El futuro de nuestro mundo se decidirá en las ciudades. Los núcleos urbanos no solo concentran más del 50% de la población mundial, superando el 70% en el 2050, sino que en la actualidad representan el 80% del PIB mundial. Esta enorme concentración de gente en pequeñas áreas supone un gran reto a la hora de gestionar los problemas derivados del aumento de la demanda energética, del crecimiento de la movilidad y del agotamiento de los recursos disponibles.
Según estimaciones de la ONU en el 2030 habrá más de 40 mega ciudades entre 10 y 30 millones de habitantes. Para poder gestionar este aumento progresivo de la población, así como el incremento de la demanda de servicios, las tecnologías digitales se convierten en un importante aliado para hacer uso de los recursos de la manera más eficiente. En los próximos años la vida en las ciudades estará marcada por la digitalización, la inteligencia artificial y la robótica, la globalización financiera, el envejecimiento de la población en el mundo occidental, el deterioro medio ambiental.
La solución a los problemas de los grandes núcleos urbanos y las áreas metropolitanas necesitará de la gobernanza democrática y la gestión inteligente de las ciudades, las smart cities o "ciudades 4.0"
El rasgo característico de estas ciudades será una nueva economía basada en la economía digital y el comercio electrónico. Un nuevo modelo de sostenibilidad medioambiental que optimizará el consumo de recursos naturales a través del desarrollo de sensores para medir la calidad del aire, contadores inteligentes de agua y luz y el control del alumbrado público. Según estudios rigurosos de consultoras especializadas, la gestión inteligente de las ciudades españolas podría reducir las pérdidas en el consumo del agua en un 20%, el consumo energético del alumbrado público se minimizará a más de la mitad, en el campo de la gestión de residuos, donde cada español produce 460 kg anuales, se podrán reducir los costes entre un 20 y un 40%. Si las "ciudades 4.0" se convierten en una realidad en España, nuestros ayuntamientos podrán ahorrar hasta un 60% de gastos con la tecnología digital adecuada, urge una estrategia inversora por parte de la Administración en la digitalización de nuestras urbes.
La ciudad inteligente supondrá un nuevo modelo de movilidad sostenible que sea un instrumento de equidad y cohesión social, el principal vector hacia la transición energética y en términos económicos factor de competitividad de la economía urbana y de crecimiento de su tejido productivo.
La ciudad inteligente debe instalar un nuevo modelo de gobernanza de lo público basada en la gestión transparente, requisito indispensable para el buen funcionamiento de cualquier administración pública. La "ciudad 4.0" debe facilitar la gobernanza que haga posible la democracia participativa en la medida que permite la participación de los ciudadanos, su identificación con la democracia y sus instituciones.
Las ciudades podrían contribuir a implementar un proceso de descentralización del estado nacional que permita un mayor control de recursos básicos como el agua, el sol, el aire o la energía. Sin duda ello obligaría al reforzamiento de la democracia local y la construcción de nuevos pactos sociales en defensa del derecho de los ciudadanos en un mundo globalizado. Esta nueva democracia ciudadana supone la aparición de nuevos paradigmas de participación como las consultas e iniciativas populares, el rendimiento de cuentas, los presupuestos participativos.
Sin duda el mundo del futuro necesitará de ciudades inteligentes que potencien la democracia participativa. Inteligencia digital aplicada a superar los déficits democráticos de sociedades cada vez más desorientadas y desconectadas de sus instituciones representativas. El reto de nuestra civilización está en el gobierno de nuestras ciudades.