Como era previsible, la economía ha vuelto a entrar en campaña electoral. Podría haber sido para hablar de los retos de futuro de nuestra querida España, pero parece que volveremos a tener una campaña dominada por la demagogia y donde el PP seguirá su mantra: sólo ellos gestionan bien la economía y que cuando salen del Gobierno las cosas empeoran.
En mayo anticiparon que Pedro Sánchez se cargaría la economía. En verano salieron datos muy flojos de afiliación a la Seguridad Social en julio y en agosto, y dije que eran preocupantes. Sin embargo, desde septiembre los datos de afiliados a la Seguridad Social han mejorado, incluso superando la creación de empleo en el cuarto trimestre de 2018 con respecto al cuarto trimestre de 2017.
1. Por qué es absurdo politizar el ciclo económico
En Europa, para determinar el ciclo económico, usamos los datos de PIB en tasa de crecimiento trimestral eliminando los efectos estacionales y de calendario como la publica Eurostat. Decimos que Italia ha vuelto a entrar en recesión porque ha tenido dos trimestres negativos en el tercer y cuarto trimestre de 2018. Decimos que Alemania se ha estancado porque ha tenido dos trimestres con la tasa trimestral próxima a cero. Y por lo tanto, deberíamos decir que España ha acelerado su expansión ya que en el cuarto trimestre de 2018 el crecimiento fue del 0,7% trimestral, mayor que el 0,6% de los tres anteriores.
En 2016 estuvimos un año con Rajoy en funciones y el PIB y el empleo creció lo mismo que el año anterior. Por lo tanto, es absurdo politizar el ciclo económico. En Italia se culpa al Gobierno de la recesión porque desde que se constituyó, hace ya un año, su estrategia fue de confrontación con Bruselas y su prima de riesgo ha aumentado 100 pb. Eso es equivalente a que el BCE haya subido los tipos de interés y explica la contracción del empleo y del PIB en el país transalpino.
Pero en España la prima de riesgo está en el mismo nivel que en marzo de 2018 y no se puede asociar el ciclo al Gobierno. Gobierno que recordemos no ha podido aprobar los Presupuestos ni ninguna ley que haya podido alterar el ciclo económico. Todo ello podría haber afectado negativamente a la economía, pero no lo ha hecho, igual que sucedió en 2016 estando un año sin gobierno.
El 75% del PIB son horas trabajadas y en España disponemos de un excelente estimador del empleo: las afiliaciones la Seguridad Social. Lo que dice la Airef sobre el PIB es que la previsión en el primer y segundo trimestre de 2019, con los datos disponibles, estará próximo al 0,7%. Por lo tanto, no es cierto que la economía esté desacelerando.
2. Y el PP sigue sin querer hablar de productividad
Los datos de afiliados a la Seguridad Social de febrero han sido buenos, con un aumento de unos 70.000 nuevos empleos, cifra similar al promedio de los tres años anteriores en ese mismo mes. Eliminando a España, el PIB de la Eurozona bajó del 0,4% trimestral en el segundo trimestre de 2018 al 0,1% en el cuarto. España creció 0,7%, o sea 7 veces más que nuestros socios con los que compartimos el euro y los mismos tipos del BCE.
Eso no es necesariamente una buena noticia. Como sucedió en 2001, España no sufrió la recesión que registraron nuestros socios europeos por la burbuja inmobiliaria y el boom de la construcción. Luego, en la crisis de 2008, destruimos mucho más empleo que el resto de países. De nuevo, es el empleo en construcción --con un crecimiento del 9% anual en febrero-- el principal motor de crecimiento en España.
Para no depender tanto de la construcción y crear empleo con mayor calidad y que permita pagar mejores salarios el debate debería ser la productividad. Este indicador es el PIB dividido por el número de trabajadores y su crecimiento determina la Riqueza de las Naciones. Pero el PP no quiere hablar de productividad.
Desde 1995 han gobernado España 15 años de los 22, y ocho con mayoría absoluta. Y desde 1995 nuestra productividad ha caído un 10% y nos hemos alejado 20 puntos porcentuales de EEUU y Alemania. O sea, lejos de converger con los países más desarrollados en los últimos 20 años, España ha divergido.
La culpa principal fue la burbuja y concentrar capital y trabajo en construir viviendas, un sector de muy baja productividad. Para aumentar la productividad necesitamos mejores infraestructuras pero el PP desde 2011 ha recortado la inversión pública un 70%, por eso no quieren hablar de productividad.
Hay que mejorar la innovación de nuestras empresas, y el PP ha recortado un 70% las políticas de I+D+i, por eso no quieren hablar de productividad. Nuestras empresas deben ir a conseguir clientes en los países que concentran el mayor crecimiento mundial, y el PP ha recortado brutalmente los recursos del Icex.
3. Veinte años después, seguimos con la misma campaña económica
En Andalucía, el PP y Ciudadanos prometieron en campaña cerrar Extenda, la agencia que promociona las exportaciones andaluzas que recordemos son las que más han crecido en España en los últimos años. No obstante, parece que el nuevo consejero de economía de la Junta ha dicho que las promesas de campaña no hay que cumplirlas, y va a mantener la agencia, lo cual sin duda sería una gran noticia.
España debería aprovechar la ola de la tecnología fotovoltaica para reducir nuestros costes energéticos y mejorar la competitividad de nuestras empresas. Producir un megavatio de fotovoltaica en España cuesta unos 30 euros, y el precio de mercado está próximo a 70 euros. Es la primera vez desde la revolución industrial del siglo XVIII que España dispone de una fuente primaría de energía --el sol-- abundante y más barata que nuestros socios europeos. Pero el PP durante seis años ha demonizado las renovables y les puso un impuesto.
En muchos ayuntamientos y Comunidades Autónomas gobernadas por la izquierda han bajado los impuestos y el IBI a los vecinos y el autoconsumo crece exponencialmente, crea miles de empleos, ahorra inversión millonarias en la red de alta tensión, ayuda a reducir la contaminación en el centro de nuestras ciudades y a conseguir un pequeño planeta tierra. Por esto tampoco el PP quiere hablar de productividad.
En definitiva, la misma campaña económica que en los últimos 20 años. El problema es que ahora ya sabemos las consecuencias de esas políticas económicas miopes y suicidas. Y en la próxima crisis, que llegará aunque de momento no se ve en el horizonte, nos pillarán con el 95% de deuda pública sobre el PIB, el triple que en 2008. Hay que desmontar las fake news de la campaña, poner las largas y hablar del futuro, que está repleto de oportunidades para mejorar la vida de los españoles. El pasado es incierto y no se puede cambiar.