El poder ha dejado de ser el mejor pegamento de la política. Los tribunales neutralizan su abuso, como ha hecho el TSJC al llevarse por delante el aplazamiento de las elecciones autonómicas. El intento de aplazamiento es un síntoma claro de que se han perdido los papeles; no hay gobierno, no hay rendición de cuentas, no tenemos cámara legislativa y la Diputación General se ha convertido en una mesa de bacarrá con los políticos de tez desfigurada, pero atentos a la mirada de crupier de la casa, como en el cuadro del pintor Ernest Descals. Menos mal que los tribunales tutelan la democracia. En la ciudad sin ley, todos estamos bajo su imperio.
Dijeron aquello de ho tornarem a fer y lo han hecho otra vez. “O el país reacciona o nos encaminamos hacia la decadencia”, expone en un tuit Joan Coscubiela, mítico expresidente de la CONC y referencia moral de la política catalana. El Decreto de Pere Aragonés no aplazaba las elecciones; las suspendía. Y claro, el alto Tribunal no tenía otra. O esto o vamos de cabeza a convertirnos en un Estado zombi; no somos Libia, Irán, Níger, ni Zimbabue, naciones que ayer perdieron su derecho de voto en la Asamblea de la ONU. Cataluña no va tan lejos, pero va camino de estructuras intermedias, el lugar que ocuparon, antes del dramático 1990, las repúblicas balcánicas. Nuestros políticos confunden; nos obligan a vivir en un limbo peligrosísimo.
Pero afortunadamente, el abuso tiene fecha de caducidad. Hoy se certifica este enunciado con el nombramiento de Biden frente al Capitolio, lo que significa el fin de la era Trump, el ogro feo, jaleado en su día por líderes del procés, como el mismo Artur Mas. Hoy toca recordar que, en 2016, refugiado en un verbo alambicado, el expresident habló de Trump, como de un asociado del soberanismo catalán. Aquí también ha caducado el abuso y las últimas 24 horas han sido un guirigay. Ante la posibilidad de alargar seis meses la campaña electoral, los partidos soberanistas empezaban a enredarse en la urdimbre de nuevas hegemonías. ERC vive pillada desde hace tiempo por el miedo cerval a la abstención, pese a ir todavía por delante en los sondeos. Junqueras y los suyos programaron el aplazamiento electoral, que dejaba en el aire le mesa de negociación territorial con el Gobierno. ¿Dónde quedan sus principios? Por su parte, JxCat se había metido ya en una pugna interna, entre Joan Canadell y Ramon Tremosa, para desbancar a Laura Borràs, en horas bajas ¿Tan blandas son vuestras abjuraciones?
En el partido de Puigdemont, no es casualidad que la batalla por el poder sea en clave de querella catalana, es decir, caras amables sobre el mantel y puñales por debajo de la mesa. Los hiperventilados de esta formación sin principios practican el negacionismo ante la inesperada nueva proximidad de los comicios (hemos vuelto al 14F); le temen a la vacuna del TSJC porque ellos creen que modificará su estructura genética, sin advertir que están delante de una oportunidad.
A lo largo de 2020, más de 100 países y territorios de todo el mundo celebraron comicios y la mitad de las convocatorias se celebraron después de haber sido suspendidas inicialmente, según los datos de IDEA, Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, un organismo intergubernamental integrado por 30 países que defiende la democracia sostenible. IDEA expone el uso de recomendaciones para el voto directo, como distanciamiento, cabinas, protección especial para las autoridades de mesa. Y especialmente medidas como el voto electrónico, el voto postal y el voto presencial extendidos en días. No valen excusas; no más dilaciones atropelladas por el miedo a perder.
Casandra se ha puesto de largo bajo el balcón del Palau. Esta vez predica los grandes males que nos esperan si se mantiene el complot indepe. A estas alturas, todo el mundo sabe que el mapa autonómico dependerá a corto de lo que ocurra en Madrid; y al mismo tiempo, el resultado catalán puede influir en el deshielo pendiente ente el PSOE y el PP.
Nuestra clase dirigente no reacciona. Foment del Treball abandonó la idea de impugnar el Decreto del Govern que aplazaba las elecciones hasta mayo; o quizá lo hizo porque sabía demasiado. Tampoco Javier Faus, presidente del Cercle d’Economia, le afeó el gesto a Pere Aragonés; as usual. La Cataluña de la Tercera Vía no se ata los machos. Los báculos empresariales y financieros optan por el silencio, atenazados por el miedo que produce un Govern capaz de articular venganzas. ¿Hay alguien ahí? ¿Dónde están los actuales Delgado, Pere Duran, Joan Molins, Ferrer-Salat, Lara Bosch o Josep Vilarasau?