¿Cómo haríamos crecer nuestro PIB para mejorar nuestro bienestar? Para mí esta es “la pregunta” en la que deberíamos concentrar nuestros esfuerzos. Si una inteligencia artificial lo gestionara o estuviera programado como Smart contract, ninguna propuesta o persona que no se centrase en conseguirlo sería considerada. Las escuelas de negocio, los economistas y las inteligencias artificiales estudian casos de empresas, economías punteras y patrones respectivamente para aprender con datos a hacer las cosas bien hechas y no repetir errores del pasado.
De manera general, hoy tenemos datos suficientes y tecnología para anticiparnos, para predecir, para planificar y prevenir nuevas situaciones, sean crisis sanitarias, climáticas, económicas o conflictos locales o globales, que nos permitan estar mejor preparados y tener una mejor y más rápida reacción en el ámbito logístico, económico y sanitario.
Anticipación y planificación para poder disponer de suministros básicos
Cuando era directora de Innovación hice una lista de las capacidades económicas, tecnológicas, logísticas e industriales que nos permitirían prepararnos a cinco años o 10 años vista. Esta lista sigue solo en parte vigente, porque las cosas cambian rápidamente.
La primera premisa es que deberíamos planificarnos para tener capacidad de producción con cadenas de proximidad en productos de primera necesidad para cubrir nuestras necesidades sin hacer aberraciones logísticas, sin cargarnos el planeta y por supuesto sin tener que depender de pandemias, guerras o sanciones que comportan la falta de todo, pero sobre todo de aquello de primera necesidad, incluida la industrial.
La suerte es que la economía catalana es diversificada y, por tanto, por suerte hice un cálculo de volumen, de listados de soluciones y de hacer crecer las cadenas de valor existentes apostando por nuestras empresas. En esta categoría entrarían productos agroalimentarios, energía, textil, movilidad, principales componentes, conectividad y farma y dispositivos médicos.
En este sentido y habiendo aprendido, potenciar también la seguridad, sea física, biológica o ciberseguridad. Cuanto más nos digitalizamos y globalizamos, más seguridad necesitamos.
Invertir en innovación y futuro y regular la tecnología y sus usos
La segunda premisa es que las economías más innovadoras son las que han salido antes de las crisis, por lo tanto, hay que invertir en innovación para construir nuestro futuro en aquellas cosas que necesitaremos y que se adecuan a nuestra concepción del mundo respetuoso con el entorno y con los derechos de las personas.
Siendo un país dependiente energéticamente, agroalimentario y afectado por el cambio climático, no sería descabellado apostar por nuevas fuentes de energía o ser líderes en gestión del agua, por ejemplo. Nuevos océanos azules de innovación en tecnologías médicas y del bienestar, quantum o industrias experienciales no son una quimera. Hay que utilizar nuestra capacidad legislativa para no intentar poner barreras al monte, sino puentes al futuro sin brechas.
Valorar y cuantificar el capital intelectual
La tercera premisa es cuantificar todo lo que es cuantificable, sobre todo aquello que diferencia las nuevas economías, los intangibles. El dinero atrae al dinero como el talento atrae talento y, por ello, hay que valorar, cuantificar y contabilizar nuestro capital intelectual además de venderlo con un country branding.
Ser líder no seguidor en educación
La diferencia entre un líder y un follower es que el primero crea y el segundo, lo sigue. Hay que calibrar las fuerzas, cuando se es pequeño hay que saber en qué se quiere (y se puede) ser líder y en ciertas cosas, ser seguidor, y en ese sentido en lo que deberíamos ser líderes es en alfabetizar digital y socialmente al 100% de la población. Ser o no ser digital, esa ya no es la cuestión, sino cuánto, con qué valores y cómo de rápido lo hacemos.
Si somos resilientes a los cambios externos, alfabetizamos y promovemos el talento, invertimos en innovación, valoramos y contabilizamos lo que hacemos y lo vendemos al mundo ¿no creéis que doblaríamos el PIB?