Sergio Vila-Sanjuán en las instalaciones de Crónica Global / CG

Sergio Vila-Sanjuán en las instalaciones de Crónica Global / CG

Letra Clásica

Sergio Vila-Sanjuán: “Se apunta contra el Rey porque es el garante de la continuidad de España”

El autor de 'Por qué soy monárquico' defiende la tradición y la modernidad que ofrece hoy un rey como Felipe VI

9 noviembre, 2020 00:10

Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957) acaba de ganar el Premio Nacional de Periodismo Cultural. Dirige el suplemento Cultura/s de La Vanguardia, y acaba de publicar un libro atrevido en estos tiempos. Sostiene en Por qué soy monárquico (Ariel) que la monarquía puede ser una institución válida en el presente y en el futuro, porque combina tradición y modernidad, y lo constata con los índices de calidad democrática en los que las monarquías parlamentarias, como los países nórdicos, aparecen de forma invariable en las primeras posiciones. Vila-Sanjuán se expresa con naturalidad, con la convicción de que en Cataluña su discurso es más necesario que nunca. “Es necesario defender la institución cuando más se la ataca”, señala en esta entrevista con Letra Global. Y tiene claro que se fija toda la artillería contra el rey, por parte del independentismo, por lo que representa, lejos de ser una respuesta a su discurso del 3 de octubre de 2017: “Se apunta contra el Rey porque es el garante de la continuidad de España”.

--Pregunta: Usted defiende la monarquía en España como institución a lo largo del tiempo y lo hace a través de los últimos monarcas, comenzando por Alfonso XIII, por Don Juan y con Juan Carlos I y el rey Felipe VI. ¿Hay un elemento de reforma que se quiere destacar? 

--Respuesta: Sí, con Alfonso XIII existe ese elemento. Es cierto que tiene un papel controvertido, a raíz de su marcha de España y de otras circunstancias. Ha habido distintos juicios y muchos negativos. Le da el poder a Primo de Rivera y luego está la Guerra de África. Pero también hay episodios positivos, con apuestas reformistas, y debido a su relación con primeros ministros como Maura, Canalejas y Eduardo Dato. Se producen cambios laborales y sociales de importancia, para trabajadores y mujeres, por ejemplo, que todavía hoy se reconocen. Y se acuerda con Prat de la Riba la Mancomunitat de Cataluña. Hay elementos de modernidad, con mujeres que toman la iniciativa, como ha mostrado Sergi Doria, con su libro sobre las mujeres periodistas de la época, Mujeres en primera plana (Edhasa). Creo que es un reinado interesante y que vale la pena explorar.

--Por eso defiende a Alfonso XIII, a la monarquía de esa época, por su carácter reformador.

--Si. Lo que he intentado es mezclar tres caminos: la crónica familiar –mi abuelo y mi padre como periodistas monárquicos relacionados con la institución— con el análisis sobre la monarquía y con una especie de autoayuda sobre las razones de cada momento para defender la institución. Las razones de mi abuelo se basaban en ese carácter reformista. Él creía en la liturgia monárquica. Y lo que recojo en esos bloques es una idea sobre cómo una persona culta, con sentido cívico, podría pensar que la monarquía puede ser algo bueno, una buena institución.  

--¿Se puede ser monárquico sin que, justo de forma inmediata, se tache a uno de conservador o de derechas?

--Es que no veo esa relación. Yo mismo me considero un socialdemócrata moderado, conservador en algunas cosas. Pero los socialistas aceptan la institución y tienen una muy buena relación con la monarquía a lo largo de la que yo llamo quincena de oro, entre los años previos a 1982 y 1995. La relación personal de Felipe González y el rey Juan Carlos I fue muy buena, como lo fue la de Tony Blair e Isabel II en el Reino Unido, y que se muestra de forma excepcional en la película The Queen y en la serie The Crown.

 

 

Sergio Vila - Sanjuán comenta el papel de la institución monárquica en España / LETRA GLOBAL

 

 

--¿Se puede defender la monarquía desde un punto de vista pragmático, viendo la experiencia de los países nórdicos?

--En el caso de España lo veo claro. Hay varias razones para defender la institución desde el punto de vista histórico y pragmático. El sistema de 1978 es el de mayor consenso nunca alcanzado. Es un modelo con crisis, sí, pero ha sido un buen sistema. Y en estos momentos, con la pandemia, no creo que podamos ni debamos tocarlo. La monarquía ha tenido dificultades en los últimos años. Ha sido una institución, sin embargo, que ha contado con el apoyo de las fuerzas políticas, con la ley de sucesión de 2014, que avaló, de nuevo, la institución. Tiene una función, que se evidenció con los funerales de Estado por la pandemia, con el rey por encima de todos los partidos. Presta una imagen con la que la sociedad puede identificarse. Y esa es una razón también simbólica, para todos los ciudadanos.  

--Usted le da un giro a algo que se consideraba una realidad en España: no hay monárquicos, lo que hay son juancarlistas, se ha señalado durante años. Ahora, con el rey emérito en horas bajas, usted defiende no el nombre sino la institución. ¿Cómo lo explica?

--Sí, la institución, porque nos puede representar a todos y porque el rey Felipe y la reina Letizia lo están haciendo bien. Él ha cumplido sus tareas de representación. Se ha implicado mucho y en el caso de Cataluña lo ha hecho bien para todos los que somos constitucionalistas. Ha defendido la ley. Y lleva a cabo una labor cultural, que conozco bien, muy de vanguardia, de primer nivel, con una actividad cultural y social de altura. Es una monarquía moderna y comprometida, que conecta lo más tradicional con lo más moderno. Es lo que le decía Tony Blair a Isabel II que debía conseguir.

Portada de el libro Por que soy monárquico de Vila Sanjuán / Ariel

Portada de el libro "Por que soy monárquico" de Vila Sanjuán / Ariel

 

 

 

--¿Se puede plantear en estos momentos un debate entre República o Monarquía, con el argumento de que no se votó la forma de Estado, aunque la Constitución sí la contemplaba?

--La monarquía se votó a través de la Constitución. La cuestión es que hay dos movimientos, el de Podemos y el independentismo, no menores, que se han plantado ante la institución. ¿Hasta qué punto? No puede ir mucho más allá, porque plantear un referéndum es irreal. No habría ningún consenso para realizarlo y es mejor mantener el consenso existente que dinamitarlo. Es un debate en el que surgen voces en contra de la monarquía, y que se ha intensificado en el último año, y por eso creo que había que manifestarse como he hecho con el libro, porque la crítica está subiendo más de la cuenta.  

--Porque, en el hipotético caso de un presidente de la República, que hubiera tenido problemas, ¿se hubiera planteado un cambio en el modelo de Estado?

--Yo lo plantearía de otra manera. Después de la II Guerra Mundial quedan algunas monarquías en Europa. Son, precisamente, los países más desarrollados del mundo, los de mayor calidad de vida. Son monarquías parlamentarias y no es por casualidad. La forma de estado es importante, porque se trata, en este caso, de un puente entre la máxima tradición y la máxima modernidad. En Holanda hubo una crisis muy grave, y la reina pasó el tronó a su hija. Es cierto que el ser humano tiene sus limitaciones y existen problemas claros y graves. Pero la monarquía se ha regenerado y ha salido adelante. No se trata ahora de blanquear la figura del rey Juan Carlos, sino de valorar lo bueno, los aspectos positivos. Y, en el caso de la monarquía española, ha sido la primera en regenerarse, en 2014, con la renuncia a la herencia paterna, por parte del rey Felipe, y con la retirada del sueldo a su padre. Hay una voluntad de regeneración.

 

 

Sergio Vila - Sanjuán comenta el rol de Felipe VI / LETRA GLOBAL

 

--Usted señala que poco más puede hacer.

--Sí, porque se anticipó. La Justicia puede avanzar o retroceder. Seguirá su camino, pero el rey Felipe se avanzó. El mensaje es que la monarquía se regenera.  

--¿Cómo se puede entender el comportamiento del rey Juan Carlos, con los nuevos escándalos que se van conociendo?

--Es un enigma psicológico. La gente de mucho poder es capaz de lo peor y de lo mejor. Se espera que en ese nivel se mantenga el máximo nivel ético. Pero es un enigma entender por qué alguien que tiene un arranque tan bueno, como el rey Juan Carlos, toma esos derroteros, con cuestiones como la cacería de Botswana, o con la relación con Corinna Larsen, que acaba en contacto con el comisario Villarejo.

--¿Hay que recordar 1992 más a menudo, para entender cómo la colaboración institucional da sus frutos? Usted señala que es el culmen de la democracia española.

--Es el momento solar de la democracia española. Todo funciona bien, todo lo que se intenta. Lo dice el número dos de Narcís Serra, Lluís Reverter. El rey recibía es ese momento mucho cariño. Y estaba muy presente. No se trata sólo de los Juegos Olímpicos. Hay cumbres de estadistas, la cumbre árabe-israelí, llegan jefes de Estado periódicamente. El rey se consolida como el primer diplomático español y como el primer comercial español. Algo que se ha destacado últimamente.

 

 

 

 

Sergio Vila-Sanjuán da su visión sobre Cataluña / LETRA GLOBAL

 

 

--El reto y la necesidad de las sociedades modernas, ¿es conectar esos pasados que incorporan elementos 'irracionales', podríamos decir, con la modernidad más prosaica?

--Creo que es muy conveniente. El filósofo coreano afincado en Berlín, Byung-Chul Han, lo sostiene en su libro, La desaparición de los rituales. Los actos colectivos, de cierto fasto, hacen que la sociedad se reconozca, con puntos en contacto con la Historia. En las sociedades desarrolladas es conveniente conectar el presente con la historia. Si nos fijamos en sistemas presidencialistas, como el francés, vemos que los presidentes, ahora con Macron, imitan el ceremonial monárquico. En el caso de España, una nación con cinco siglos, se ha ido plasmando en edificios, en obras de arte, en el Patrimonio Nacional, que es del Estado, no de los reyes, pero que está relacionado con la monarquía y que vemos en el Museo del Prado. Eso lo ha representado Juan Carlos y ahora Felipe.

 

Sergio Vila-Sanjuán posa para Crónica Global / CG

Sergio Vila-Sanjuán posa para Crónica Global / CG

--También existe una cuestión económica.

--Eso está muy estudiado en el caso del Reino Unido, con una venta de productos relacionados con la institución enorme. Es una industria. En el caso de Felipe y Letizia se ha pedido su presencia para potenciar el turismo, como ha sido frecuente, con el anterior monarca, en el caso de Baleares. Es como un sello de Estado, y es útil para las sociedades.

--¿La amenaza más grande es el independentismo, que no le perdona el discurso del 3 de octubre?

--Ese discurso no explica lo que ocurre. El rey es un objetivo del independentismo mucho antes, cuando el proceso independentista gana fuerza, en 2010-2011. El cargo del rey no influye para nada. Constitucionalmente es el garante de la continuidad de España, que es lo que se quiere liquidar. Y el combate ha sido continuo. Debemos recordar la final de la Copa del Rey de 2015, con la pitada al rey; o, cuando los atentados terroristas en Barcelona, en 2017, en la manifestación posterior, se pone al rey Felipe en una situación complicada y tensa. La campaña contra él ha sido muy fuerte e, hiciera lo que hiciera, iban contra él por ser rey.  Se apunta contra el Rey porque es el garante de la continuidad de España. Si ahora se lee de nuevo aquel discurso, se aprecia que es muy sensato. Es el imperio de la ley. Señala que el Estado garantizará le ley, y para los constitucionalistas fue una buena cosa. Se han dicho cosas que él no dijo nunca. ¿Qué esperaban, que se pusiera a aplaudir todo lo que se había hecho?

--¿Podía haber hablado una parte en catalán?

--El rey ha hablado en muchas ocasiones en catalán. En los discursos de los Premios Príncipe de Girona lo utiliza con frecuencia. Y se debe recordar que un año después, en 2018, hace un discurso, para esos mismos premios, con el deseo de conectar con amplios sectores que querían lograr soluciones al conflicto, mucho más próximo.

--¿Se ha puesto en juego el régimen del 78, como señala la derecha, con el Gobierno de Sánchez?

--No, no. Lo que hay es un Gobierno de coalición. El presidente Sánchez y los ministros socialistas han dejado claro su apoyo a la monarquía y han sido ministros de Podemos los que se han expresado de un modo que no corresponde a quienes han prometido hacer cumplir la Constitución. No se pueden crear elementos de inestabilidad en estos momentos.

--Con el título de Por qué soy monárquico, ¿se reivindica la necesidad de expresar de forma clara en Cataluña las posiciones de cada uno, en un momento en el que existe una especie de corsé ideológico?

--Es cierto que vamos con más cuidado en función de los interlocutores, pero lo que he hecho creo que tiene sentido en Cataluña, porque se ha querido maquillar el pasado, como si la Corona no tuviera nada que ver con Cataluña. Y se ha actuado desde la Generalitat, pero también desde el Ayuntamiento de Barcelona, con retirada de estatuas y cambios de nombres de calles. Se ha retirado la escultura de Isabel II del Palau de Pedralbes, que es obra del catalán Agapito Vallmitjana. ¿Por qué la retiran? Y en el Museo de Historia de Cataluña parece como si Cataluña se hubiera movido sola, por arte de magia. No se hace referencia a Carlos I, que vivió tres años en Barcelona, en el siglo XVI y proyectó la ciudad internacionalmente. Alfonso XIII y Juan Carlos I aparecen en blanco y negro y en retratos pequeños, mientras que los presidentes de la Generalitat surgen gigantes y a todo color. El ya expresidente Torra hizo quitar los frescos en el Palau de la Generalitat, unos trabajos que dirigió el presidente de la Diputación de Barcelona, el conde de Montseny, José Maria Milà. No se han retirado por arte malo, sino porque se recoge la contribución de Cataluña a las gestas de España, como la batalla de Lepanto o el tamborilero del Bruc. Igual no le gusta al nacionalismo catalán, pero es que todo eso ocurrió.

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