La semana pasada nos sorprendió a todos la detención del expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en Córcega por la policía italiana. El incidente puso en un compromiso a Pedro Sánchez, porque necesita a ERC para aprobar los presupuestos del Estado. El Tribunal Supremo es independiente del Ejecutivo, aunque eso lo niegue el separatismo.
Yo estaba convencido de que la Justicia italiana le dejaría libre, como ha pasado en tres ocasiones en distintos países europeos. En Estados Unidos existe la reivindicación de California, que sería el quinto estado más rico del mundo. Solo se quieren separar los ricos. Los líderes separatistas lo saben y les caería en ese caso la prisión perpetua por atentar contra la Constitución. Esta iniciativa de la policía italiana le ha venido bien, sin embargo, a nuestros ‘indepes’ para unirse de nuevo.
Pocos saben que en L’Alguer, donde se produjo la detención, buena parte de sus vecinos hablan un catalán medieval, porque en la Edad Media los isleños se rebelaron contra la Corona de Aragón y el rey los expulsó y señaló a sus súbditos que voluntariamente emigraran.
El otro incidente histórico guarda relación con Isabel Zendal, que era una enfermera gallega de principios del siglo XIX. Fue rectora de un orfanato de La Coruña, que participó en la Real Expedición filantrópica de la Vacuna de Francisco Javier Balmis, cuidando de los veintidós niños de la Casa de Expósitos de la ciudad. Habían viajado a América con edades entre tres y nueve años y otros veintiséis fueron a las Filipinas para luchar contra la epidemia de la viruela en los territorios españoles de ultramar.
Es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la primera enfermera de la historia en misión internacional. La enfermera murió joven en Nueva España. Su gran mérito fue que consideró a todos como españoles.