Como era de prever, Laura Borràs ha ganado las primarias de JxCat y será la candidata del partido a la presidencia de la Generalitat en las próximas elecciones. De hecho, Damià Calvet no tenía nada que hacer en su condición de representante de la vieja Convergència, aunque le apoyaran desde el trullo Rull, Turull y Tururull. Se impone la nueva Convergència dirigida desde Waterloo por el fugado Puigdemont y que representa la independencia unilateral y todas las demás quimeras que de ella se derivan. Pero los convergentes siempre serán convergentes por mucho que cambien de nombre (como dice el refrán, aunque la mona se vista de seda, mona se queda, y conste que no me refiero a la señora Borràs), y a Calvet le faltaba un elemento fundamental para resultar atractivo a las bases de Junts x Puchi: no pende sobre él la ominosa sombra de la justicia española y no hay constancia de que haya incurrido en alguno de esos chanchullos consustanciales a los convergentes, gente siempre dispuesta a llegar a Ítaca mientras, por el camino, se pueda trincar algo con lo que llenar las alforjas.
No dudo de que Borràs ha contado con apoyos de campanillas (el abogado Alonso Cuevillas, con el que físicamente podría formar la perfecta réplica catalana del Dúo Sacapuntas, aunque esa función ya la cumplen muy bien Salvadó y Jové; el humanista bienhumorado Toni Albà, un líder de opinión como hay pocos; el diputado Francesc de Dalmases (sí, es su novio, pero eso no le quita mérito al apoyo: recordemos que en las últimas elecciones norteamericanas, Kim Kardashian no tuvo el detalle de votar por su marido, Kanye West), pero yo diría que lo que le ha llevado al triunfo en las primarias ha sido representar como nadie el espíritu de la Convergència de siempre al ser una (presunta) corrupta. No olvidemos --sus votantes seguro que lo han tenido presente-- que la señora Borràs está acusada de prevaricación, malversación, fraude y falsedad documental por dieciocho contratos que le hizo a un amiguete cuando estaba al frente de la Institució de les Lletres Catalanes. Mientras que de Calvet no consta ni un mísero tirón de bolso ni una maldita multa de aparcamiento: ¿y con esa birria de mimbres pretendía ponerse al frente del partido de Puchi? Un tipo con un expediente tan limpio como el de Calvet es una vergüenza para los convergentes de pata negra, que siempre se inclinarán de manera natural por alguien que tenga problemas con la justicia española y luzca una moral patrióticamente laxa. Ante los presuntos chanchullos de Borràs, ¿qué podía hacer un monaguillo como Calvet? ¡Nada! Suerte tiene de que no lo expulsen del partido por su carencia de expediente policial.
Se vista como se vista, la mona convergente siempre será fiel a sí misma (sigo sin hablar de Borràs) y a la impronta de su fundador, Jordi Pujol, el único jefe de una banda criminal que ha conseguido dar forma a toda una sociedad, algo que no logró ni Al Capone en sus mejores tiempos. Su actual heredero lo intenta desde lo que él llama exilio y ya ha felicitado a Borràs por su éxito. Lo mismo ha hecho Quim Torra. Ambos han visto que es una de los suyos. Puchi se dio a la fuga en el maletero del coche después de quedar con sus secuaces para ir al matadero sin decirles que él no se presentaría a la cita. Torra se buscó la ruina --política, que no económica-- colgando una pancarta que no le habría costado nada introducírsela por salva sea la parte. Caso de ganar las elecciones, a Borràs la pueden inhabilitar por sus contratos presuntamente chanchulleros, convirtiéndose así en el recambio más lógico y coherente de sus dos inmediatos predecesores: la prioridad de la nueva convergencia no es gobernar, sino colocar al frente de la Generalitat a la mejor fuente de problemas externos e internos que puedan encontrar. Con ese concepto en la cabeza, Borràs es la candidata ideal: entre su unilateralismo y sus problemas con la justicia, tenemos espectáculo asegurado para unos meses (más la inevitable llorera ante la maldad de las cloacas del estado, por supuesto).
¿Elegir a alguien para que presida un gobierno regional? Eso solo se les ocurre a traidores y botiflers.