A pesar de los vaivenes políticos y las villanías corporativas, la luz sabia de los grandes padres de la patria estadounidenses, Lincoln y Washington, sigue brillando contra la oscuridad de un sortilegio escapado de una auténtica caja de Pandora. Hablamos del Covid-19.
En un polo opuesto al totalitarismo y a la negación de la libertad personal que está burbujeando en Europa, con su máxima expresión actual en Austria, la sed de libertad y la protección de los derechos civiles están en buenas manos en las Cortes norteamericanas.
Hasta ahora, 26 Estados han enjuiciado a la Administración del presidente Joseph Biden por su mandato de vacunación obligatoria para el personal de entidades privadas que cuenten con más de 100 empleados. Aunque el mandato da la opción de examen semanal en vez de vacunación, esta opción es falsa. El coste de una PCR o prueba de antígenos con la frecuencia indicada es simplemente prohibitivo. La multa a las compañías que incumplieran con la ley es de 13.653 dólares por empleado y de hasta 136.532 dólares por violaciones “adrede”.
La Corte de Apelación del Quinto Circuito, en Nueva Orleans, ha suspendido temporalmente la aplicación de las órdenes de vacunación obligatoria de Biden, el Mandato.
Según Kurt Engelhardt, juez nominado por Donald Trump, “desde la incertidumbre económica hasta los conflictos en el lugar de trabajo, el mero espectro del Mandato ha contribuido a una indescriptible agitación económica en los últimos meses. Por supuesto, los principios en juego cuando se trata del Mandato no se pueden reducir a dólares y centavos. El interés público también se beneficia manteniendo nuestra estructura constitucional y manteniendo la libertad de los individuos para tomar decisiones intensamente personales de acuerdo con sus propias convicciones, incluso, o quizás particularmente, cuando esas decisiones frustran a los funcionarios del Gobierno”.
Se espera que la máxima autoridad legal del país, la Suprema Corte estadounidense, acepte en su momento oír el caso. De ser así, nueve juristas grises decidirán uno de los casos mas importantes de la historia norteamericana. En juego están nada menos que la integridad de la Constitución y la libertad personal del ciudadano.
Hasta la fecha, números significativos de miembros de la policía, los bomberos, médicos, enfermeros, y otros trabajadores esenciales a través del país se han visto obligados ha dejar sus puestos de trabajo por no actuar en contra de sus convicciones personales.
Benditos sean los padres de la patria. Ellos crearon un sistema tan flexible que hasta el día de hoy nos ilumina aun en situaciones que nunca pudieron ellos presagiar. Tal es la luz de la verdadera sabiduría aplicada al bien común.