El nivel de muchos de nuestros políticos es tan bajo que nos hemos ido acostumbrando a las ocurrencias de algunes ministres. Juventud, impulso y falta de preparación son un cóctel explosivo del que derivan espectáculos tan bochornosos como el famoso cartel del Ministerio de Igualdad, con más infracciones a la propiedad intelectual que personas salen en él, o la ley de autodeterminación sexual que puede permitir que un violador elija una cárcel de mujeres o que la infanta Sofía se salte a su hermana Leonor en la línea sucesoria al trono español. Pero cuando la chapuza proviene del lado “serio” del Gobierno nos hemos de preocupar.
El decreto ley de emergencia energética es una nueva chapuza legislativa fruto de la improvisación y de la superficialidad, algo que no se puede permitir a los que mandan. Que se sepa en este mes de agosto no hay mucha gente puliendo los detalles y lo publicado en el BOE será carne de recursos, además de hacer perder el tiempo y el dinero a demasiada gente. Los estados de alarma se declararon inconstitucionales, y no pasó nada. Este decreto lleva camino de ser tumbado en cualquier instancia si no se corrige a tiempo. De momento donde dije 27 digo 25 y veremos qué ocurre cuando los socios de la periferia metan cucharada en setiembre. No olvidemos que el PNV es de los pocos partidos serios que quedan.
España no puede obviar los posibles problemas de suministro eléctrico en Alemania y otros países europeos derivados de las sanciones a Rusia, por cierto bastante poco efectivas. Especialmente si ponemos la mano para recibir ayudas (recordemos que el maná de los fondos europeos excede los 140.000 millones) y queremos que el BCE aguante el precio de nuestra hipertrofiada deuda en un entorno de tipos al alza. Pero antes de quitarnos la corbata deberíamos hacer deberes mucho más serios. Hay que desincentivar el uso del gas a quienes gestionan centrales renovables, pues el precio del pool lo marca la generación más cara. Tenemos que inaugurar la regasificadora del puerto del Musel y llenar todos nuestros depósitos de gas, sea norteamericano, qatarí o del Perú si conviene. Hay que garantizar que todos y cada uno de los aerogeneradores funcionen a pleno rendimiento, tiene que sembrarse España de placas solares, hemos de prorrogar la vida útil de centrales nucleares y de carbón. Y cuando todo esto esté garantizado han de ser los políticos los primeros que den ejemplo de concienciación energética dejando entre otras cosas el Falcon en el hangar o prohibiendo las crónicas nocturnas de las televisiones desde las puertas de la Moncloa.
Puede que las prisas vengan por la urgente necesidad de irse tres semanas de vacaciones o para poder colar en los presupuestos generales del Estado una revalorización automática de las pensiones y de los salarios de los funcionarios, incompatible con el más mínimo escrutinio internacional. En cualquier caso, las prisas nunca son buenas consejeras y menos a la hora de legislar.
Probablemente sería más útil incentivar a las empresas eléctricas a incrementar su parque renovable o a sembrar España de enchufes para coches eléctricos (necesitamos unos 400.000 y solo hay 14.000) en lugar de incautarse de parte de sus beneficios. También podría funcionar que todas las empresas públicas o semipúblicas utilicen sus extensísimas superficies para llenarlas de placas solares. A modo de ejemplo podemos imaginar los megawatios que se pueden producir usando los techos de los párkings de Aena o de Adif, o de todos los edificios de todas las Administraciones. Nos empeñamos en hablar de las complejísimas fábricas de chips, pero nadie se preocupa por hacer que se fabriquen paneles solares en España. En Estados Unidos y en Alemania se fabrican, en España no es imposible.
Pero como ya pasó en la pandemia, el esfuerzo se traslada al ciudadano y la supervisión a las comunidades autónomas. Nadie ha pensado que no todos los comercios, restaurantes u hoteles tienen termostatos digitales fiables que controlen con precisión la temperatura de los locales, ni que en las zonas turísticas las luces son un reclamo tan evidente que el presidente de la Federación Española de Municipios, socialista él, se ha apresurado a anunciar sus luces de Navidad (esas que se veían desde el espacio según él). Mucha gente entra a un gran almacén a aliviarse del calor y, de paso, compra algo. Probablemente quien veranea en un parque natural de todos, pero de uso exclusivo para privilegiados, no sabe que hay ciudades turísticas con tiendas abiertas más allá de las diez de la noche, que un escaparate encendido ayuda a proteger su interior o que hay supermercados que cierran a las once o doce de la noche. Es lo que tiene disponer de servicio pagados por todos.
Presi, no corras, legislar con prisas es malo, para ti y para nosotros.