La epidemia de coronavirus en China ha sido la causa aducida para la cancelación de la feria de la tecnología mundial del MWC en Barcelona. Ello a pesar de que tanto China como la OMS y las autoridades españolas han manifestado que no había peligro de que el virus afectara al certamen barcelonés. Pero el miedo ha primado.
¿Había razón para el pánico escénico? Parece ser que no. Aunque se debe decir que la epidemia causa mayor temor en Occidente que en la misma China. ¿Son todo razones sanitarias preventivas o hay otras razones?.
China durante cientos de años ha sido “el gigante dormido”. Su historia ha estado dominada por el imperio de las autocracias y los poderes extranjeros. Hace treinta años nadie veía a China como un competidor de la hegemonía americana, pero todo ha cambiado en las últimas décadas.
La historia de China ha sido definida por lo que algunos pensadores marxistas han calificado como un modo de producción asiático. China no ha vivido jamás épocas de democracia económica, política o social. Aún hoy en el capitalismo estatal chino, controlado por el Partido Comunista, está ausente la existencia de libertades políticas y en la producción hay una falta clara de libertades sindicales que le permiten mantener una mano de obra más productiva y barata que la que disfrutamos en occidente. Es cierto que ello no es privativo de China sino de muchos de los países que se han transformado en las fábricas de las empresas occidentales que no hacen ningún asco a la falta de libertades si eso les permite las deslocalizaciones industriales y una mayor plusvalía a sus productos.
Sin embargo es evidente que bajo la dirección del partido comunista y manteniendo la disciplina y aceptación obligada a sus directrices, las empresas y la economía china ha dado un gran salto adelante en los últimos tiempos. China ha utilizado ser la fábrica del mundo para hacer una importante acumulación y dedicar un esfuerzo importantísimo a liderar el campo tecnológico hasta el punto de convertirse en una potencia económica que puede competir con los Estados Unidos y avanzarlos en el desarrollo tecnológico como ha demostrado en el del 5G. En este campo la potencia asiática lleva una delantera de años a las industrias americanas.
Por otra parte China prefiere llevar una política de relaciones económicas con el mundo desde una óptica de moderación no agresiva que la convierte en muchos campos y en muchos países como alternativa a lo que ha sido la tradicional hegemonía económica americana.
No es de extrañar que Trump haya convertido a China y a sus empresas en el objetivo de sus políticas. La agresiva guerra comercial y el abandono de tratados internacionales americanos tiene como principal aunque no único adversario a China. Sólo hay que ver su ataque directo a Huawei y la persecución de sus directivos bajo la excusa de que están al servicio de los intereses políticos del poder chino. Cómo si EEUU no hubiera utilizado la tecnología de sus empresas para espiar incluso a sus aliados.
Trump no está dispuesto a perder su hegemonía tecnológica y por eso está perplejo ante el hecho de que su competidor ofrezca ya una tecnología como es el 5G que las empresas americanas están lejos de alcanzar. En España la compañía Telefónica ya se ha decantado por la utilización de la oferta de Huawei y una gran parte de los países europeos están dispuestos a aceptar la tecnología china con algunas condiciones.
Es evidente que Estados Unidos y sus empresas son los más interesados en intentar que el coronavirus tenga las mayores consecuencias económicas posibles para la economía china de forma que empeore sus capacidades competitivas. Y para ello no hay nada mejor que expandir el miedo a todo lo chino.
Hay que destacar que al contrario que en otras ocasiones el gobierno chino ha descartado el oscurantismo informativo, así lo reconoce la OMS y muchos occidentales residentes en China donde dicen que el temor de una población acostumbrada a la disciplina es menor que el que hay en occidente. Asimismo, China está dando cuenta de una capacidad de movilización tanto de recursos humanos como técnicos impresionantes, en parte derivados de su propio sistema jerárquico y cultural.
Las medidas establecidas son impresionantes y difíciles de entender fuera de China. La construcción hospitalaria en pocas semanas. El envío de 100.000 médicos a la zona. La comunicación de tres partes diarios a los móviles de la población sobre la situación. El hecho extraordinario de una plataforma digital para que 280 millones de estudiantes en todo el país sigan sus estudios on-line para evitar las aglomeraciones en escuelas y universidades. Todas son cifras extraordinarias propias de un país de proporciones inmensas, propias de un “gigante que ya ha despertado”.
Puede decirse que hay un mayor peligro de descontrol del coronavirus fuera de China que en dicho país. Por otra parte, se debe recordar que es peor el pánico que puedan crear falsar informaciones que el propio virus, con una gran capacidad de contagio pero con una reducida mortalidad en comparación con otros como la gripe común. El coronavirus afecta de forma grave básicamente a personas maduras y con otras dolencias crónicas.
Pero al margen del fenómeno del virus del coronavirus es evidente que Occidente y en especial EEUU tienen un cierto temor al crecimiento chino y a su desarrollo tecnológico. Es obvio que la dictadura de partido único existente en China tiene grandes carencias democráticas, pero tampoco puede ocultarse el desarrollo que de forma desigual, y eso es uno de los mayores defectos, ha mejorado la calidad de vida de los ciudadanos chinos.
El MWC ha sido el foro mundial y el escaparate de los avances tecnológicos, pero también debe reseñarse que en los últimos años se había convertido en el mayor foro de proyección en occidente del desarrollo tecnológico chino. Es por ello que no es de extrañar que el coronavirus haya sido una buena excusa para suspenderlo y posiblemente para evitar su repetición en el futuro. Porque como analizan muchos expertos las grandes empresas tecnológicas occidentales ya no tienen tanto interés en un foro múltiple como el MWC donde se comparan y se ve quien aventaja a quien. Prefieren celebrar cada una sus propios salones donde presentar sus novedades.
El próximo año veremos si todo ha sido culpa del coronavirus o ha sido una buena excusa para limitar la supremacía expansionista de la tecnología china.