La sabiduría popular esta ahí y muchos de nuestros políticos pasan de ella. Si los consellers y carguillos del Govern de Pere Aragonès de cuando en cuando echaran un vistazo a la obra de Joan Amades, podrían darse de bruces con el conocido refrán catalán que reza: A la taula d’en Bernat, qui no hi és, no hi és comptat. Dicho sentencioso y de sentido común que nos cuenta que para tener derecho a algo hay que estar presente. Pero en Cataluña, desgraciadamente, no abunda ni el sentido común ni el institucional. En este país se prodigan los desaires y las ausencias injustificadas. Ada Colau, Laura Borràs y los mariachis del Govern suelen practicar una suerte de postureo consistente en esquivar el saludo a los españoles, y evitar la foto con los opresores constitucionalistas. Lo hacen cada vez que el rey, Felipe VI, acude a la comunidad catalana para presidir como jefe del Estado un acto público, y lo repiten cuando les interesa dar la nota.
La ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, ha visitado el Vallès para concretar sobre el terreno el futuro de las infraestructuras pendientes y de la B-40. El Govern no solo ha estado ausente del encuentro, al que han asistido los alcaldes de la zona, sino que ha aprovechado la ocasión para cargar las tintas contra el Ejecutivo central. Tanto Jordi Puigneró como Pere Aragonès se han quejado de la falta de inversiones en Cataluña. Me parece legítimo y conveniente que los gobiernos autonómicos exijan el cumplimiento de los acuerdos y las inversiones. ¡Faltaría más! Pero me resulta desagradable y poco edificante el pataleo pueril que de forma recurrente, y a veces grosera, utiliza la Generalitat para explicarse. El plantón a Raquel Sánchez ha sido una descortesía hacia la ministra, pero, sobre todo, un insulto a los alcaldes del Vallès.
Visto lo visto cualquier ciudadano puede llegar a la conclusión de que ese feo a la ministra pretendía tan solo generar un par de titulares de prensa. Pero no, amigos, tras la trifulca hay mucho más. A los de Aragonès les interesa, por ejemplo, difuminar las boutades de Gabriel Rufián y asegurar a su clientela que no renuncian al cuerpo a cuerpo con los de Madrid. También andan detrás de obstaculizar la ejecución de unas infraestructuras a las que, con desdén, califican de proyecto sociovergente. ¿Acaso es un aviso para navegantes sobre el futuro del aeropuerto de El Prat? A los de Junts la movida ya les va bien para reafirmarse en su discurso antitodo, y seguir pugnando por lograr la hegemonía en el cosmos secesionista. Quizás también para enmascarar la imagen de un congreso con castigos, tapar las imputaciones a Laura Borràs y esconder el culebrón del ujier y su mamá, la secretaria general del Parlament. Este Govern es política y moralmente tan débil que necesita inyectarse en vena suero conflictivo para seguir tirando. Sin el alimento del asunto Pegasus, el tema de las inversiones y el 25% de la lengua, hoy el Ejecutivo catalán estaría deshidratado en una uci.
Sigamos con el refrán d’en Bernat. Aunque la comisión bilateral aborde, desde un punto de vista técnico, el tema de las infraestructuras pendientes, las ausencias y la descortesía manifestadas con la ministra pueden tener un precio.
También es probable que, tras las elecciones andaluzas, se active de nuevo la famosa mesa de diálogo entre el Gobierno de España y el de la Generalitat. Junts ahí tiene una nueva oportunidad para resituar su discurso político y definir una postura clara respecto a las grandes infraestructuras que el país necesita. Así las cosas, los sempiternos ausentes deberían recapacitar acerca de lo dicho: ...qui no hi és, no hi és comptat. Y, ya se sabe que, si no cuentan contigo, no existes.