Pablo Casado se ha convertido en el nuevo presidente del PP, y su campaña en clave económica ha recordado a la de Ronald Reagan en 1981. Reagan conoció a Arthur Laffer en un restaurante y en una servilleta le explicó lo que luego sería el pilar fundamental de su campaña y de su política económica: bajar los impuestos aumentará el empleo y la recaudación. En el mundo económico se les conoce como la economía vudú. 

La campaña de Aznar en 2000 también decía que la bajada de impuestos había aumentado la recaudación. Cristóbal Montoro, el mismo que en 2011 aprobó una subida del IRPF (por encima de la propuesta de Izquierda Unida en la campaña) argumentado que era para reducir el déficit, defendía la curva Laffer. Es decir, todo lo contrario de lo que hizo.

1. Bajar impuestos no sube la recaudación

La Universidad Complutense de Madrid nombró doctor en Economía a Rodrigo Rato con sobresaliente cum laude con una tesis en la que defendió que la curva de Laffer en España se había cumplido durante su mandato y bajar impuestos aumentaba la recaudación.

La diferencia entre 1980, el 2000 y hoy es que tenemos evidencia empírica para afirmar que siempre que se han bajado impuestos ha bajado la recaudación y cuando se han subido, ha subido la recaudación. Y lo que hizo Reagan en 1982 fue una política keynesiana: bajar los impuestos en las recesiones para compensar la caída de consumo e inversión privada.

El problema es que Reagan bajó los ingresos públicos sobre el PIB y aumentó el déficit y la deuda pública en medio de una estanflación y forzó a la Reserva Federal a mantener más altos los tipos de interés, lo cual apreció el dólar. La política fiscal expansiva y el dólar fuerte provocaron un problema de déficit exterior que es estructural desde entonces en EEUU. Ahora, Trump lo quiere resolver con proteccionismo sin subir el ahorro y reducir el déficit público, que es el mal congénito de la economía americana.

Altos tipos de interés y dólar fuerte frenaban la inversión privada y Reagan optó por poner aranceles a las importaciones, lo mismo que está haciendo Trump, que es subir impuestos. Pero como los aranceles no salen en la curva de Laffer y no se llaman impuestos, les permitió seguir diciendo que ellos bajaban los impuestos. Lo que realmente hizo Reagan fue diferir el pago de impuestos de sus votantes a sus hijos y a sus nietos aumentando la deuda pública al 15% del PIB.

En España, Pablo Casado tiene evidencia propia ya que ha sido diputado del PP desde 2011, ha votado todas y cada una de las subidas de impuestos de Rajoy y las ha defendido debatiendo conmigo en la televisión. Yo vivo en Madrid y Rajoy y Casado me han subido el IVA, Botella me subió el IBI y me puso un nuevo impuesto por recogerme la basura y Cifuentes les ha duplicado los precios de las matrículas a mis alumnos de la Universidad.

Rajoy, Casado, Botella y Cifuentes han aumentado la deuda que debemos los madrileños y que pagarán mis hijos. A la vez, le han eliminado el impuesto de patrimonio a los madrileños más ricos. Y desde 2011 los únicos madrileños que pagan menos IRPF son los que cobran más de 60.000 euros al año, o sea el 95% de los madrileños pagamos el mismo impuesto pero desde 2011 a 2015 pagamos más impuestos con Rajoy y Casado que con ningún presidente en la historia de la democracia. 

Para desmentir la economía vudú de Laffer y los reaganomics, hoy los economistas usamos mediciones estructurales que eliminan el efecto del ciclo para medir el impacto de la política fiscal.

En España hasta 2007 aumentaba la recaudación porque había una burbuja que inflaba los salarios y la inflación. También aumentaba artificialmente los beneficios empresariales y la recaudación de esos impuestos y los vinculados al boom de la vivienda, principalmente el ITP de ventas de viviendas y al AJD de registro de hipotecas. Así como los ingresos de los ayuntamientos por ventas de suelo, licencias de obra e impuesto de plusvalías.

2. Desmontando los bulos de la economía vudú

Cuando la burbuja pinchó en medio de la peor crisis financiera global en ochenta años los ingresos estructurales cayeron 7 puntos del PIB. Aznar y Casado siguen culpando a Zapatero de la crisis sin reconocer que la burbuja se formó durante sus ocho años de gobierno. Ésta fue la principal causa de la crisis, de la masiva destrucción de empleo y del brutal aumento del déficit y la deuda pública.

En 2010 (gobierno de Zapatero) y en 2012 (gobierno de Rajoy) subieron los impuestos y aumentaron los ingresos estructurales sobre el PIB. Y cuando en 2015 y 2016 el gobierno de Rajoy retornó el IRPF al mismo nivel que dejó Zapatero en 2011 bajaron los ingresos estructurales sobre el PIB. El nivel de ingresos estructurales sigue en el mismo nivel que lo dejó Zapatero pero todos los españoles pagamos más IVA mientras Rajoy y Casado le han bajado los impuestos a las grandes empresas y a las rentas altas en el IRPF.

Casado ha prometido en su campaña bajar el tipo máximo del IRPF al 39% y el de sociedades al 10%. Eso, según mis estimaciones, reduciría los ingresos estructurales casi un punto del PIB, la mayor parte a las empresas, aumentando el déficit, la deuda pública y los impuestos de nuestros hijos y nuestros nietos. Luego harían como Trump que, además de subir aranceles, le acaba de pedir a la Reserva Federal que aumente la inflación, que es lo que hizo Reagan y que es el impuesto más dañino sobre las clases medias y especialmente sobre los más pobres, ya que pagan el mismo tipo que el 1% de población más rica.

3. Por fortuna, en Bruselas no creen en la curva de Laffer

Por fortuna este populismo fiscal ya no es posible en España. Como expliqué en mi reciente columna en El País, en 2011 se aprobó en Bruselas un mecanismo preventivo que obliga a los países a reducir su déficit estructural en los años de expansión económica, cuando crece el empleo y los ingresos fiscales por encima de su potencial de crecimiento a largo plazo. Por fortuna, en Bruselas no creen en la curva de Laffer.

Por lo tanto, Pablo Casado está prometiendo cosas que si llega al gobierno, sabe que no podrá cumplir. Es lo que le pasó a Rajoy en 2011 y al negarse a incumplir sus promesas de campaña llevó a España al rescate, a una intensa fuga de depósitos y de capitales que provocó la destrucción de un millón de empleos y una caída del crédito a empresas y familias del 30% del PIB.

Es lo que le está pasando ahora a Pedro Sánchez, que prometió cosas en su campaña de primarias que ahora no puede cumplir. Es lo que le pasaría también a Albert Rivera, que también promete bajadas de impuestos como Casado. Y lo mismo que a Pablo Iglesias, que promete aumentos de gasto y de déficit incumpliendo el mecanismo.

La verdadera alternativa liberal es la que defienden desde la academia economistas como Carlos Rodríguez Braun. Rodríguez Braun propone un regla sencilla que es reducir el gasto público un 10% lineal en todas sus partidas. Eso supondría un recorte del 10% de la pensión a 7 millones de españoles, un 10% de bajada de salario a 3 millones de empleados públicos o recortar un 10% el número de profesores, médicos, policías, etcétera. Recortar un 10% la obra pública, recortar un 10% los autobuses y la frecuencia del metro y los trenes de cercanías en nuestras ciudades, etcétera.

Pero Pablo Casado es un político y nunca haría eso ya que sabe que si lo promete, no habría sido elegido presidente del PP ni tendría ninguna opción de ser presidente del Gobierno. En Wall Street ya se teme que el proteccionismo de Trump genera una recesión en EEUU y se habla abiertamente de burbuja en las bolsas, especialmente en las empresas tecnológicas. Estamos viendo mucha inestabilidad en países emergentes y es muy probable que 2019 sea un año de inestabilidad financiera. España tendrá que emitir el próximo año 220.000 de deuda pública en los mercados sin la protección de las compras del BCE. Y nuestros líderes políticos viven en el país de Nunca Jamás.