La vieja máxima de Don Juan Belmonte --el Pasmo de Triana-- que revolucionó el arte de la tauromaquia se concretó en la tríada --parar, templar y mandar--. La compleja situación catalana exige probablemente apropiarse del arte de "cúchares", que el maestro Belmonte tan bien supo interpretar. Sugiero que el Gobierno de España debería trasladar las consideraciones del maestro Belmonte al manejo de la situación catalana. Se trata de actuar con inteligencia, poner el acento en el sosiego para entender, la mesura para resolver y la decisión para ejecutar.
La aplicación del 155 fue sin duda una actuación necesaria para parar la irresponsable deriva del Govern de la Generalitat hacia el abismo. Hoy en Catalunya el secesionismo atraviesa uno de sus peores momentos, la campaña de la ANC de boicot a empresas no sometidas a la estrategia secesionista ha sido un ridículo espantoso. Las divergencias y desencuentros entre ERC y Puigdemont y sus satélites se acentúan. El sector más violento de la CUP, Arran, intenta imponer su estrategia de lo que eufemísticamente llaman "violencia pasiva", lo que es sin duda una muestra de su debilidad. El anunciado otoño caliente está siendo un verdadero fracaso. Las reivindicaciones secesionistas han dejado paso a las de liberación de los considerados líderes independentistas en prisión preventiva. Los autores intelectuales de la revuelta han sido desactivados, el "Astut" Mas embargado, Puigdemont en fuga y preso el beato Junqueras. Saben que si se vuelven a saltar la ley al Gobierno de España no le temblara el pulso para aplicar el 155. La unilateralidad ha sido abortada
Se trata ahora de ejercer el arte de templar es decir establecer el orden de prioridad de las distintas cuestiones que tenemos planteadas. Templar es transar y negociar con lo negociable, activar las transferencias interrumpidas que estaban interfiriendo en la solución de problemas que afectan a la calidad de vida de los ciudadanos. Para ello es imprescindible que los ciudadanos de Cataluña asuman la necesidad de que se aprueben unos PGE que suponen una aportación de más de 2500 Millones de euros a las arcas del Govern y que permitirían poner en marcha actuaciones sociales paralizadas en el último lustro derivadas de la crueldad del procés ajeno a las urgencias de los ciudadanos catalanes. Se trata de abordar viejas reivindicaciones en el campo de las infraestructuras como es la activación de las obras del Corredor MED o la anunciada terminal satélite en el aeropuerto del Prat contemplada en el Plan Estratégico de AENA. Templar por parte del Gobierno de España es constatar que Cataluña necesita del Estado para solucionar sus problemas.
Pero lo más importante de la triada "belmontiana" es el saber "mandar". Por motivos obvios sustituyo el mandar por gobernar. Gobernar para solucionar los problemas de los catalanes. Ha estallado el conflicto, la calle ha cambiado de color, del amarillo identitario al rojo de la protesta social, se manifiestan y hacen huelga, funcionarios hasta ayer obedientes y sumisos, médicos, sanitarios, estudiantes, bomberos... antiguos "aliados" que ahora asumen que el Govern lleva un lustro sin gobernar aplicando los recortes más salvajes de todas las comunidades autónomas. El "astut" Mas y sus seguidores han sido alumnos ejemplares de la filosofía del recorte. Las imágenes de estos días hablan por sí solas, las concentraciones en las puertas del Parlament son la muestra más patente que Catalunya necesita ser gobernada y no agitada. Suenan los clarines de la movilización, los ciudadanos catalanes reivindican la urgencia de una agenda social.
Cataluña necesita un Govern que apueste por la colaboración institucional para abordar las soluciones de los graves problemas que afectan a sus ciudadanos. Hasta ahora lo único que han demostrado los secesionistas es su incapacidad para gobernar el país, su incompetencia y su irresponsabilidad.