Las perspectivas de crecimiento económico y de beneficios de las empresas españolas han vuelto a los niveles pre-Covid. Según el Pulso de la Mediana Empresa Española 1T-2021 de Grant Thornton, casi la mitad de las compañías medianas (46%) cree que va a ser más rentable en los próximos 12 meses, el doble que hace un año (23%). Además, el 45% de los directivos consultados espera aumentar sus exportaciones y el 35% pretende ampliar sus fronteras este ejercicio.

Estas mejores previsiones indican que muchas pequeñas y medianas empresas van a necesitar financiación, y precisamente, el principal problema con el que se encuentran muchas de ellas en esta progresiva vuelta a la ‘normalidad’ es la dificultad para ampliar sus vías de financiación, ya sea para implantar sus planes de crecimiento orgánico, realizar alguna adquisición en su sector o internacionalizarse.

El proceso de consolidación del sector bancario español está teniendo consecuencias muy relevantes en la financiación de las pymes, que cada vez tienen más difícil acceso a nuevos recursos para crecer. No olvidemos que, al menos hasta el momento y a diferencia de otros países europeos, la financiación bancaria tradicional y los recursos propios son casi exclusivamente sus vías de financiación.

En este entorno, es cada vez más necesario que las pequeñas y medianas empresas diversifiquen sus fuentes para crecer buscando en el mercado nuevas vías de financiación alternativas como han hecho en otros países. Mientras que en países como EEUU la financiación empresarial se obtiene en un 80% fuera del sistema bancario tradicional, en España solo en torno al 30% --principalmente grandes empresas-- se han aprovechado de la financiación alternativa.

Esa mayor diversidad también es aconsejada por el Banco Central Europeo, que asegura que “una estructura de financiación más diversificada puede hacer que las empresas sean más resistentes ante perturbaciones que afecten al sistema bancario”.

La financiación alternativa (direct lending, capital riesgo o mercados de capitales) representa, sin duda, una tabla de salvación para inyectar liquidez en momentos críticos como el actual, en los que aparecen claras oportunidades de crecimiento para las empresas, pero que necesitan una financiación adecuada y no estándar.

El direct lending es una forma de financiación directa a la empresa sin intermediación de entidades bancarias y dirigida normalmente a pymes. Tiene como actores a inversores institucionales y fondos de inversión especializados. Esta vía, ya consolidada en países como EEUU y Reino Unido, está adquiriendo cada vez más fuerza en España.

Si bien es cierto que el coste de este capital puede estar por encima del bancario, es más flexible para adaptarse a las necesidades y la generación de flujos del prestatario. El plazo de amortización suele ser mayor (hasta 7 años) y generalmente en forma de bullet (100% al vencimiento). La obtención es más rápida, al no estar sometido a la normativa bancaria y, además, puede complementar la financiación bancaria.

Private Equity. Inversión en fases más avanzadas. Abarca las operaciones que no se negocian en un mercado regulado. La segunda vía más habitual de financiación alternativa es el capital riesgo, en sus modalidades venture capital o private equity, según la fase en la que se encuentra la empresa en la que se invierte. En esencia son inversiones profesionales a largo plazo en compañías con el objetivo de hacerlas crecer, fortalecerlas y así conseguir que sean mas rentables. Se diferencia del direct lending en que el inversor entra en el accionariado y se involucra en la gestión. Se suelen realizar a través de fondos de inversión en empresas no cotizadas.

En cuanto a los mercados de capitales, los principales mercados alternativos europeos elegibles por las empresas españolas son Euronext y BME Growth. La elección de cotizar en uno u otro depende de la estrategia de la compañía, básicamente en si su foco está en la expansión internacional o en el territorio nacional. Representa otro mecanismo muy interesante para las pymes, que pueden acceder a una amplia comunidad inversora, nacional e internacional, institucional y minorista, y disponer de una vía para ampliar capital con el que acometer proyectos de crecimiento.

Aunque cotizar en dichos mercados requiere de una serie de condiciones mínimas que cumplir y tienen un coste, se están adaptando y transformando para ser más accesibles para las pymes. Frente a estos requerimientos, la cotización en estos mercados ofrece claras ventajas para las empresas como son el aumento de notoriedad, el prestigio e imagen que otorga la marca, la liquidez para los accionistas o una valoración objetiva de la compañía.

En lo que va de 2021 nueve compañías han dado ya el salto y cotizan en el BME Growth (antiguo MAB) y la mayoría acumula revalorizaciones de dos dígitos; sin embargo, hay solo 123 pymes que cotizan en España, siete veces menos que en Reino Unido.

En este repaso también hay que incluir al Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF), creado en 2013. Su objetivo es facilitar la financiación de empresas medianas mediante la emisión de valores de renta fija (de bonos a medio plazo y pagarés a corto).

En estos momentos, todos los actores económicos tienen sus ojos puestos en los fondos Next Generation de la UE, pero la financiación a través de estos fondos, o de otros recursos públicos, no es fácilmente accesible y en pocos casos va a poder cubrir la totalidad de las necesidades de financiación de las pymes españolas. Hay que olvidarse de la tentadora idea de un cheque en blanco para gastar a nuestro antojo. Estamos apostando mucho por los fondos Next Generation, pero no basta únicamente con tener un plan y presentarlo, el proyecto debe encajar con las estrictas directrices fijadas por la UE.

Las empresas tienen que perder el miedo a la financiación alternativa. Puede parecer un mundo muy complejo, pero no lo es si son asesoradas y acompañadas adecuadamente por profesionales que conozcan las diversas modalidades. No hay operaciones caras o baratas, depende del rendimiento que obtener, del retorno de las inversiones que realicen las empresas con esta financiación.

La combinación de financiación pública con financiación alternativa y bancaria (o un mix de los tres) será cada vez más frecuente; será, sin duda, el nuevo paradigma para las pymes que aspiren a ser competitivas en un mundo global.