Toque de queda decretado por seis meses y medio. Aquí no pasa nada. Seis meses sin poder reunirse más de seis personas no convivientes. No pasa nada. Un objetivo epidemiológico absurdo e imposible. Aquí no pasa nada. Que hay una fiesta del poder empresarial con algunos ministros, se celebra. Manifestaciones prohibidas durante siete meses. No pasa nada. Con Franco si paseaban tres era ya una manifestación. Ahora son seis. Mismo prólogo. Miedo da el futuro. Y aquí no pasa nada. 

¿Y los ciudadanos? ¿Dónde están? Encerrados y amedrantados. Poco a poco el Gobierno va dominando todo el poder. Miedo. Alerta. Seis meses de alarma y ningún control del Congreso.  Ahora serán cuatro meses o dos meses. Da igual. ¿Para qué está el Congreso? Sánchez lo ignora. Sólo le sirvió para apoderarse del poder. A partir de ahí el Congreso le sobra. ¿Peligro? Mucho peligro. Quiere el poder absoluto. Y volar lo más alto posible. Pero Rainier M. Rilke ya dejó en el aire una frase contundente: “Quien ha osado volar como los pájaros, un sola cosa más debe aprender: a caer”. Llegará la caída, pero mientras tanto….

El Estado de Alarma es una previsión constitucional para crisis grave, pero no es ni bueno ni malo. Pero mejor no tenerlo. Y mucho menos abusar de él para otros intereses políticos. Ya los vimos en primavera. No los vamos a repetir. Al pueblo soberano no le gustó demasiado. Sánchez lo notó y pasó su responsabilidad a las autonomías. Él se fue de vacaciones. Claro, así nos brilla ahora el pelo. Estamos peor que en primavera, que ya es decir. Nadie ha dirigido la crisis de la pandemia como se debiera y los ciudadanos lo pagamos con encierros, hambre y muertos. Muchos muertos.

Pero aquí no pasa nada, mientras Pedro y Pablo mantengan el poder. En ocho meses han tenido tiempo para irse de vacaciones e intentar asaltar la justicia, pero no han tenido tiempo para legislar y adelantarse a la segunda ola de la mayor crisis sanitaria de la historia. A fala de tiempo reúne al Consejo de Ministros el domingo para decretar el Estado de Alarma. Dotes de líder. Fracaso total, pero no pasa nada. Hemos retrocedido a marzo sin que nadie realizara un plan para el otoño. Gobernar día a día, ya veremos mañana, según como sople el viento. Fracaso total. Nulas dotes de liderazgo.

“Hemos derrotado al virus y controlado la pandemia y doblegado la curva. Hay que salir a la calle, hay que disfrutar la nueva  normalidad recuperada, hay que recuperar la economía”. Lo dijo Sánchez en junio. Quería irse de vacaciones. ¡Vaya profeta! Con un mínimo nivel el Gobierno se hubiera quedado trabajando y sin vacaciones, preparando la llegada del otoño y la segunda ola del virus que todos pronosticaban. Pero no hay líderes. Sólo narcisos para venderse por televisión. Lo vemos estos días con la presentación de los Presupuestos. Los dos juntitos. Pedro y Pablo. Estos son los Presupuestos progresistas. Jaja. Con meses de retraso. ¿Qué han hecho todo el verano? De vacaciones. ¡Vaya líderes!

“Hay que recuperar la economía”. Lo dijo Sánchez en junio. Pues está haciendo lo contrario. Estamos metidos en pozo sin fondo. Porque somos un país de servicios. Cerrados los servicios se cerró la economía. Y el hambre está llamando a la puerta. Las protestas ya están por la calle. Empezando por los propios sanitarios, abandonados y explotados. Los autónomos, cerrados. Pequeñas empresas, liquidadas. Y de éstas vive España, no de las grandes multinacionales. Cuidado Pedro y Pablo, los manifestantes empiezan a perder el miedo y a saltarse el estado de alarma. Y no habrá policía que controle a una población hambrienta y desesperada. Empiezan a verse las primeras reclamaciones. Seguirán.

Pero Sánchez e Iglesias van a conseguir lo deseado. Los Presupuestos. Un colchón para dos años más. Pero nacen muertos. El virus lo ha cambado todo. Además de presentarlos tarde y mal ya están en entredicho. Parecen la repetición de los de Zapatero que nos llevaron a la ruina. Eso comentan por la calle de Alcalá, zona del ministerio de Hacienda, pero donde no se han realizado. Pablo Iglesias los llevó a su terreno y la división en el Gobierno es un hecho claro y preocupante. Dos bandos irreconciliables que no pronostican buen fin.

“Si nos rompemos, perdemos el Gobierno” ha dicho Pedro Sánchez, según se comenta por la calle Zorrilla. Mala pinta tiene esto. Un grupo de ministros protesta contra Iglesias y Pedro intenta sofocar el fuego. Calviño y Escrivá lideran el grupo de ministros que está hasta el gorro de Pablo Iglesias, de su mujer Irene y de la incompetencia de Garzón. ‘Los morados trabajan mal, no saben nada, no tienen preparación y sólo les importa la comunicación política. Venderse bien por las teles’. Eso comentan socialistas con responsabilidades gubernamentales. La crisis de gobierno está llamando a la puerta. Por cierto, la ministra de Economía, Nadia Calviño, no presentó los Presupuestos. Raro, ¿no? Muy raro.

Pero no pasa nada en este país. Sánchez y sus ministros se suben el sueldo mientras millones de españoles van a la ruina. Con la que está cayendo. ¡Vaya insulto a los ciudadanos! Sobran más de la mitad de los políticos. No se va nadie. Hasta Iglesias y su señora, que venían a cambiar la política, aceptan muy gustosos la subida de sus sueldos. Y apoyan el incremento de los impuestos indirectos reflejados en los nuevos Presupuestos. Estos son los líderes. Mientras, el pueblo calla. Seguimos.