Parte de los 3.165 millones de euros que Cataluña recibió en 2020 para garantizar la prestación de servicios públicos esenciales como la educación, la sanidad o los servicios sociales, sirvieron para financiar el programa Polònia. Es lo que ha revelado la presidenta en funciones de la CCMA, Núria Llorach, en sede parlamentaria donde ha reconocido que la transferencia del fondo Covid que recibió el Govern el año pasado hizo posible la continuidad del programa dirigido por Toni Soler. También otras compras que se hicieron efectivas en diciembre, como los ocho documentales sobre el juicio del procés por los que TV3 pagó 440.000 euros a Mediapro.
Cuesta creer que en medio de una pandemia y una crisis económica y social sin precedentes se considere una cuestión esencial pagar casi medio millón de euros por una serie documental sobre un tema que nuestra televisión pública ya ha cubierto desde todos los ángulos posibles. También que no se pueda prescindir de programas como Polònia o Està passant, que reportan a la productora de Toni Soler, Minoria Absoluta, ingresos anuales por 5 millones de euros, y a él mismo un sueldo de 174.000 euros.
Considerando el contexto que vivimos y el presupuesto de la CCMA que supera los 300 millones de euros, la pregunta más evidente que surge es si TV3 no debería haber ajustado sus gastos. ¿Por qué los recursos de producción externa van siempre a las mismas productoras? ¿No habían otros documentales para comprar? Por ejemplo, una serie documental sobre la pobreza que afecta a cada vez más catalanes y catalanas y que la pandemia no ha hecho más que profundizar.
Aunque se habla muy poco de esto en nuestros medios públicos de comunicación, antes de la llegada del Covid, más de la mitad de la población de Cataluña, un 50,9%, tenía problemas para llegar a final de mes. La pobreza severa afectaba a casi medio millón de personas. La pobreza infantil se situaba en 28,4%. Ahora, Save the Children calcula que se ha situado en 34,6% como efecto de la emergencia sanitaria y Unicef que la de las familias monomarentales ha subido hasta el 54%. Son cifras que merecerían reportajes y documentales al menos en las mismas condiciones a las que se emiten sobre el procés.
Hace unos días, Los Angeles Times publicaba un estudio sobre las causas por las que los niños y niñas de familias con menos ingresos consumen más comida basura. La falta de recursos no era la razón fundamental sino el hecho que los padres y madres en entornos de pobreza se veían obligados a decir que no a casi todo lo que pedían sus hijos e hijas y una de las pocas cosas que podían permitirse era la comida rápida. Los alimentos eran su manera de hacerles ver que les querían y escuchaban sus demandas porque las otras no podían satisfacerlas.
Esta realidad no es ajena a Cataluña donde el sobrepeso infantil también se concentra en las capas más bajas. Necesitaríamos una televisión pública que nos contara todo esto, que explicara de qué hablamos cuando hablamos de pobreza infantil, de pobreza severa, que pusiera rostro a la infancia que ha vivido el confinamiento sin espacio para moverse y sin poder seguir su educación de forma telemática porque nunca llegó el ordenador o la tablet que necesitaba. Es una misión de la televisión pública de Cataluña hacerlo, como lo es también mantener y promover unos altos estándares de pluralismo y neutralidad.
Sin embargo, lo que tenemos es una televisión pública que ni siquiera en medio de una pandemia deja de tapar con banderas una realidad sangrante. Una televisión pública que desde 2013 es requerida por el CAC para que emita contenidos desde el punto de vista de las personas que no son partidarias de la independencia para equilibrar los que permanentemente emite a favor de las que sí lo son, pero en vez de eso compra ocho documentales bajo la premisa que ninguna de las personas procesadas por el 1-O cometió ningún delito y que todo el juicio es un montaje.
Cataluña es un lugar donde siempre hay dinero para unas cosas pero no para otras, incluso en medio de una pandemia. Es también la única comunidad autónoma donde el Covid ha afectado menos a los ricos que a los pobres. Pero de esto no se habla en nuestra radiotelevisión pública.