Miguel Ángel Fernández Ordóñez (Madrid, 1945) habla con gran celeridad. Enlaza diversas cuestiones, y matiza la afirmación para volver sobre otra idea anterior. El exgobernador del Banco de España (2006-2012) acaba de publicar Adiós a los bancos (Taurus), una obra en la que recoge estudios de académicos y de otros economistas como Josep Huber, Ben Dyson o Michael Kumhof, y a partir también de reflexiones de Hayek o Friedman, con una propuesta que surge periódicamente: son los bancos centrales los que deberían poder ofrecer el dinero “público” a los ciudadanos y no los bancos privados. Mafo, como se le conoce por las siglas de su nombre y apellidos, cree que esa sería una buena fórmula para impedir crisis bancarias como las conocidas a partir de la crisis de 2008. Y señala, en esta entrevista con Crónica Global, ante lo que se avecina por el parón económico a causa del coronavirus, que esa cuestión sobre los bancos es esencial: “Si los bancos no se infectan, la crisis puede ser profunda pero se podrá capear”.
--Pregunta: ¿Los bancos están en un mal momento por el escaso margen de negocio, aparte del problema ahora del coronavirus? ¿Se puede decir Adiós a los bancos, como titula su libro?
--Respuesta: No diría que es el peor momento de los bancos. Es evidente que no. Lo fue en 2008. Sin ayuda no hubieran podido seguir y muchos hubieran quebrado. Pero todo hay que verlo con perspectiva. Y los bancos, si pensamos en el siglo XIX, quebraban con facilidad. A partir de entonces, los distintos países entendieron que había que ayudarlos. Eran algo frágil, porque los bancos, en realidad, generaban una promesa de dinero, a través del crédito. Y necesitaron la ayuda de los bancos centrales, que ofrecen liquidez a las entidades.
--¿Y se les ha controlado más?
--Sí, con la crisis de 2008 se pasó a mayores controles, con la idea de que los ciudadanos no pueden acceder al dinero del Banco Central, aunque los bancos sí pueden hacerlo. El hecho es que se les ayudó, y algunos fueron nacionalizados. Sin embargo, pese a esas ayudas, los bancos tienen problemas, por la competencia que les ha salido, a pesar de estar superprotegidos, y por la política monetaria que se ha seguido. Es un sistema que no puede seguir así.
--¿Por qué?
--Hemos dejado que el dinero lo creen los bancos privados que, al ofrecer créditos, crean el dinero. Y la idea de que con bajos tipos de interés se podía crear más dinero, ofrecer dinero al sistema, no ha funcionado, porque esa creación de dinero no es directa. Sí lo sería si el dinero fuera público, si lo crearan los bancos centrales.
--Pero, en todo caso, los bancos de forma justa o injusta se han ganado fuertes críticas, un discurso que está en contra de sus actuaciones.
--Tienen algo de mala reputación, pero los bancos tienen razón cuando dicen que están superregulados e intervenidos. Si no lo estuvieran, en todo caso, tendríamos todos más problemas. Si el dinero fuera seguro, y eso pasaría si lo creara el banco central, no habría crisis bancarias.
--Usted estuvo al frente del Banco de España en el momento más duro de la crisis. Justo antes, en 2003, la propia institución había advertido de que los bancos estaban ofreciendo créditos muy por encima de lo razonable. ¿No se ha hecho caso a los bancos centrales o éstos no han sabido cómo actuar?
--No se hizo caso, como me dice, con esas advertencias, ni se puso esas cuestiones en el centro de todo porque el objetivo de los bancos centrales es la inflación. Los bancos centrales no tienen capacidad para incidir, y se optó por regulaciones macroprudenciales, con regulaciones que son restricciones de crédito. Creemos que con eso se arreglan las cosas, pero es que mientras estemos actuando con este sistema, en el que quien crea el dinero es el banco, seguiremos igual. Esos problemas que vivimos se acabarían si el dinero fuera público, si lo tuviera el banco central.
--Ahora parece algo natural y asumido, ¿pero los bancos centrales debían ser independientes? Alfonso Guerra, cuando se debatía esa idea, señalaba que la política monetaria era algo consustancial a los gobiernos y que para ello debían contar con los bancos centrales.
--Antes tenían muy poca independencia, estaban sometidos a los gobiernos y aún vemos ahora cómo trata de influir el Gobierno norteamericano en la Reserva Federal, pidiendo que se suban o se bajen los tipos de interés. Pero creo que fue una buena decisión, en todas las democracias liberales. Cuando se tuvo las altas inflaciones de los años 70 se optó por esa separación, y ha sido un éxito. Llevamos casi 50 años con inflaciones moderadas. Pero insisto en que el modelo al que deberíamos ir es hacia un banco central que actuara como un registrador del dinero, para que pudiera decidir el ciudadano qué hacer con ese dinero. Sería un dinero público y seguro. Y, de forma paralela, se podría liberalizar el sector. Si el dinero fuera público y seguro, el Estado no tendría que seguir protegiendo a los bancos privados. Y en contra de lo que se ha hecho hasta ahora, se podría liberalizar el mercado de préstamos y los servicios de pago. Todo eso lo han defendido hasta cinco premios Nobel, con economistas como Hayek o Friedman.
--Entonces, volvemos sobre la idea inicial. ¿Los bancos sufrirán en los próximos tiempos, por una mayor competencia?
--Me quedo con una frase de Bill Gates, que dice que necesitamos lo que hacen los bancos, pero no necesitamos a los bancos. Me parece que resume bien lo que está pasando o lo que debería pasar y es que deberíamos separar el dinero del Gobierno, aunque a veces todo eso se confunde. Si los bancos centrales se ocupan del dinero –el Estado, que no es lo mismo que el gobierno-- los ciudadanos se podrán beneficiar. De hecho es una máxima de la democracia liberal: la separación progresiva de tareas.
--¿Estamos en una transición?
--Lo estaríamos si fuéramos hacia ese modelo. Todavía no. Ahora con el coronavirus, que puede provocar una crisis importante, si tuviéramos este otro sistema que defiendo, se podría evitar la posibilidad de otra crisis bancaria. El dinero estaría seguro. Pero ahora no sabemos cómo evolucionará todo esto. Si los bancos no se infectan, la crisis puede ser profunda pero se podrá capear. Las crisis no bancarias son importantes, pero cuando afectan a los bancos, entonces el Estado no tiene otro remedio que ayudar. Los debe salvar. Me pasó a mí con las críticas de Luis de Guindos, y lo que pasó es que él tuvo que poner dinero después, cuando lo había criticado. La alternativa a no hacerlo es mucho peor. Se pusieron 60.000 millones en el sistema, sí, pero, ¿qué hubiera pasado en caso contrario?
--Algunos economistas sostienen que es mejor dejar caer a quien se exceda.
--No lo puedes hacer cuando tienes involucrado el dinero. Los fondos de inversión pueden caer, y de hecho lo hicieron, pero los bancos tienen una cosa pública que es el dinero que el Estado tiene que salvar. No es la siderurgia. No se trata de que seas bueno o malo, es que tienes que hacerlo, y se ha hecho en todo el mundo. No hay un solo país que se permita ese lujo. Lo intentaron los daneses, y rectificaron de inmediato. El dinero es capital para que funcione una economía.
--¿Pero qué se le pide a cambio?
--¿Qué le vas a pedir? Lo que pasa es que si pides alguna cosa y reduces la rentabilidad, cuanto más baje la rentabilidad, más posibilidades habrá de crisis. No te queda más remedio. Siempre que estemos en el actual modelo, claro.
--¿Si se afronta ahora una nueva crisis, los bancos están preparados?
--Los bancos están en una situación muy distinta a la de 2008. Se han limpiado activos tóxicos, y tienen o pueden acceder a liquidez. Pero están con problemas, porque tienen una enorme regulación. Y aparecen cosas como libra, la moneda de Facebook, que entran en la competencia por los servicios de pago. Ahora hemos visto con la caída de las bolsas, por el coronavirus, que los bancos han caído más. Lo pueden pasar mal.
--¿Qué se puede prever, entonces, qué se avecina con el coronavirus?
--Si la crisis no afecta a la banca, el coste puede ser corto. Si la banca sufre todas esas caídas, veremos. Pero reitero que deberíamos ir hacia un nuevo modelo en el que el dinero, el CBDC, el central bank digital currency, sea de los bancos centrales. A los bancos habrá que ayudarles para que aprendan a jugar con competencia. Como se ha hecho con el sector del transporte aéreo, o las telecomunicaciones, que han sido monopolios. En todo caso, mientras eso no ocurra, si los bancos lo pasan mal, habrá que ayudarles.
--¿Entiende el discurso que se ha instalado en parte de la sociedad española en contra de los bancos, y que algunos califican de populista?
--No, y creo que no va hacia ninguna dirección. ¡No salvad a los bancos!, dicen. Pero lo que consigues es mucho peor. Otra cosa es que se abogue por otro sistema. Pero si tenemos éste, no se puede dejar quebrar a los bancos.
--En todo caso, ¿el peligro real no son las grandes compañías que entran en todos los sectores? ¿Es el momento de nuevas legislaciones anti-trust?
--Eso es muy importante. En Estados Unidos se ha relajado la legislación anti-trust y se debería corregir. Con el modelo que defiendo, se podría liberalizar el sector, pero con medidas anti-trust, para evitar los problemas que puedan crear compañías como Amazon o Google. Ahora bien, lo que no puede pasar es que se pongan trabas a los grandes bienes, fantásticos, que han logrado. Es cierto, sin embargo, que haber dejado, por ejemplo, que Facebook se hiciera con WhatsApp fue un error. No debería haber pasado. Se debería aplicar una máxima: yo liberalizo, pero yo impido que haya monopolios.
--Si llega una crisis profunda ahora, ¿cómo están las finanzas públicas en España?
--Ha habido una cuestión y que creo que los últimos años del PP no fueron buenos, en el sentido de que se redujo el déficit, pero no el déficit estructural. Los últimos tres años del PP no se aprovecharon para eso. Pero el problema es la enorme deuda acumulada. Yo, como secretario de estado de Hacienda, tuve la suerte de ofrecer los dos únicos ejercicios con superávit. Y la deuda estaba en unos 300.000 millones de euros, entre el 34% y el 36% del PIB. Luego ascendió con Rodriguez Zapatero, con la crisis, a 600.000 millones y ya con Mariano Rajoy subió al billón de euros. Es un daño para las generaciones posteriores enorme. Pero hay que mirarlo con perspectiva. El culpable no es el PP, o esta o esta otra persona. Creo que es el sistema y que hay que cambiarlo.
--¿Ahora cambiaría decisiones tomadas a lo largo de su mandato al frente del Banco de España, que fue muy criticada?
--Con el actual sistema hice lo que se podía y se debía hacer. Lo hicieron todos. El mismo Banco de Inglaterra. Y debo decir que los que me antecedieron algo hicieron bien, porque en España los grandes bancos no se nacionalizaron como en otros países. El problema aquí se centró en las cajas de ahorro. Pero los bancos grandes pasaron la prueba, e, incluso, se les pidió que ayudaran.
--¿Habrá lecciones a partir del coronavirus que se deberán aprender?
--En parte está ocurriendo ya. Una de las cuestiones que se podrán desarrollar, me parece, es la cooperación. Se ha dado una buena cooperación, a mi juicio, entre el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas. Esta crisis tendrá efectos por el miedo que ha generado, pero soy optimista si los bancos no quedan afectados. También se puede decir que el teletrabajo será visto, a partir de ahora, de otra forma, con mayor interés por parte de las empresas y de la sociedad en general.