Nadie tiene una bola de cristal para saber cuándo el presidente en funciones, Pedro Sánchez, será investido presidente, ni el papel que desempeñará ERC en el endemoniado tablero de la política. No me fio de ese tándem ni de Pablo Iglesias. Confío más en el vallesano Salvador Illa, exalcalde de la Roca, al que conozco desde hace más de 20 años. Sintonizamos. Siempre ha sido un hombre de palabra. Doy fe. Salvador me lee, y está de acuerdo en la cuestión nacional. Me fío más que del madrileño, que es más de la escuela de ZP, que nos ha llevado hasta estos lodos...
Los comentaristas de la derecha --el centro es instrumental-- dicen que todo es un paripé, y que el acuerdo con ERC ya está lacrado. El centro sirve para hacer de bisagra, pero el ambicioso Albert Rivera, en apenas seis meses, se cavó una tumba en la que cayeron sus millones de votos. Nunca se vio algo igual, y no lo digo con ironía. Hacía ya diez años que no me fiaba de él, no porque sea el más listo de la clase, sino porque tuve la desgracia de conocerle. Todos mis excompañeros saben de qué pie calza, y por qué se ido por el sumidero de la política. No gastaré más palabras para definirlo, porque odio repetirme.
Creo, no lo sé, que no hay ningún pacto entre el PSOE y ERC. No porque no lo quiera Sánchez, que está de rodillas, sino porque no lo quieren los republicanos. Y no porque su líder esté en la trena, sino porque sus socios no lo quieren. Alguna vez he dicho que en política los rivales están en la acera de enfrente, pero que los enemigos están tu propia acera, en tu bandera política. El enemigo del PP no es el PSOE, sino Vox. La gente que no ha militado no lo sabe, pero sólo hay que cursar primero de Ciencia Política. A Julio César no le asesino Pompeyo ni Craso, sino su ahijado en el propio Senado romano. Lo que no pudieron hacer los galos ni los esclavos de Espartaco, lo hizo Bruto en idus de marzo.
La historia es muy conocida, ¿pero saben por qué no creo que ERC pactará con Sánchez? Porque es lo que quiere la banda de Puigdemont (Torra no existe). Porque el objetivo inmediato de ERC no es la independencia, pues saben que no es posible, sino conquistar la Generalitat por primera vez desde la República.
La farsa está en los indepes, y luego en la izquierda. No en la derecha.