por el caso Calciopoli que afectó a varios equipos italianos. Sería la imagen definitiva de un país de segunda que antes quiso ser un Estado independiente. Formidable momento para empezar a escuchar que estamos ante un nuevo 155, aunque de sesgo deportivo, animado por un Estado opresor que quiere acabar con el simbolismo que representa el Barça, siempre reconocido como "más que un club". Si antes no lo logra Jan Laporta que parece llevar una vida paralela a la de Ada Colau: él puede dejar el club hecho un desastre, ella conduce Barcelona hacia el infortunio del caos.

Esperemos que eso de "la primavera la sangre altera" no pase de ser una frase hecha, suerte de refrán, y que no se inflamen los ánimos en la semana Tamames, protagonista de una moción de censura que ha recibido todo tipo de adjetivos, y no precisamente halagadores en general. Qué saldrá de esto podremos saberlo a partir de mañana. Con la filtración del discurso del aspirante se ha perdido el factor sorpresa. Fuentes próximas al reputado economista apuntan a una acción orquestada desde La Moncloa. El asunto es insustancial, aunque todo parezca más una moción de censura contra Alberto Núñez Feijóo: de hecho, es difícil saber a quién acabará beneficiando. En todo caso, es incierto que suscite entusiasmo entre las generaciones más jóvenes o que Vox logre mayor cuota de mercado en el segmento electoral de mayor edad, entre otras cosas porque la memoria funciona y el recuerdo del ayer es desmovilizador ante según qué actitudes. En el fondo, puede funcionar aquello de Claudio Magris de que "ser antifascista no es una opción sino una obligación".