La escasez de vacunas no es responsabilidad directa del gobierno español, pues hasta el momento no ha negociado la adquisición de una sola dosis, sino de la Comisión Europea (CE). El año pasado, los líderes de las naciones que integran la Unión (UE) acordaron la compra centralizada y la distribución de los viales en función del tamaño de la población de cada país.
Una propuesta realizada por Angela Merkel con un triple objetivo: asegurar un acceso equitativo a las vacunas a todos los miembros de la UE, evitar convertir la compra en una subasta al alza en la que unos actúen contra otros y reducir el precio de las dosis, al adquirir la CE muchas más que cualquier país del área.
La compra centralizada pretendía que no se repitiera la batalla entre los socios por la adquisición de respiradores y mascarillas observada en marzo y abril de 2020. También impedir una elevada diferencia en el porcentaje de población vacunada entre los países con mayores y menores recursos económicos. Finalmente, buscaba prestigiar las instituciones europeas, especialmente entre los ciudadanos de los países de la UE con menor renta per cápita.
Una magnífica idea, pero un resultado decepcionante. Al final del primer trimestre, la CE ha incumplido sus metas y ha sido acusada por diversos países de realizar una deficiente gestión. Su propósito era inmunizar con dos dosis al 80% de los sanitarios y a las personas de más de 80 años. Unas cifras muy lejos de las reales: 47% y 27,1%, respectivamente.
Los principales errores cometidos han sido los siguientes:
1) El precio ha sido una prioridad. Al constituir el Covid-19 una pandemia mundial, la CE pensó que las farmacéuticas no subastarían los lotes al mejor postor y les harían llegar las dosis prometidas en las fechas acordadas. Una ingenuidad digna de un adolescente, pues los ejecutivos de las multinacionales aprovechan cualquier circunstancia favorable a los intereses de sus empresas para incrementar los beneficios y las remuneraciones personales.
El gran volumen comprometido les ha permitido rebajar su precio de adquisición, pero les ha relegado en el orden de distribución de los inyectables. Así, por ejemplo, Israel por cada dosis de Pfizer paga un 62,5% más que la UE (19,5 versus 12 euros). Un elevado plus que probablemente es extensible al resto de vacunas.
A pesar de ello, el gobierno israelita considera que el sobreprecio le sale rentable. La rentabilidad proviene de los menores gastos sanitarios incurridos, un más rápida reactivación económica y especialmente de las vidas salvadas. A 31 de marzo, los datos de vacunación son concluyentes. En el país donde los judíos son mayoría, un 60,6% de los ciudadanos había recibido al menos una inyección, en la UE solo un 11,86%
2) Una inadecuada gestión de las compras. La Comisión demoró en exceso la firma de acuerdos anticipados de adquisición de vacunas, que comportaban la financiación de una parte del coste de la investigación, menospreció el previsible orden de llegada al mercado y rubricó contratos donde las obligaciones de las farmacéuticas no quedaban suficientemente claras.
La tardanza ha provocado que las multinacionales dieran prioridad en sus entregas a sus primeros financiadores y ha creado escasez de vacunas en la UE. Incluso, una empresa francesa como Sanofi ha declarado que sus primeros viales serán para EEUU.
La CE ha llegado a acuerdos con siete farmacéuticas. No obstante, la apuesta principal era Sanofi, por ser una compañía de la UE y disponer de una gran capacidad de producción en su territorio. En menor medida, también AstraZeneca, por utilizar un método de inmunización ya probado, como sucede con el utilizado por la firma gala, y ser la más barata (1,78 euros).
Los expertos europeos creían que las vacunas de Pfizer y Moderna tenían más riesgo, pues utilizaban una tecnología novedosa (ARN mensajero). También actuaba en su contra su comparativamente elevado precio y la exigencia de unas condiciones de conservación (a 20º o más grados bajo cero) difíciles de conseguir.
Indudablemente, el criterio utilizado ha sido equivocado. Las primeras en llegar al mercado fueron las de Pfizer y Moderna, AstraZeneca ha facilitado muchas menos dosis de las acordadas y, en el mejor de los casos, la de Sanofi no estará disponible hasta finales de año.
3) Rechazar la expropiación temporal de patentes. El marco jurídico de la mayoría de los países regula la licencia obligatoria de patentes. Constituye una excepción a las reglas de la propiedad intelectual y permite su utilización temporal por parte de terceros en caso de interés público. En contraprestación, la empresa que la posee recibe ingresos en concepto de royalties.
La Comisión podía haber utilizado dicha legislación para incrementar sustancialmente la producción de la vacuna de AstraZeneca, después de sus reiterados incumplimientos. No obstante, no lo ha hecho por cobardía, por un excesivo respeto a los derechos de una empresa desleal y para evitar generar un precedente.
4) Ha permitido la libre exportación de vacunas. La candidez de la Comisión le hizo pensar que todas las naciones productoras permitirían la libre exportación de vacunas, aunque solo una pequeña parte de su población estuviera inmunizada. Por eso, inicialmente no adoptó ninguna medida para restringir las ventas al exterior.
No se han comportado así EEUU y Reino Unido. El primer país recientemente ha empezado a exportar a Canadá y México; el segundo ha recibido 10 millones de viales de la UE entre el 1 de febrero y el 16 de marzo y no le ha vendido ni uno solo de los fabricados en su territorio.
En la actualidad, para autorizar las ventas al exterior, la Comisión aplica los criterios de reciprocidad y proporcionalidad. En otras palabras, si el país, teniendo capacidad para producir vacunas, realiza exportaciones a la UE y si su situación epidemiológica es peor que la de ella. Más vale tarde que nunca.
5) Ha menospreciado las vacunas rusa y china. La excusa es que la Agencia Europea del Medicamento no ha podido comprobar su eficacia. La realidad es que la Comisión no ha querido pagar los peajes que probablemente le exigirían Putin y Xi Jinping.
En definitiva, en el primer trimestre, la gestión realizada por la Comisión ha sido deficiente y propia de unos aficionados. Es inexplicable como tantos profesionales cualificados como hay en Bruselas lo hayan podido hacer tan mal.
No obstante, una mejoría ya es perceptible. En la pasada semana llegaron a España dos millones de vacunas, más de lo que lo hicieron en el mes de enero. Si el ritmo de aprovisionamiento sigue creciendo, aún será posible la inmunización a principios del verano del 70% de la población. Si así sucede, en dicha fecha empezará la definitiva recuperación económica.