El president Torra describe círculos concéntricos de pernera abajo; y su grafismo dice así: “Prohibido el paso, simiente gatuna”. Pero la gente ya ni lo escucha. El 43,6% de los catalanes muestra un sentimiento de identidad compartida, española y catalana, según el último informe, Percepción de políticas públicas, elaborado por el Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat. Derrota indepe sin paliativos en términos de sensibilidad; el soberanismo quiso ganar la batalla de la doble legalidad republicana pero tuvo que conformarse con una victoria sentimental efímera; ahora, en pleno reflujo, ha perdido incluso el apoyo emocional de la población. Pero él, instalado en el Palau, no digiere las derrotas.
Si echamos la vista atrás, veremos que el joven Torra, después de estudiar Derecho y de ser oficial de complemento en la Escuela Militar de Toledo, trabajó en la aseguradora Winterthur, entró en política por la puerta de Unió y se encuadró en el Reagrupament de Joan Carretero, hijo espurio del llorado Josep Pallach. De su etapa como editor, en su sello A Contra Vent Editors, deja una estela considerable de tradición; menudo empacho. Vive del pasado y en el pasado, pero no es un piernas, sino más bien un enorme cabezudo, como aquellos que acompañan a los gigantes en las inminentes Fiestas de la Mercè. Ahora, a un minuto de su inhabilitación, recurre a su instinto felino, marca territorio para no ser sustituido por el vicepresidente, Pere Aragonés, un “chico con estudios” --así dicen los terceristas que no están ni contigo ni sin ti--, oriundo de Pineda de Mar y nieto de Aragonés i Montsant, que fue presidente de Alianza Popular en Cataluña.
Torra no se va, pero Esquerra vol i dol. Ahora que cae el president, el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, se une a Laura Borràs, mujer de caña larga y descapotable, para decir que España solo sabe reprimir ¿Cuándo crecerá este bachiller de Villa y Corte? Desde que dejó de ser suseñoría lenguaraz para hacerse portavoz conspicuo, habla más en las barras que en el Hemiciclo.
Torra no quiere ser sustituido: après nous le déluge, dicen que dijo la Pompadour; el president es un culo di ferro uno de los tozudos que aguantan las negociaciones más largas; los últimos en levantarse de la mesa esperando imponer sus opiniones justo en el último suspiro. Parece que la ley acabará pasándole los trastos al president del Parlament, Roger Torrent, y será entonces cuando la cámara legislativa, que nunca legisla nada, decida el futuro del cargo. Pero si no lo hace, que de entrada no lo hará, perderemos otro año. A Torrent, el net de cal Centru, como le llaman en su pueblo, Sarrià de Ter, se le cae encima la ardua tarea de cambiar cromos. Cal Centru era el bar del antiguo Centre Republicà (propiedad de los Ramió, su rama materna), un negocio expendedor desaparecido hace mucho, situado puerta por puerta con la papelera Torras Hostench, aquella fábrica humeante que olía a mil demonios.
En el último CEO citado, los que dicen sentirse solo españoles o solo catalanes no pasan del 9%; forman la espiral disruptiva, nación contra nación, inflamación sin futuro; la España metafísica frente al catalanismo de socarrel, con la diferencia de que ha sido este segundo el que, en esta ocasión, ha sembrado el odio. Del primero ni hablo; sobran las palabras de Onésimo en boca de Abascal, el jinete orlado, o de Espinosa de los Monteros Jr, un rústico de piel fina y servicio con librea.
Vamos directos al abismo fiscal. De seguir así, la tercera prórroga de los Presupuestos de Montoro será efectiva el próximo primero de enero. La incapacidad de los políticos para dar un paso conjunto confirma el eclipse de la democracia y la hegemonía de su contrario: la partitocracia. En la institucionalidad profunda de la sociedad civil se alzan voces de indignación contra la estrechez de los dirigentes. Pero los políticos rebosan tranquilidad porque los fondos europeos están precisamente para frenar la caída. No se han enterado de que, antes de soltar el grueso de los fondos de salvación, Bruselas exige a España los Presupuestos Generales del Estado, que no llegan por falta de acuerdo ¿Qué harán finalmente Esquerra, PDECat y JxCat? Los indepes ya no intimidan; solo desconsuelan.
La consolidación del siglo XXI va en la dirección de los populismos y los etnonacionalismos que tanto daño hicieron en la pasada centuria. Antes de empequeñecer al mundo sin su presencia, Torra se aprieta la correa del cinturón a su paso por la vejiga; los médicos dicen que los nervios que atraviesan el órgano en cuestión van a la médula espinal; no reciben órdenes del cerebro. El president quiere tanto a su tierra que, en su inconsciencia, la utiliza de mingitorio. Desde que Lászlo Passuth publicó El dios de la lluvia llora sobre México, no habíamos visto semejante evacuación de humores internos.