Ayer me llamó una “fuente” para decirme que “alguien” quería hacerme unas revelaciones de verdadero interés periodístico. Pero tenía que ser en riguroso secreto. Así que fijamos la cita en el parking de la catedral, a las dos y media de la tarde. Fui. Todo el mundo a esa hora está comiendo, de manera que el parking estaba idealmente desierto. Las luces de neón parpadeaban. El ruido de mis pasos levantaban ecos lejanos. De detrás de una columna me salió al paso un desconocido, con gorra de baseball y guayabera. La visera de la gorra dejaba en sombra parte de su cara, y la mascarilla completaba el anonimato. A continuación transcribo textualmente algunas de las cosas que me dijo:
“Me han dicho que eres un poco escéptico respecto a la existencia de un núcleo pérfido, malvado y antidemocrático, instalado en el corazón mismo de las instituciones, del que tanto se habla últimamente, sobre todo en círculos nacionalistas y comunistas”.
Marcó una pausa, y luego agregó:
“Pues bien, quiero sacarte de dudas. Te lo confirmo: sí, el Deep State existe. De hecho, soy yo.
“Recordarás que antes me llamaba Poderes fácticos, pero quedaba demasiado español, demasiado castellano antiguo, demasiado franquista, rancio. Con esa denominación apenas asustaba a nadie.
“La sustituí por el Ibex 35, que ya tiene más gancho: suena a ecuación, sugería la frialdad gélida de los números. Pero el fracaso de la operación Ciudadanos, según sus adversarios políticos orquestada por el Ibex, y la salida de Rivera de la política, demostraron que no es tan fiero el Ibex como lo pintaban. A partir de ahí a quién iba a asustar con ese nombre. Ya solo cuatro pringadillos acusan de mis enredos al Ibex 35.
“De manera que he tenido que reinventarme, y creo que he acertado con este modismo, Deep State, pues usar palabras inglesas me da cierto caché distinguido, cierta verosimilitud diabólica, un je ne sais pas quoi, ¿verdad? ¿A que hasta da escalofríos?... Como en el Internet Profundo, en las grutas subterráneas y húmedas del Estado Profundo, sobre todo si lo dices en inglés, parece que naden, repten y conspiren bichos repugnantes, monstruos dignos de Cthulhu, siempre dispuestos a socavar con las maneras más arteras la democracia y el estado de derecho.
“Soy el Deep State. Habito cerca de Las cloacas del Estado, voy sucio y destiño, no me toques, chaval, no te acerques, que huelo mal. Y ya puestos a hacer confidencias, te diré que sí: sí, yo constituí la Policía patriótica, al frente de la cual puse al comisario Villarejo, un hombre en la estela del comandante Perote y el comisario Amedo, grandes servidores míos que por desgracia se les acaba viendo el plumero, qué se le va a hacer si España es el país de la chapuza.
“Que quede entre nosotros, pero sí, tus sospechas son ciertas: Puigdemont es un agente mío. Nombre en clave: Cocomocho. Pude avisarle a tiempo para que saliese pitando hacia Bruselas, mientras el resto de la cúpula secesionista caía.
“Fue bastante complicado montar el paripé de su detención frustrada y su inmunidad en el Europarlamento, pero valía la pena: mientras nuestro agente en Waterloo siga operativo, creando confusión y fraccionalismos entre los nacionalistas, no habrá manera de que éstos vertebren una política eficiente.
“¡El Deep State va a por nosotros!” se escandalizan ellos. ¡Hombre! Pues claro que voy a por ellos. Faltaría más. Se erigieron en enemigos del Estado, al que me debo. Anuncian que “lo volverán a hacer”. O sea, que lo desguazarán. Bueno, yo me preocuparé de que no puedan.
“Les espío y les escucho, por supuesto. Ahora bien, yo a veces he tenido que hacer cosas feas, y también he incurrido en grandes torpezas, pero aún así uno tiene su pundonor. A mí que no me achaquen ese pretendido espionaje a los móviles de Torrent y “El Tete” Maragall. Para saber lo que hacen y planean los golpistas ya tengo mis antenas. No se me ocurriría perder el tiempo escuchando a esos. Como tú sabes, lo que esas dos lumbreras tengan que decir no le interesa a nadie, y a mí menos que a nadie.”
Así habló el Deep State. Dijo muchas más cosas jugosas sobre otros temas, pero de momento me las guardo para hacer chantajes lucrativos.