La actualidad da un póker de temas que merecen cada uno de ellos un artículo, pero en la crónica lo haré de forma lacónica, fiel a mi estilo.
Empiezo por el que más preocupa, política y sanitariamente. Soy nacido en Lleida. No estoy confinado, porque desde mis años mozos vivo en Granollers, como mis lectores saben.
Pero veamos. Lo primero es que Quim Torra tiene la virtud de ponerme de los nervios. Ha pasado de la cantinela de ¡Espanya ens roba! a ¡Espanya ens mata! Espero que su patología política le pase factura. Sé que en política no sucede lo que quieres, sino que todo depende del estado anímico social. Quiero pensar que Cataluña no está tan mal como pareció en las últimas elecciones catalanas en las que recuerdo que ganó Ciutadans, con Inés Arrimadas al frente, aunque dejó perder la oportunidad de plantar sus reales en el atril del Parlament para mostrar esa victoria.
Estaba condenada a perder, si hubiera presentado su candidatura a la presidencia de la Generalitat, porque la suma del frente separatista tenía más escaños, pero dejó pasar ese tranvía que no volverá a tener en la vida, porque el PSC superará a Ciudadanos en las próximas elecciones, cuando se celebren.
Y la fecha no la decidirá el preso del Palau de la Generalitat, sino el fugado al exilio dorado de Waterloo.
Segundo: Lo del rey emérito clama al cielo por sus manos largas, y su bragueta. Malas lenguas dicen que tiene un hijo de su amante cortesana que ya tiene la mayoría de edad y que se parece al actual rey.
Quien iba a decir que Juan Carlos I pondría en peligro la actual monarquía republicana. El padre es el mayor enemigo para que el hijo reine, y mucho más que Pablo (sin) Iglesias. El Emérito es un presunto ladrón de guante blanco. Lo sabe hasta el Papa de Roma.
Tercero: no me gusta al ascenso de los separatistas gallegos ni vascos, como no me gustan los independentistas de casa, pero sí el descenso de Podemos, como el desaparecido Albert Rivera, el Breve.
El resfriado catalán ha sido cogido por los indeseables de BILDU y los nacionalistas del BNG.
Cuarto: me ha encantado la mayoría absoluta de Núñez Feijóo, que ocultó las siglas del PP de Pablo Casado, porque con él como candidato a la Moncloa Pedro Sánchez puede dormir a pierna suelta. Con el gallego, el socialista tendría pesadillas.
Quinto: me gusta el actual partido naranja, pero el póker no es de cinco. El nuevo partido de Ciudadanos ha vuelto al centro, donde cosechó, no nos olvidemos, 57 diputados.