Al inicio de la pandemia, el separatismo flirteó con la idea del "España nos mata" en boca de Meritxell Budó y del propio Quim Torra. La idea, de puro grotesca, sólo recabó el entusiasmo de los más hiperventilados, aquellos que incluso se sintieron ofendidos con el 1.714.000 millones de mascarillas. El resto, la mayoría, vivieron el episodio con una mezcla de bochorno y estupefacción perfectamente descriptibles.
Así pues, toda vez descartado el "España nos mata", es de prever que el nacionalismo vuelva a la carga con el "España nos roba" aprovechando la nueva crisis económica y conscientes de que ese mensaje siempre ha tenido más adeptos que el otro. Ya lo hicieron en 2012 y les fue bastante bien, por falso que fuera el mensaje, así que esta vez tenemos que estar mejor preparados que entonces.
La primera idea que volverán a poner encima de la mesa es por qué Navarra y País Vasco sí y Cataluña no. Sorprende que el nacionalismo, tan dado a la interpretación historicista de todo lo que nos rodea, pretenda que los catalanes seamos los únicos miembros del planeta que no tenemos ninguna responsabilidad sobre las decisiones que tomamos en el pasado. Jordi Pujol, Miquel Roca y Trias Fargas renunciaron al concierto económico porque no querían pasar por el impopular trago de cobrar impuestos y prefirieron organizar su rentable (en todos los sentidos) "peix al cove". PSUC, PSC y ERC renegaron del concierto porque lo consideraban una "reliquia carlista y conservadora". Así, textualmente.
Cuando explicas esto, el nacionalista de turno contesta "eso es el pasado y ahora se podría hacer". Olvidan que el concierto vasco y navarro no fue un acuerdo entre gobiernos de turno, sino un pacto votado por todos los españoles. De manera masiva, por cierto. Y especialmente en Cataluña, es decir, que los catalanes votamos masivamente que estas cosas las debemos acordar entre todos los españoles.
Por lo tanto, cualquier cambio en el sistema de financiación, o se pacta entre todos los españoles o no tiene ninguna viabilidad.
Y ¿cómo se llega a un acuerdo para mejorar esa financiación? Lo primero imprescindible es recuperar la confianza y la lealtad. Recordemos que el actual modelo de financiación, presentado en julio de 2009, tuvo el apoyo de ERC, de Iniciativa per Catalunya e incluso de Unió Democrática, que tuvo serios enfrentamientos con CDC por este asunto. Pues bien, tan sólo tres años después, en otoño de 2012, la propia ERC lideraba el inicio de la campaña "España nos roba", demostrando que la posibilidad de llegar a acuerdos estables con esta generación de políticos nacionalistas es imposible, y que más vale no llevarse a engaño con ello. No conocen la palabra "lealtad" y sin lealtad ningún acuerdo en política es posible. Sólo un Gobierno de la Generalitat no nacionalista podría modificar esta dinámica y permitir un debate realista y leal sobre cómo mejorar el sistema de financiación de Cataluña siempre construido sobre un gran acuerdo con el resto de los españoles. Pongámonos a ello.