Mala cosa cuando incluso presentadores de TV3 se atreven a insultar públicamente a los líderes de Junts. Eso es que ya se les está perdiendo el respeto. Y no cualquier insulto, sino "chupapollas", que eso es lo que le soltó el periodista Esteve Soler a Josep Lluís Alay, jefe de la oficina de Puigdemont (un cargo, cabe decir, más que misterioso, puesto que si ya es extraño que un desocupado como el expresidente fugado tenga necesidad de una oficina, más raro es todavía que dicha oficina necesite de un jefe). Mala cosa, porque se empieza a resquebrajar el último dique que les quedaba. TV3 era lo único que, hasta ahora, conseguía que hubiera todavía algunos catalanes que no tuvieran por inútiles a todos los que, de una u otra manera, han tenido relación con el procés.
Quiero suponer que Soler no le dedicó a Alay el sonoro calificativo en sentido estricto y literal, válgame Dios, aunque ello nos despejaría de una vez por todas la incógnita de qué funciones desempeña el jefe de oficina de Puigdemont. Serían funciones bajo la mesa y no sobre ella, como se llevan a cabo en las oficinas convencionales. No sería una oficina al uso, pero lo bien que se lo pasarían lo compensaría. Por desgracia, no creo que Soler, a pesar de ser un periodista prestigioso y con las fuentes que se le suponen, haya conseguido enterarse de que en la mansión de Waterloo tengan lugar intimidades de este calibre. Que conste que lo comprenderíamos, todos somos conscientes de que la soledad y el desamparo pueden hacer descender a los hombres hasta sus pasiones más bajas, pero aun así hemos de dejar margen a la duda, por lo menos hasta disponer de pruebas irrefutables. Mientras no las tengamos, hemos de creer que Alay es "chupapollas" solamente en sentido figurado, lo que se conoce familiarmente como un pelota, alguien que se gana la vida dándoles pisto a sus jefes, haciendo siempre lo que éstos quieren, aún antes de que se lo hayan solicitado. Ese es el auténtico chupapollas. También es verdad que para llegar a esta conclusión no hace falta ser periodista, basta con estar atento a lo que sucede a nuestro alrededor. Llamar "chupapollas" a Alay es como calificar a Puigdemont de inútil. En este caso en el sentido exacto y literal: no produce provecho, comodidad, fruto ni interés. No sirve absolutamente para nada, hablando en plata y como van descubriendo poco a poco quienes en él confiaron.
Sacarse una carrera universitaria y acumular años de experiencia en una televisión para concluir que Alay es un "chupapollas", es malgastar el tiempo, eso lo sabe cualquiera, para eso podría haberse quedado Esteve Soler cada día en el bar de la facultad, no era necesario ir a clase. La noticia no es esa, la noticia es que alguien de TV3 ose proclamar en público que el rey va desnudo. Más aún: la noticia es que un presentador de TV3 diga la verdad hablando del procés y de sus protagonistas. Fue solo un tuit, cierto, y además borrado al poco tiempo, cierto también, pero quien sabe, a lo mejor estamos asistiendo al inicio de un cambio. Tal vez en un futuro no muy lejano escuchemos en el Telenoticias los epítetos que merecen Alay, Boye, Puigdemont, Borràs, Marta Rovira, Junqueras, Romeva y todos los demás de los cuales casi nadie recuerda ya el nombre, yo por lo menos ya los he olvidado. Llamar "chupapollas" a Alay, mentiroso a Puigdemont, presunta delincuente a Borràs y cobardes a todos ellos sin excepción, puede ser el primer paso para que TV3 recupere la credibilidad que un día extravió. Gracias, Soler.