Barcelona está sumida hace años en los problemas de gestión de su día a día y carece de un proyecto de futuro definido, claro y compartido por todos. La pérdida de liderazgo de la acción municipal y de la capacidad motriz del propio ayuntamiento a la hora de impulsar y guiar mejoras colectivas en nuestra ciudad es algo que define nuestro presente colectivo.

A mi entender, la pérdida de este liderazgo se debe al sesgo político previo de la actual alcaldesa en la toma de decisiones colectivas. Este sesgo, con características ciertamente populistas, ha llevado a centrar el discurso político en la denuncia constante de los problemas, pero no en las soluciones. La pérdida del orgullo colectivo de ciudad, y el descrédito de la acción política, han sido la consecuencia directa de estas maneras de hacer.

Barcelona debe cambiar de rumbo y recuperar el orgullo colectivo. Somos la mejor ciudad del mundo, pero todos debemos sentirlo así. Lo somos por nuestra situación geográfica, lo somos por su historia, por su trama urbana, por su tejido productivo, y por su actividad comercial. Y lo somos, sobre todo, por los barceloneses, por cómo somos y cómo queremos ser, una ciudad abierta, cosmopolita, productiva, culta, alegre, guapa y solidaria.

Intentar de manera forzada rehacer la ciudad desde el ayuntamiento a la luz de postulados ideológicos previamente establecidos, y hacerlo sin tener en cuenta la propia realidad de Barcelona, es el gran error en el que estamos inmersos en estos últimos tiempos y que debemos corregir.

Cabe, pues, construir un proyecto de futuro, colectivo y de ciudad, con base en quienes somos y no según a quienes unos pocos dicen que deberíamos ser. Debemos partir de nuestra propia realidad para ser aún mejores como ciudad, y tener bien claro, a la vez, quién es el sujeto político destinatario de todos aquellos planteamientos y aquellas acciones que desde el gobierno de la ciudad se impulsan políticamente.

El sujeto político mayoritario de largo en nuestra ciudad no es otro que los trabajadores, de todo tipo y condición, independientemente de su actividad laboral concreta, pero que se levantan cada día en aras de mejorar sus condiciones de vida, ya sea por cuenta ajena o bien por cuenta propia. Es pensando en cómo mejorar las condiciones de vida de cada uno de ellos como mejoraremos nuestra ciudad y nos haremos mejores colectivamente. Este debe ser el proyecto de futuro.

Barcelona y sus gentes, estos somos los protagonistas. Ni lo son, ni deben serlo, proyectos imaginarios de país, ni proyectos importados y copiados tal cual de otras ciudades o de otras realidades, y mucho menos lo son los actores políticos, ni sus apellidos ni sus carreras políticas personales.

Es la aplicación efectiva de las tesis de la socialdemocracia la que ilumina el camino. Una ciudad basada en el crecimiento económico, en una redistribución de la riqueza generada, y en la búsqueda constante de la reducción de la desigualdad entre sus barrios. Una combinación del progreso económico y de la protección efectiva de sus gentes. Crecer para repartir. Este debe ser el centro de la acción política de nuestra ciudad. A los lados, las tesis que defienden una Barcelona orientada solo al enriquecimiento individual, o bien una Barcelona sometida a las tesis del decrecimiento económico.

Así, necesitamos unas políticas de ciudad que giren alrededor de aquellos que vivimos y trabajamos en Barcelona. Políticas que se centren en el cuidado y en la limpieza de nuestra ciudad, en un urbanismo sostenible, acogedor y proactivo, que permita lugares seguros de ocio y disfrute del espacio colectivo. Necesitamos una movilidad efectiva y rápida a los lugares de trabajo y al retorno al espacio familiar. Necesitamos una mayor protección de los barrios y de sus gentes, de aquellos vecinos que más necesitan de la potencia de una Administración para no quedarse atrás. Progresar más para proteger más.

Es este el proyecto de la socialdemocracia y este es el proyecto que necesita nuestra ciudad. Al respecto, cabe decir que, y comparen ustedes esta afirmación, solo escucho a Jaume Collboni hablar de un gran proyecto colectivo para una gran Barcelona, de un proyecto que pone por delante la ciudad, de una Barcelona para todos. De un proyecto basado en la escucha activa de las necesidades de barceloneses que vivimos y amamos nuestra ciudad.

Barcelona es el proyecto de futuro. Barcelona, siempre Barcelona.