Los últimos comicios de la Cámara de Comercio de Barcelona se amañaron; lo hizo la Asamblea Nacional Catalana (ANC), a través de su plataforma Eines de País. Las elecciones fueron recurridas antes de la votación por el empresario Xavier Vallhonrat (presidente de la Asociación Catalana de Franquicias) por falsear la Ley Catalana de Cámaras de Comercio. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) le dio la razón al empresario y anuló el proceso electoral. Fue un auténtico varapalo para la Generalitat, administración tutelar.
La Cámara que preside Joan Canadell no está jurídicamente validada. Después de los comicios llegaron a los tribunales más de 40 demandas. A la Fiscalía le consta el biscotto electoral y la prevaricación del Govern, y ahora el momento procesal del caso está más vivo que nunca. Las papeletas de la Cámara son un documento público que los señores de Eines de País se pasaron por el arco de triunfo, con la ayuda del Govern. Pero manipular un documento público es un delito con implicaciones penales, que pueden llegar a los mandos políticos.
Canadell ha anunciado que deja temporalmente su cargo en la Cámara para estar en las listas electorales de JxCat, el próximo 14 de febrero. Le sustituirá Mónica Roca, vicepresidenta de la Cámara de Comercio, una señora hiperventilada que vive de las subvenciones y a la que no se le conocen méritos empresariales de ningún tipo. Canadell, fundador de Petrolis Independents (siete gasolineras y 12 millones de facturación), está también vinculado al Cercle Català de Negocis, otro tocomocho indepe.
Detrás del gasolinero que se hace llamar petrolero, llega Mónica; ella presume de ser amiga del ministro Pedro Duque, aeronauta y astrofísico. De algo nos había de servir la Nasa de chichinabo que ha montado Jordi Puigneró, el conseller de Políticas Digitales. Es triste, muy triste el maltrato a la institución corporativa impuesto por los pedigüeños del soberanismo. El plenario de la Cámara de Comercio, que un día fue el Senado de la economía catalana, hoy es un pantano vacío.
Canadell deja la cámara de Barcelona pero quiere seguir siendo el presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio de Cataluña y compaginar este segundo cargo con su papel en las listas de JxCat. La visibilidad de las cámaras es un escaparate ideal para saltar a la política y este hombre insensato tiene la mirada puesta en el departamento de Empresa.
La Generalitat ha abierto una partida de 2,5 millones de euros para el Consejo de Cámaras; se trata de un dinero que por ley debe ser utilizado para fortalecer las exportaciones de empresas autóctonas, pero Eines de País tiene decidido un reparto especial para potenciar a su gente. Otro atraco a mano armada. Los asamblearios usan y abusan de la entidad de derecho público, que fue creada para promocionar a las empresas, pero ellos despilfarran lo que pillan, dedicando los recursos a sus cositas: promoción personal, gastos corrientes y fuegos artificiales en la calle, a cargo de los CDR, en defensa de la independencia de Cataluña.
Detrás del Ejecutivo de la Cámara, jalonado de falsos emprendedores, se sitúa Joan Font, el presidente de Bonpreu, independentista confeso y sin mácula. La empresa de Font, con 1.300 millones de facturación, también concurrió a las elecciones camerales invalidadas, pero levantó el pie del acelerador en la última recta. Font se inclinó al final por dar paso a la ANC-Eines de País y desde entonces, este Papá Pitufo juega el papel de motor ideológico y financiador de las falanges indepes. Desde que el ex president Artur Mas le colocó en el Consejo Asesor de la Transición Nacional (CATN), Font es el mentor de los descamisados que ocupan la Llotja, hasta que la justicia les expulse. Pertenece a la organización empresarial nacionalista, Femcat, y mantiene un fuerte compromiso con los proveedores de la terra. Su empresa es uno de los mayores grupos de distribución de Cataluña, con 131 supermercados Bonpreu, 54 hipermercados Esclat y 49 gasolineras EsclatOil. Font le compró el 50% del negocio a su hermano por 350 millones de euros para quedarse solo; y así, lo que tiene en su mano derecha no lo ve la izquierda.
A día de hoy después del desastre del procés, el dueño de Bonpreu todavía ve claro el objetivo secesionista a pesar de que son casi 5.000 las empresas que han retirado de Cataluña sus sedes sociales. Él llegó a defender que los bancos no se irían jamás. Lanzó incluso este gaznápiro mensaje: “Sabadell y Caixabank se posicionarán en favor de la independencia”. Ya lo ven, es un tendero tan probo en lo comercial como obtuso en lo político. A la Cámara indepe no le queda mucho tiempo; pero mientras dure, Joan Font se paseará por la noble Llotja con aires de Manuel Girona y mantendrá a su acanallada tribu, a base de propinas.