Finalmente, y a pesar de las primeras perspectivas negativas, Ada Colau ha conseguido la alcaldía de Barcelona con el acuerdo con el PSC y los tres votos de Valls. Aun así, los resultados de Barcelona en Comú no fueron buenos; muchos votos de los barrios populares marcharon hacia Collboni, sin duda debido a la ambivalencia de Colau respecto al procés.

Ada Colau ha mantenido un discurso acomplejado hacia el universo procesista hasta en el momento de defender su propuesta poco neutra hacia sus inscritos al pedirles escoger entre ella o Maragall. Incluso en este momento no ha dejado de pronunciar frases increíbles como decir “Me es igual ERC que el PSC, pero estos me hacen alcaldesa”, “No me gusta que Valls me vote”, “Continuaremos defendiendo los presos políticos”. Frases que se contradicen con la propia opción escogida de pactar con el PSC evitando una alcaldía proindependentista, y presentándose sabiendo que solo puede salir con los tres votos de Valls. No se puede tratar de seducir un sector minoritario de sus votantes sin ver que así continúa ninguneando a una mayoría de ellos, haciendo que muchos dejen de darle su apoyo.

Colau ha conseguido revalidar su mandato, esta vez vinculado a un acuerdo con el PSC que esperamos permita un equipo de gobierno más amplio y con más capacidad de liderazgo. Es evidente que con esta posición Colau opta por conseguir el poder municipal para hacer política.

La alcaldesa sale finalmente bien parada en Barcelona-ciudad, la única prioridad que ha tenido junto con su organización de Barcelona en Comú a pesar de que esto ha comportado el fracaso de la marca de Catalunya en Comú en todo el ámbito del territorio catalán.

En Cataluña, la organización de los comunes ha fracasado de forma grave debido al hecho incuestionable que la organización de Catalunya en Comú es una entelequia o un esqueleto sin músculo. Nadie ha creído realmente en esta organización. Ada Colau, que es teóricamente su máxima dirigente, solo ha tenido la prioridad del Ayuntamiento de Barcelona, y los comunes como tales fuera de Barcelona no existen como estructura territorial organizada. Podemos ha estado fuera y dentro a la vez, gente de Podemos ha participado en las estructuras comunes pero manteniéndose fuera como organización, con hechos esperpénticos como ver a Pablo Iglesias una mañana en un acto en Barcelona en apoyo de Colau y por la tarde en un encuentro con las candidaturas de Podemos que confrontaban con las de En Comú. EUiA está dentro pero su coordinador general y otros se han presentado por ERC en las generales. Y solo queda ICV, que se ha subordinado a los criterios del llamado nuevo “sujeto político” (?) y que como mínimo ha mantenido las plazas donde tenía musculatura y organización propia fuerte.

La realidad desde hace tiempo son resultados malos: en las autonómicas, con posteriores dimisiones y transfuguismos en el grupo en el Parlamento de Cataluña; en las municipales, pocas candidaturas, 151 menos que las 204 presentadas en solitario por ICV-EUiA en 2015, y en muchos casos con exclusiones y candidaturas competidoras y con más de 50 candidaturas alternativas de Podemos (que por cierto ha sacado los exiguos resultados de 21 regidores). Pérdida de la mayoría en Barcelona y solo posibilidades de gobernar en menos de 20 localidades, casi todas donde quedaban estructuras organizadas de ICV como es el caso de El Prat, donde se gobierna ininterrumpidamente desde el inicio de los ayuntamientos democráticos, primero como PSUC, después como ICV-EUiA y ahora como Catalunya en Comú.

El resultado global ha sido la pérdida de cerca de un 19% de los votos conseguidos por ICV-EUiA en el 2015. En las europeas, los resultados han estado todavía más decepcionantes al bajar de un 15%, en el 2015, al 8,5% en estas elecciones con el descenso de más de 83.000 papeletas. No hay duda de que el experimento, a pesar de la carambola de última hora de mantener la alcaldía de Barcelona, no parece que dé más de sí. En todo caso hace falta como mínimo un fuerte revulsivo y cambios en profundidad.

Catalunya en Comú es un sujeto político confuso, formado por grupos que nada tienen que ver entre ellos, con posiciones enfrentadas y sin ideología ni objetivos comunes. No hay organización propiamente dicha, solo una comisión ejecutiva y un consejo nacional que son entes burocráticos sin ninguna función definida. No hay discusión política ni siquiera para homogeneizar el espacio y todavía menos para propulsarlo dentro del conjunto de Cataluña. Ni ha habido dirección política, ni siquiera apoyo logístico en las elecciones municipales fuera de Barcelona; se ha dejado que en cada población la diversidad existente se apañara como pudiera. Todo este follón ha provocado que haya habido exclusiones o presentación de varias candidaturas confrontadas del mismo espacio. Incluso a varias localidades no se ha dado el apoyo que hacía falta para hacer el envío de la propaganda electoral. Solo para Barcelona había recursos, disciplina y organización para una candidatura escogida a dedo por Ada Colau. La campaña para las elecciones europeas ha estado muy reducida a pesar de presentar un candidato de primer nivel como era Ernest Urtasun.

Los resultados lo dicen todo, fracaso sin paliativos, y esto se veía venir desde hacía tiempo, desde las autonómicas, donde los comunes sacaron solo 8 diputados frente a los 11 de Catalunya Sí Que es Pot, que fueron considerados entonces como un mal resultado ante los 13 que habían tenido ICV-EUiA en solitario.

El proyecto de Catalunya en Comú (Podemos no se sabe nunca si está dentro o fuera), es a estas alturas un proyecto fallido y de difícil futuro. Habría que plantear un cambio radical: con cambios organizativos en profundidad, estableciendo organismos democráticos de dirección política real para orientar y controlar toda la acción política, incluyendo la organización de Barcelona-ciudad; eliminando toda la gente infiltrada que actúa al servicio de otras organizaciones y sin lealtad al proyecto; con una definición política clara hacia un proyecto ecosocialista que nos acerque a organizaciones europeas; y una militancia real más allá de los inscritos telemáticos, con estructuras organizativas vivas y reales en todo el territorio.

Puede haber una última oportunidad si se actúa con rapidez y sensatez, si no mucha gente se planteará otras opciones para conseguir un espacio coherente para la izquierda alternativa.