Entre ser antisistema o vivir del sistema, Mireia Boya no ha dudado un momento y se ha colocado de directora general de Calidad Ambiental, que nadie sabe qué significa eso salvo que equivale a cobrar un buen sueldo a final de mes, y es lo único que importa. Tal vez Calidad Ambiental signifique que la función de la antigua chica antisistema será velar por la calidad de los locales de ambiente de Cataluña, que todos cumplan con los requisitos que marca la UE para poder ser homologados y conseguir el certificado ISO 9001. Actualmente hay mucha competencia, los locales de ambiente de Alemania y Holanda en especial, sin olvidar los de Francia, tienen un bien ganado prestigio. Es de esperar que Mireia Boya contribuya a mejorar la calidad de los establecimientos catalanes dedicados al mismo menester, que últimamente deja bastante que desear (me lo ha dicho un amigo, oigan). Desde aquí le deseamos éxito en su labor. Le desearíamos también unos buenos emolumentos, pero eso no hace falta que se lo deseemos porque lo tiene asegurado.
Está muy bien ser de la CUP durante un tiempo, a quién no le gusta disfrazarse de revolucionario los fines de semana, no digamos ya el subidón que debe proporcionar poder hablar en el Parlament como si fueras Lenin redivivo. Esas cosas son divertidas, pero a la larga pasa como con todo, que te aburres. Ahí es cuando aparece la Generalitat para socorrer a los afines al régimen. En la Administración catalana --e incluyo en ello a las Diputaciones-- existe todo un listado de puestos de trabajo oficiales cuyo solo nombre ya indica que su única y exclusiva función es la de colocar en ellos a quien lo merece. Si después acuden a la oficina, se quedan en casa o van a pasear por Barcelona ya es otro cantar, mientras la prensa no lo descubra a nadie le importa.
El cargo de directora general de Calidad Ambiental estaba vacante porque el anterior usuario, Marc Sanglas, ha sido transferido a Movilidad y Logística, que como su propio nombre indica es otro de los empleos del listado antes mencionado. Como se ve, durante su estadía en la Administración catalana, uno puede recorrer diversos cargos que no tengan nada que ver el uno con el otro, a condición de que no moleste mucho y sea discreto. Con eso basta para labrarse una carrera, los hay que acumulan más de media docena de cargos, léase Ricard Font, que cuando ya no le quedaba ninguno por ocupar, se ha pasado al Ayuntamiento de Barcelona. Al fin y al cabo todos son hermanos, salvo los ciudadanos, que somos unos primos.
Los de la CUP suele ser gente bien, están acostumbrados a no pasar necesidades, a menudo gracias a fortunas familiares, o sea que no hay peligro de que a Mireia Boya le venga de nuevo disponer de una buena suma de dinero a fin de mes, así se evita que dilapide sin más el nuevo sueldo. En eso hay que reconocer que la Generalitat es prudente, y suele colocar en los cargos bien remunerados a personas acostumbradas a tocar dinero. De esta forma previene desgracias y ruinas familiares, que pones a un pobretón en un buen cargo y se gasta todo el dinero en lujos el primer día de cobro, cosas de la falta de costumbre.
Aquí, es decir en la Generalitat, de lo que se trata es de ganar mucho dinero y trabajar poco. Mireia Boya siempre podrá decir que una forma de atacar al sistema capitalista es precisamente quedarse con la mayor suma de dinero posible sin pegar ni golpe. No producir nada en absoluto y sin embargo arruinar en lo posible a la empresa, eso es atacar el corazón de capitalismo. Por fin Mireia Boya podrá decir con la cabeza bien alta que es una antisistema.