Que Cataluña es plural es una obviedad, aunque la hegemonía política del nacionalismo catalanista haya conseguido negar la mayor y siga, erre que erre, con la matraca del hecho diferencial de un colectivo identitario y su lengua propia. Este ruidoso y glorioso movimiento sigue sin admitir que el asunto va por barrios y, si precisamos un poco más, va también por individuos.

Nada nuevo. Las personas antes que las identidades. Comentó Carlos Ruiz Zafón en 2013 a Sergio Vila-Sanjuán que si algo tenía claro “es que lo que nunca cambia y nunca cambiará es la naturaleza humana y que el mundo en el que vivimos no es más que el que creamos entre todos y que es un simple reflejo de lo que somos, con lo bueno y lo malo”. Con esta lúcida reflexión se cierra un excelente libro colectivo sobre casi una treintena de biografías de catalanes y catalanas que superaron la trampa identitaria en los últimos 500 años.

Coordinado por Ricardo García Cárcel y María Ángeles Pérez Samper, la editorial Cátedra ha tomado el relevo del proyecto Catalanes en la historia de España, cuyo primer volumen fue publicado por Ariel en 2020. Semblanzas catalanas. La Cataluña plural en la España global es el título de una segunda serie de biografías, individuales y colectivas, con el que se supera una vez más la cansina visión reduccionista de la historia de Cataluña, a la que siguen abonados los fervientes y fieles seguidores nacionalistas.

El libro es un ejemplo de la lucha honesta, serena, constante y comprometida de veinticinco historiadores en contra de la tesis clásica del fatalismo conflictivo entre Cataluña y España. La apuesta preposicional es clara. Hay que superar el contra y subrayar el en: Cataluña en España, como ya demostrara sobradamente el maestro Pierre Vilar.

El volumen se inicia con un capítulo sobre el papel de las mujeres catalanas en la vida y obra del conmemorado Ignacio de Loyola, escrito por Rosa Alabrús, y continúa con el de la condesa Margarita de Erill en la monarquía de Felipe IV, firmado por Mariela Fargas. Muy sugerente es el estudio de José Luis Betrán dedicado a tres destacados catalanes desengañados con el procés de 1640. Para los lectores anclados en la interpretación simplista del España contra Cataluña en el contexto de la Guerra de Sucesión, es muy recomendable el capítulo de Pilar Sarrias sobre la trayectoria de Pau Ignasi Dalmases, embajador austracista en Londres que, después del 11 de septiembre de 1714, mutó en borbónico.

Abundan los testimonios de movilidad ideológica o de pragmatismo político, que revelan la enorme complejidad de las identidades de la extensa lista de biografiados (los Güell, los Godó, Feliu de la Penya, Vicens Vives, Rius i Taulet, Domingo, Figueras, Montseny, D'Ors...). El capítulo Cuando los catalanes mandaban en la economía española, firmado por Gabriel Tortella, es un magnífico retrato de las concavidades de tres gestores claves del desarrollismo económico del último franquismo: Joan Sardá, catalanista y republicano; Lucas Beltrán, anterior asesor de ERC y liberal impenitente; Fabián Estapé, afiliado a CCOO y subsecretario de Estado, entre otros distinguidos cargos.

Las páginas de este libro son también una reivindicación de la negociación y la concordia, además una llamada de atención sobre los límites del diálogo. Los capítulos dedicados a Guillermo Díaz Plaja --estudiado por Marcelino Jiménez-- o a Ernest Lluch --firmado por Javier Paniagua-- son excelentes ejemplos de la capacidad de mediación de numerosos catalanes a favor de la convivencia entre españoles.

Sergi Doria, a partir de un comentario técnico que le hizo su padre (encargado de que no fallase el encendido del pebetero en la ceremonia inaugural de la Olimpiadas), analiza el juego de debilidades donde nació la “llama impura” de la España democrática. La disección de los perfiles del franquista Samaranch y del antifranquista Maragall --y sus encuentros-- es un capítulo imprescindible para recordar cómo se construyó la Barcelona del 92, una llama impura de concordia que se encendió pese al boicot fallido de Pujol y sus cachorros (los Sànchez, Forn…), portadores de la “llama del sectarismo [que] es, casi siempre, purísima y totalitaria”.

La Cataluña plural recogida en Semblanzas catalanas es una realidad histórica, tan diversa como palpable, es un recorrido por la vida de catalanes y catalanas que --como recuerdan los coordinadores del volumen-- tuvieron ocasión de proyectar sus propias vivencias más allá del ombligo patrio y, sobre todo y lo más importante, lo hicieron con independencia, sí, pero de criterio.