El empleo a tiempo parcial es una modalidad contractual en la que el trabajador realiza una jornada laboral inferior a la de tiempo completo. Constituye una magnífica alternativa si el número de horas ofrecida por la empresa coincide con las que el asalariado desea efectuar y una forma de subempleo si aquél pretende hacer más.

Es una opción esencialmente escogida por estudiantes universitarios, mujeres con grandes responsabilidades familiares (principalmente cuidado de niños pequeños y ancianos) y trabajadores mayores de 61 años y 8 meses. Estos últimos acceden a la jubilación parcial y reducen su jornada laboral entre un 25% y un 75%.

No obstante, para muchas personas supone la única posibilidad de encontrar una ocupación. El dilema que se les presenta es claro: un empleo por horas o ninguno. En las etapas de crisis, también es una forma de continuar vinculado a la empresa en la que trabajan desde hace tiempo. Durante ellas, el fomento de dicho tipo de contrato constituye una alternativa válida para crear ocupación y aminorar el aumento del desempleo.

Un ejemplo nos lo proporciona la evolución del mercado laboral español en 2013. Un ejercicio en que el PIB bajó un 1,7%. En dicho año, se destruyeron 189.900 puestos de trabajo. No obstante, hubo una creación neta de 140.400 empleos a tiempo parcial (un 5,4%), un volumen inferior a los 339.300 puestos de trabajo destruidos a jornada completa (un 2,36%).

En los siguientes años, dicho tipo de ocupación continuó creciendo. No obstante, lo hizo a un menor ritmo que la otra. Así, mientras en el período 2014-18 la primera aumentó en un 5,6%, la segunda lo hizo en un 18,9%. A pesar de ello, en el cuarto trimestre del pasado año, el número de empleos a tiempo parcial (2.894.800) superó el observado a finales de 2007 (2.383.100). En la primera fecha suponía el 14,7% de la población ocupada, en la segunda solo el 11,6%.

El motivo principal de la diferencia es un mercado de trabajo actual más precario que once años atrás. A diferencia de otros países, en España precariedad laboral es sinónimo de empleo a tiempo parcial. Las causas son dos: la insatisfacción con el número de horas trabajadas y la comparativamente baja retribución percibida.

En 2017, el porcentaje de ocupados a tiempo parcial en España (14,7%) se situó muy por debajo de la media de la zona euro (21,1%). No obstante, de las 19 naciones que la integran, nuestro país ocupó el 11º lugar. Casi todas las que tenían una proporción inferior son de Europa del Este y poseen un PIB per cápita sustancialmente inferior al español (la excepción es Finlandia). Entre las occidentales, únicamente Portugal quedaba por debajo (8,6%).

No obstante, la conexión entre la precariedad laboral y el empleo a tiempo parcial no la ofrece la anterior estadística, sino la que analiza el porcentaje de asalariados que de forma no deseada tienen un trabajo de las características indicadas. La media de la eurozona se sitúa en el 29,2%, siendo en España del 61,1%. Es el cuarto país con más subempleo, después de Grecia (70,2%), Chipre (67,6%) e Italia (62,5%).

El mejor ejemplo de que en otras naciones precariedad laboral no es necesariamente sinónimo de empleo a tiempo parcial lo ofrece Holanda. Es el país de la zona euro con mayor proporción de ocupados bajo dicha modalidad contractual (46,6%) y solo el 8,2% de los que lo tienen desearían aumentar el número de horas trabajadas.

La clave del éxito es una legislación laboral que protege al trabajador a tiempo parcial y equipara sus derechos y obligaciones con el que lo hace a jornada completa. Dicha legislación consta principalmente de dos leyes: una sobre igualdad de trato (1996) y otra sobre modificación del tiempo de trabajo (2000).

Desde mi perspectiva, la clave está en la adecuada aplicación que las empresas realizan de la primera ley (existe una comisión que vela por su cumplimiento) y el derecho de los trabajadores a obtener una variación del número de horas de su jornada laboral. La empresa casi siempre debe aceptar la solicitud de su empleado, pues las exenciones contempladas en la norma son escasas.

Esta protección al trabajador a tiempo parcial motiva que en Holanda exista una escasa diferencia entre el salario por hora percibido por éste y el obtenido por quién trabaja a jornada completa. Exactamente lo contrario de lo que sucede en España, pues el primero en 2016 recibía por hora un 32,4% (10,67 €) menos que el segundo (15,5 €).

En definitiva, la creación de ocupación en España debe combinar cantidad con calidad. Y esta última también es posible en el empleo a tiempo parcial. Con dicha finalidad, es necesario una nueva legislación que proteja más a dichos trabajadores y un mayor número de inspectores que vele por su cumplimiento.

Entre otros temas, la primera debería impedir que hagan más horas de las que le correspondan sin recibir la correspondiente retribución compensatoria, tengan proporcionalmente a los días trabajados un período de vacaciones más corto y, mediante distintos tipos de argucias, perciban una remuneración por hora inferior a los que lo hacen a tiempo completo. No es necesario innovar, solo copiar. Holanda es el ejemplo a seguir.