En el crecimiento económico de un país influyen de manera decisiva las decisiones adoptadas por los consumidores, los empresarios y los directivos. Las de los primeros determinan el importe del consumo de las familias. En la mayoría de las naciones, es la principal partida del PIB. En el segundo trimestre de 2019, en España equivalía al 56,3% del gasto total. Las de los segundos y terceros influyen considerablemente en la inversión realizada por las empresas. En nuestro país, en la indicada fecha, suponía el 22% de dicho gasto.
Entre otros factores, las actuaciones de los anteriores agentes económicos vienen determinadas por la información disponible, la interpretación realizada de ella y sus experiencias pasadas. Debido a ello, si la primera tiene carácter negativo, algunos políticos, economistas y líderes de opinión lo acentúan exageradamente y los ciudadanos tienen miedo al futuro, porque en el reciente pasado han padecido mucho, una simple desaceleración económica puede llegar a convertirse en una recesión.
En las últimas semanas, la mayor parte de la información disponible es negativa porque la economía mundial va bastante peor de lo que iba. No obstante, dicha causa no es razón suficiente para que España sufra una contracción económica. Tampoco lo sería que el PIB de Alemania disminuyera durante dos trimestres seguidos. Si así lo fuera, cuando el país germano creció el 4,2% en 2010, el nuestro habría entrado en una gran expansión. Ni mucho menos lo hizo pues, en dicho año, el PIB se mantuvo inalterado.
La interpretación realizada de los nuevos datos disponibles por algunas personas con elevada capacidad mediática es errónea por falta de conocimientos técnicos para erosionar la credibilidad del gobierno actual o por ambos motivos.
Ahora, los ciudadanos son mucho más precavidos y temerosos que doce años atrás. Es una consecuencia de la larga, dura y profunda crisis que recientemente padeció la economía española. Una actitud que les lleva a hacer más caso de las malas que de las buenas noticias.
Algunos ejemplos de informaciones recientes interpretadas erróneamente son:
1) La venta de nuevos turismos cayó un 30,8% en agosto. Si la noticia no tiene truco, es un dato horroroso, propio de una inminente recesión. No obstante, lo tiene y muy grande. El número de automóviles matriculados en dicho período del pasado año aumentó un 48,7%. En términos absolutos, los 107.692 turismos suponían una cifra récord para cualquier mes de agosto de las dos últimas décadas.
El anterior elevado incremento tuvo un carácter artificial y fue en gran medida debido al gran número de automatriculaciones realizadas por muchos concesionarios. El motivo era evitar el nuevo control de emisiones WTPL que, al registrar un nivel más alto de CO2, habría encarecido el precio de los automóviles, al aumentar el importe del impuesto de matriculación.
No obstante, hay que reconocer que la desaceleración económica y las dudas que tienen los consumidores sobre el tipo de automóvil a adquirir (eléctrico, hibrido, gasolina, etc) han provocado una reducción de las ventas entre enero y agosto del 9,2%. A pesar de ello, hasta el momento, 2019 es el segundo año con más matriculaciones de la década.
2) El número de turistas extranjeros descendió un 1,8% en julio. Aparentemente es una mala noticia, pues dicho mes es uno de los más fuertes turísticamente del año. No obstante, algunos líderes de opinión ocultan que, en idéntico período del pasado ejercicio, la disminución fue mayor: un 4,5%. También que, a pesar de ello, el número de turistas foráneos aumentó un 1,1% durante 2018.
Asimismo esconden que, en julio de 2019, el gasto realizado aumentó un 2% (durante el pasado ejercicio bajó un 0,9%). Además, si las cifras de agosto y septiembre no empeoran significativamente las de 2018, en el actual ejercicio España volverá a batir un nuevo récord de turistas extranjeros y de dispendio efectuado por ellos.
3) La afiliación a la Seguridad Social disminuyó en agosto en 212.984 trabajadores. Es el peor dato desde 2008, y el segundo más malo desde 2001. La conclusión parece obvia: el mercado de trabajo vuelve a derrumbarse. No obstante, otra vez, lo que parece no es. El octavo mes del año siempre ha sido negativo para el empleo, pues en su última semana finaliza la temporada alta turística. Por ello, desde 2001, en todos los ejercicios ha bajado la afiliación, tanto en los períodos de expansión como de contracción económica.
No obstante, la comparación con el pasado año nos indica que la diferencia de caída de afiliados entre ambos es mínima: 212.984 versus 202.996. En términos porcentuales, aún queda más claro: 1,09% respecto a 1,07%. A pesar de ello, en 2018 se produjo la mayor creación anual de empleo de la década (566.200 nuevos ocupados). Por tanto, en 2019 es probable que aquélla continúe siendo notable (alrededor de 450.000 puestos de trabajo adicionales).
En definitiva, por diversas razones, entre las que destacan las de carácter político y las que surgen fruto del desconocimiento del funcionamiento de la economía de un país, hay líderes de opinión que pueden contribuir a que España pase de la desaceleración a la recesión, si ustedes les hacen caso.
Unas personas que destacan las malas noticias e ignoran las buenas, que también las hay. Por ejemplo, las ventas minoristas aumentaron en julio el 4,7%, al mayor nivel de los dos últimos años. Aunque les parezca mentira, en los próximos trimestres, las decisiones de gasto e inversión adoptadas por los ciudadanos serán las que decidirán si la economía va como ahora, un poco peor o mucho peor.